Coca

Desconozco la difusi¨®n que ha tenido en Espa?a la foto de la reina Sof¨ªa tomando un mate de coca a su llegada a La Paz y la- conmoci¨®n que la palabra coca habr¨¢ producido en las preclaras mentes que prohibieron que, en la Expo, en el pabell¨®n boliviano, se obsequiara a los visitantes con una inocente hojita.La imagen de la real Infusi¨®n me sorprendi¨® en la hermosa y desgarrada ciudad de Potosi, que se encuentra a unos 4.000 metros de altitud, aproximadamente 500 m¨¢s que los que soportaba do?a Sofia mientras sacud¨ªa la bolsita.

Oh casualidad, yo tambi¨¦n estaba ingiriendo en aquel momento enormes cantidades de mate de coca, mientras mi carrillo derecho adquir¨ªa proporciones de Netol por la acumulaci¨®n de hojitas, cuyo chupeteo sistem¨¢tico afortunadamente me hab¨ªa recomendado una nativa para combatir con ¨¦xito el sorojchi o mal de altura.

A la foto de la Reina se le dio gran importancia en la prensa boliviana, porque es vital para la econom¨ªa de este pa¨ªs que la comunidad internacional deje de considerar la hoja de coca en s¨ª como alcaloide y permita la comercializaci¨®n legal de aquellos derivados que nada tienen que ver con el narcotr¨¢fico: desde remedios contra la diabetes y el asma hasta pasta dental, pasando por el propio mate, cuya exportaci¨®n permitir¨ªa a los campesinos desvincularse del narcotr¨¢fico.

Aparte de estos razonamientos, he aprendido, sorbiendo mate y masticando hojitas de coca, que recib¨ªa con las palmas hacia arriba, juntando las manos en un ritual, que no hay nada m¨¢s despreciable que la ignorancia de una cultura y de sus formas de manifestarse.

Y siento mucho que los clientes de la Expo hayan perdido la oportunidad de, por un momento, tener algo en com¨²n con el pueblo que conquistamos hace 500 a?os.