Gonz¨¢lez, en pantalla
LA ADHESI?N de la gente hacia los personajes p¨²blicos suele producirse bien por v¨ªa de identificaci¨®n con su discurso, bien por el camino de la admiraci¨®n hacia su persona. El presidente del gobierno compareci¨® ante las c¨¢maras de televisi¨®n el pasado lunes y demostr¨® que su capacidad de comunicaci¨®n est¨¢ casi intacta. Aunque con algunas variaciones significativas respecto a otras ocasiones. Felipe Gonz¨¢lez cautiv¨® durante a?os por la sensaci¨®n de cercan¨ªa que transmit¨ªa. Sin haber renunciado a explotar esa faceta de su personalidad, ahora m¨¢s bien da la sensaci¨®n de buscar otro efecto: demostrar su dominio. Un profesional de la pol¨ªtica: esa es la impresi¨®n que produjo su intervenci¨®n, con todos sus pros y sus contras.Es fama que el actual presidente del gobierno se crece en la r¨¦plica. En ausencia de contradictores -el formato del programa no se presta a ello-, Gonz¨¢lez se decidi¨® a rebatir, sin nombrarlos, a los promotores de la huelga general del d¨ªa 28. Tiene derecho a hacerlo, como lo tienen Nicol¨¢s Redondo y Antonio Guti¨¦rrez a explicar p¨²blicamente sus motivos, sin que la ausencia de voces contradictorias cuando lo hacen convierta su discurso en ventajista. Aprendida la lecci¨®n de las v¨ªsperas del 14-D, Gonz¨¢lez evit¨® referencias crispadas a esos l¨ªderes, aunque a veces tuviera que mesarse los cabellos para contenerse.
Algunos de los datos que esgrimi¨® como incontrovertibles han sido discutidos estos d¨ªas por los dirigentes sindicales. Asegur¨® que Espa?a es uno de los pa¨ªses de la CE que destinan un mayor gasto a prestaciones por persona desempleada. Pero Jos¨¦ Mar¨ªa Zufiaur hab¨ªa escrito la semana pasada que ese gasto es en Espa?a el 77% de la media de la CE. Insisti¨® el presidente en que no existe recorte de las prestaciones, sino congelaci¨®n del d¨¦ficit que generan. El decreto no tiene efectos retroactivos y, por tanto, no afectar¨¢ a quienes actualmente cobran este subsidio; pero el objetivo de congelar el d¨¦ficit implica, seg¨²n cuantificaci¨®n sindical, un recorte de hasta el 40 % del gasto destinado a los subsidios de los nuevos parados.
M¨¢s dif¨ªciles de rebatir por los sindicatos son las referencias del presidente a la creaci¨®n de puestos de trabajo en el periodo 1986-1990, producido contra el reiterado pron¨®stico de las centrales, que descalificaron la pol¨ªtica econ¨®mica del Gobierno precisamente por su incapacidad para generar empleo. La referencia a la huelga de 1985 contra las pensiones y el recordatorio de la negativa sindical a negociar, en 1991, reformas en el sistema de prestaciones por desempleo fueron dos tantos anotados por Gonz¨¢lez antes de entrar en la cuesti¨®n de la convergencia. Un sector de la poblaci¨®n registrar¨ªa tambi¨¦n el mensaje sobre el desproporcionado n¨²mero de horas de trabajo perdidas por huelgas que se registran en Espa?a: cinco veces m¨¢s que en el Reino Unido y casi 10 veces m¨¢s que en Francia en ese periodo 1986-1990, seg¨²n un reciente informe del semanario The Economist.
El discurso de la convergencia fue planteado desde la intenci¨®n de evidenciar la relaci¨®n entre los objetivos abstractos de la macroeconom¨ªa y el bienestar concreto de los ciudadanos. Las votaciones del congreso demuestran que existe un amplio consenso sobre la necesidad de un plan como el presentado por el Gobierno, aunque pueda haber divergencias de ritmo (y, en el caso del Partido Popular, una especial insistencia en la privatizaci¨®n de empresas p¨²blicas como medio de obtenci¨®n de recursos p¨²blicos). En todo caso, no existe alternativa respecto a las grandes cuestiones -inclu¨ªda la reducci¨®n del d¨¦ficit-, y una de las debilidades de los sindicatos espa?oles es que la l¨®gica de su posici¨®n es contradictoria con tales objetivos. Pero ello no significa que no tengan derecho a defender su posici¨®n, siempre que lo hagan con respeto a la ley. La asunci¨®n por el Parlamento del decreto contra el que se dirige la huelga del d¨ªa 28 no resta legitimidad a la convocatoria.
En cualquier caso, resulta sorprendente sorprendente que la intervenci¨®n del presidente de Gobierno sobre un problema central que afecta a la vida cotidiana refleje una dial¨¦ctica en la que el primer partido de la oposici¨®n parece haber desaparecido de la escena.
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