Los tres grandes se resignan a la contrarreloj
El italiano Enrico Zaina (Mercatone) gan¨® en ?v¨ªla una etapa que los favoritos resolvieron en el ¨²ltimo kil¨®metro. Pedro Delgado y Tony Rominger limaron tres segundos al l¨ªder, Jes¨²s Montoya en la cuesta final. El suizo Rominger se cay¨® en una curva al chocar con una valla y el brazo de un espectador. La jornada fue un constante duelo t¨¢ctico entre los equipos de los favoritos, quienes, muy igualados de fuerzas, no pudieron marcar diferencias. Los tres entran con menos de un minuto de diferencia en la contrarreloj de hoy, que a falta del habitual tr¨¢mite de los puertos ma?ana, debe decidir la carrera.
Una etapa con tres puertos y 218 kil¨®metros de recorrido duro se resolvi¨® en los pocos cientos de metros de una cuesta en las calles de ?vila. Los favoritos iban juntos despu¨¦s de cien tirones. Su ¨²nico objetivo era ya una porci¨®n de segundos. La calle se empinaba en curva y el combativo Rominger decidi¨® que era el momento. Montoya, nervioso, no se aguant¨® y salt¨® por el suizo. Cuando le caz¨®, el inteligente, Delgado, siempre a rueda del l¨ªder, se aprovech¨® del par¨®n. Cambi¨® el desarrollo y como un muelle salt¨®. Montoya, ya agota do, no pudo seguirle. Delgado se lanz¨® solo entre el griter¨ªo. No iba a lograr mucha ventaja, pero s¨ª dar un golpe de efecto.Rominger se recuper¨® y sac¨® chepa. Con la barbilla en el manillar y sus maneras regulares, moviendo un gigantesco desarrollo, captur¨® al segoviano. A¨²n pensaba en superarlo cuan do, lanzado, calcul¨® mal en una curva, roz¨® la valla, se equilibr¨®, a pocos cent¨ªmetros del obst¨¢culo sigui¨® pero choc¨® con un brazo que sosten¨ªa una cerveza. Se fue al suelo. Los jueces aplicaron el reglamento y, al haberse produc¨ªdo la ca¨ªda dentro del ¨²ltimo kil¨®metro, le concedieron al final el mismo tiempo.
Maule¨®n
Javier Maule¨®n (Clas), vencedor en el Naranco, estuvo a punto de conseguir su segundo triunfo de etapa. El vitoriano tir¨® kil¨®metros y kil¨®metros de sus compa?eros de escapada. Trabaj¨® tambi¨¦n de gregario. Aun as¨ª, era el m¨¢s fuerte de los tres. Pero cuando va un ciclista italiano en un grupo peque?o se puede apostar con los ojos cerrados a que va a ser ¨¦l quien gane. Zaina fue h¨¢bil, supo utilizar los codos, cerr¨® la salida de Maule¨®n y gan¨®.Los directores de los equipos implicados echaron mano del manual. Movieron corredores como peones, pusieron cruces en puntos determinados del libro de ruta, pero no consiguieron m¨¢s que unos segundos de bot¨ªn y un despliegue de nervios.
"Atacar¨¦ pronto, probar¨¦ las fuerzas de mis rivales y, de paso, las m¨ªas" hab¨ªa declarado Pedro Delgado. El resultado fue de empate: sus fuerzas est¨¢n a l¨ªmite, y la de sus adversarios, igual. Jos¨¦ Miguel Ech¨¢varri, su director, busc¨® en el ¨ªndice: "El mejor momento es poco antes del control de avituallamiento, a¨²n queda Serranillos. M¨¢s instrucciones: que salte antes un buen gregario, y t¨², Pedro, p¨¦gate a Marino Alonso, que te llevar¨¢ bien por el llano. Francisco San Rom¨¢n, un abulense del Banesto, obedece. Su misi¨®n es coger ventaja y esperar a su jefe.. Todo sale bien y, Delgado alcanza a su compa?ero, se pone a su rueda y empieza a ganar segundos al l¨ªder. Eso hicieron Hinault y Fignon en 1983 en el mismo lugar.
Javier M¨ªnguez, director del Amaya, lo sab¨ªa y no esper¨®. Juan Fern¨¢ndez, t¨¦cnico del Clas tambi¨¦n, pero aguant¨®. Cuando dos coches se encuentran de frente en una carretera estrecha se pone en marcha una guerra psicol¨®gica entre los conductores. "A ver qui¨¦n aguanta m¨¢s", se dicen. El que m¨¢s resiste la tensi¨®n se hace con el terreno en disputa. El otro se aparta. M¨ªnguez hizo trabajar a su equipo a destajo hasta que capturaron al segoviano.
Despu¨¦s, en la meta, se quej¨®: "No s¨¦ por qu¨¦ no ha tirado el Clas". Fern¨¢ndez le respondi¨®: "Era el trabajo del equipo del l¨ªder. La aventura de Delgado, adem¨¢s, no era peligrosa". El Amaya se desgast¨®. El Clas lanz¨®,despu¨¦s otro pe¨®n, Maule¨®n, pero su esfuerzo s¨®lo le vali¨®para disputar el triunfo de etapa. En cualquier caso, la jornada sirvi¨® para comprobar que hay nervios en los equipos. El final se acerca, y Montoya tiene m¨¢s boletos que nadie en la loter¨ªa, pero nadie se f¨ªa de los rival¨¦s y de los propias fuerzas. La pugna psicol¨®gica es constante. El careo entre M¨ªnguez y Juan Fern¨¢ndez dio fe de la tensa situaci¨®n.
Un equipo a la defensiva necesita m¨¢s hombres que el atacante. Fabio Parra y Laude lino Cubino se quedaron sin fuerzas despu¨¦s de controlar los ¨²ltimos 100 kil¨®metros. Parra se desgast¨® en la larga subida a Serranillos para atajar la ventaja de Delgado. Tir¨® del grupo de los mejores durante 20 kilometros, sin encontrar otra ayuda que la circunstancial de Cubino, que se reserv¨® para el ¨²ltimo puerto. El ataque de Delgado produc¨ªa demasiado miedo en las filas del equipo de M¨ªnguez. La orden era proteger al l¨ªder como fuera. Cubino y Parra se ganaron el sueldo. Los dos acabaton extenuados. Montoya se qued¨® solo al final para soportar las ofensivas de Delgado y Rominger. Se equivoc¨®. Salt¨® a por el suizo, y el segoviano se aprovech¨®. Los tres segundos que perdi¨® son menos importantes que la forma de hacerlo, pero la moral del l¨ªder sigue por las alturas: "En la contrarreloj parto con tiempo de ventaja, y adem¨¢s voy de amarillo".
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