Europa, a los pies del Bar?a
Josep Llu¨ªs Nu?ez ya puede morirse a gusto. Despu¨¦s de 93 a?os de espera, el Barcelona ya tiene la Copa que le faltaba a su museo. El barcelonismo, por fin, encontr¨® el camino de la normalidad. Se sacudi¨® de encima el estigma de ser un perdedor y quiz¨¢ ahora emprenda una nueva senda. Anoche, en el hist¨®rico Weinbley quedaron enterrados los fantasmas del pasado. Poco importa que presidente y entrenador se peleen. El triunfo no es de ellos, sino de quienes estuvieron a la altura de las cireunstanclas: jugadores y aficionados. Para ellos fue la deseada Copa de Europa, conseguida en un parto con dolor del que ya nadie se acordar¨¢ hoy. S¨®lo el resultado pasar¨¢ a la historia.Johan Cruyff, al igual que todos los mortales, conoci¨® el sabor del miedo en Londres. No renunci¨® a sus principios, pero adopt¨® una t¨¢ctica m¨¢s conservadora de lo habitual, aprovechando la coyuntura de una supuesta lesi¨®n de Witschge, que siempre es escondido en la trastienda cuando el compromiso es de importancia capital.
Los defensas azulgrana se reprodujeron ayer por generaci¨®n espont¨¢nea, con la ¨²nica misi¨®n de frenar a tan s¨®lo los dos delanteros del Sampdoria, Vialli y Mancini. A Nando se le encomend¨® la vigilancia de Vialli, mientras que Ferrer se peg¨® a Mancini. Koeman salt¨® al terreno de juego con la misi¨®n de cubrirles las espaldas y a Juan Carlos se le orden¨® hacer el papel de don Tancredo en la banda izquierda para tapar las incursiones de Lombardo. Esa fue la ¨²nica estrategia dise?ada por Cruyff ante un partido de tanta trasceridencia.
Todo lo contrario hizo Vujadin Boskov, t¨¦cnico del Sampdor¨ªa. El yugoslavo harto de ver videos y de estudiar los movimentos de su rival, ni siquiera se sorprendi¨® con la presencia de Julio Salinas en la alineaci¨®n inicial.. Boskov lo tuvo claro desde el principio. Para contrarrestar la superioridad t¨¦cnica del Barcelona, nada mejor que marcajes individuales y ciertas dosis de jarabe de palo.
Fue una premonici¨®n que el Barcelona jugara cara al sol los primeros 20 minutos del encuentro. El f¨²tbol del laboratorio de Boskov, nada brillante y espectacular, se mostr¨® tremendamente efectivo y lo prueba el hecho de que el marcador no se moviera durante los primeros 45 minutos.
Y es que el Barcelona se encontr¨® inc¨®modo al no poder efectuar su habitual f¨²tbol-control. Todos sus hombres claves estuvieron perfectamente marcados y el bal¨®n apenas circul¨®. Sin capacidad de improvisaci¨®n, el equipo azulgrana se limit¨® a esperar las pases largos y cruzados, las famosas diagonales de Koeman, que nunca encontraron un rematador porque la superioridad del Sampdoria en el juego a¨¦reo fue manifiesta durante todo el primer periodo.
A pesar de esta castraci¨®n de ideas, el Bar?a fue el equipo que dispuso de las dos mejores oportunidades; una en una falta lanzada por Koeman y la otra, en un cabezazo de Stolchkov que desvi¨® espectacularmente Pagliuca. El Sampdoria tambi¨¦n disfrut¨® de la suya y menos mal que la mano de Zubizarreta fren¨® en seco el bal¨®n lanzado por Lombardo; si aquel bal¨®n llega a entrar, quiz¨¢ se hubiera acabado el partido. Pero estaba escrito que esta final de Weinbley deb¨ªa deparar m¨²ltiples emociones.
Todo lo que hab¨ªan hurtado a los espectadores lo ofrecieron ambos equipos tras el descanso. Unos y otros se dejaron los nervios en el vestuario; se olvidaron de las t¨¢cticas y comenzaron a inyectar adrenalina en las gradas y en un palco presidencial en donde Paolo Mantovani, presidente del Sampdoria, con cuatro by-pas en su coraz¨®n, no pudo resistir m¨¢s y necesit¨® de atenci¨®n m¨¦dica.
Un cierto relajamiento en los marcajes por parte del Sampdoria propici¨® que el Barcelona saliera del ostracismo nada m¨¢s iniciarse el segundo tiempo. Bakero y Laudrup gozaron de m¨¢s libertad de movimientos y Guardiola comenz¨® a oxigenar una zona en la que hab¨ªa excesivo tr¨¢fico. Una vez m¨¢s qued¨® demostrado que el b¨²lgaro Stoichkov es un hombre important¨ªsimo en este Barcelona, por mucho que le pese a Cruyff. Hristo estuvo a punto de sentenciar el partido en dos disparos que abortaron Pagliuca y el poste. El Barcelona no supo rematar la faena y permiti¨® que el Sampdor¨ªa se serenara. Dio tiempo de pensar a los italianos y ¨¦stos dieron muestras de su peligrosidad en dos remates de Vialli, que no fueron gol por mil¨ªmetros.
Cruyff se temi¨® lo peor y mand¨® al vestuario a Julio Salinas, que se hab¨ªa mostrado inoperante e incapaz de despegarse del marcaje de Vierchowod. En su lugar sali¨® Goikoetxea, te¨®ricamente mucho m¨¢s disciplinado y con capacidad para desdoblarse. Su inclusi¨®n apenas aport¨® aire fresco a un equipo que se iba diluyendo como un azucarillo como consecuencia de sus limitaciones fisicas.
El fantasma de Sevilla se pase¨® por las mentes de los aficionados barcelonistas. No hab¨ªa tiempo para m¨¢s y la pr¨®rroga llegaba inexorablemente, quiz¨¢ haciendo justicia al esfuerzo de ambos equipos.
Para el Barcelona y la Samp'doria, la propina fue como la lenta agon¨ªa de los peces fuera del agua. Con las piernas pesando toneladas y la mente embotada, bastante hicieron con aguantarse sobre el terreno de juego. En el conjunto azulgrana fueron los jovenes canteranos, Ferrer y Guardiola, los que aguntaron el tipo. Hombres decisivos como Bakero y Laudrup se perdieron en la mediocridad y muy especialmente el dan¨¦s que, una vez m¨¢s, se escondi¨® en un partido decisivo.
El que no fall¨® fue Koeman. El defensa holand¨¦s justific¨® anoche el importante desembolso de su fichaje. Su certero disparo, su liderazgo ofensivo, evit¨® los penaltis y puso a Europa a los pies del club blaugrana, a los pies de su f¨²tbol espect¨¢culo.
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