Europa, la OTAN y el 'amigo americano'
EE UU mantendr¨¢ su compromiso de defensa, pero exige que se conserve el lazo transatl¨¢ntico
El final de la guerra fr¨ªa ha trastocado los esquemas de la Administraci¨®n norteamericana y de los think tanks (centros de estudio y prospecci¨®n), que, privadamente o en relaci¨®n directa con el Pent¨¢gono o el Departamento de Estado, contribuyen a disefiar la pol¨ªtica exterior y de defensa. Un enviado especial de EL PA?S ha estado recientemente en Washington en contacto con funcionarios de ambos ministerios, analistas, profesores universitarios, jefes militares y parlamentarios dem¨®cratas y republicanos. Este texto es una aproximaci¨®n al pensamiento predominante en Estados Unidos sobre el papel de este pa¨ªs en Europa y en la OTAN ante la nueva realidad derivada de la ca¨ªda del Pacto de Varsovia y del comunismo y la reordenaci¨®n del mapa continental, especialmente con la fractura de la antigua Uni¨®n Sovi¨¦tica.
El futuro de la OTAN. La Alian za sigue siendo necesaria porqui la ca¨ªda del comunismo no hi eliminado los viejos peligros de Este. No pueden excluirse sor presas (incluso de la antigu, URSS). La situaci¨®n es muy mo vediza y plantea nuevos riesgo: (conflictos ¨¦tnicos, disputa: fronterizas, proliferaci¨®n nuclea: o qu¨ªmica incontrolada ... ) qu( pueden amenazar la seguridac global de la OTAN o de algunos de sus miembros. El peligro potencial aumenta en el flanco sur Oriente Pr¨®ximo y el Magreb.El nuevo pensamiento. Tal 3 como se aprob¨® en la cumbre de Roma, la defensa adelantada y la respuesta gradual dejan paso a un nuevo concepto estrat¨¦gicc basado en fuerzas menores, perc de gran flexibilidad, movilidad y rapidez de movimientos, capaces de actuar en crisis no globales. Efectivos de los pa¨ªses miembros podr¨¢n integrarse en fuerzas multinacionales. El despliegue nuclear se mantiene, aunque casi descartando un escenario de guerra at¨®mica en Europa central. Cualquier problema de seguridad en Europa que exija una respuesta global tendr¨¢ que resolverse a trav¨¦s de la OTAN.
No a la ampliaci¨®n. Pese a las peticiones de los pa¨ªses del antiguo Pacto de Varsovia, la Alianza no les admitir¨¢ a¨²n como socios. A medio o largo plazo podr¨ªa considerarse la integraci¨®n del eje Polonia-Hungr¨ªa-Checoslovaquia. El Consejo de Cooperaci¨®n del Atl¨¢ntico Norte, nuevo ¨®rgano de seguridad colectiva europea, es el ¨²nico club de defensa (sobre todo consultivo y pol¨ªtico) que de momento se abre al Este. Pero las grandes decisiones militares se seguir¨¢n tomando en el Consejo Atl¨¢ntico.
Presencia en Europa. El techo de tropas norteamericanas en el Viejo Continente ser¨¢ de 150.000 (la mitad de los actuales), aunque los dem¨®cratas, sin poner demasiado ¨¦nfasis, dicen que basta con menos. La repercusi¨®n presupuestaria es escasa. Algunos estudios consideran que mantener un soldado en Europa cuesta s¨®lo un 20% m¨¢s que en EE UU. Pero la decisi¨®n debe ser tambi¨¦n europea. Se aprecia con satisfacci¨®n que son mayor¨ªa las voces que piden que se queden y es insignificante el movimiento popular que sigue gritando: "?Yankees, go home!". EE UU seguir¨¢ manteniendo sobre el terreno su "compromiso con la defensa y seguridad" de Europa.
Identidad de defensa. Washington apoya oficialmente las iniciativas para lograr una identidad de defensa de sus socios europeos, y m¨¢s concretamente el reforzamiento de la Uni¨®n Europea Occidental (UEO), siempre que tales proyectos no debiliten a la OTAN y que quede clara la prioridad del v¨ªnculo transatl¨¢ntico en el seno de la Alianza. Estados Unidos tiene reticencias sobre la posibilidad de que el cuerpo de ej¨¦rcito franco-alem¨¢n sea el embri¨®n de las futuras fuerzas armadas europeas.
Dividendo de paz. El fin de la guerra fr¨ªa no va a desviar hacia fines civiles una parte sustancial del presupuesto de defensa, al menos en este a?o, pese a demandas sociales como la derivada de los disturbios en Los ?ngeles. Los recortes han sido muy moderados, y el tradicional enfrentamiento Pent¨¢gono-Congreso est¨¢ deformado por las necesidades del a?o electoral y los compromisos de los legisladores de mantener puestos de trabajo en el complejo militar-industrial.
Bombas en la CEI. Estados Unidos acoge con satisfacci¨®n que Kazajst¨¢n, Ucrania y Bielorrusia se sumen al tratado de limitaci¨®n de armas estrat¨¦gicas (START) y acepten la destrucci¨®n o entrega a Rusia de los cohetes at¨®micos de largo alcance instalados en su territorio. Prefiere tener un solo interlocutor y que ¨¦ste sea el principal heredero de la descomposici¨®n de la URSS. A cambio, est¨¢ dispuesto a otorgar a las tres rep¨²blicas que se desarman ayudas econ¨®micas y garant¨ªas pol¨ªticas y de seguridad que, sin embargo, Bush no ha acabado de concretar a Nursult¨¢n Nazarb¨¢yev y Leonid Kravchuk, sus hu¨¦spedes recientes en Washington. Las centrales at¨®micas del tipo de Chern¨®bil deben clausurarse. La firma en Lisboa, por EE UU y las cuatro potencias nucleares de la CEI, del protocolo que pone al d¨ªa y adapta a la nueva situaci¨®n el tratado START permite al Pent¨¢gono dar un sincero suspiro de alivio.
Los cient¨ªricos sovi¨¦ticos. Preocupa el destino de los cient¨ªficos nucleares, qu¨ªmicos y bacteriol¨®gicos y c¨®mo conservarlos de forma ¨²til. EE UU pondr¨¢ sobre la mesa 2.500 millones de pesetas para el centro especial de Mosc¨², cuyo presupuesto global ser¨¢ de 8.000 millones, y al que tambi¨¦n contribuir¨¢n Jap¨®n y la CE. La luz verde definitiva se dio en Lisboa, el pasado fin de semana. Otro centro similar, aunque m¨¢s modesto, est¨¢ en marcha en Ucrania. No hay constancia de ninguna fuga de cerebros nucleares a un pa¨ªs peligroso, como Libia, Siria, Ir¨¢n o Irak.
La alianza con Rusia. EE UU no la excluye. Nadie identifica a Rusia con un enemigo, y se impulsar¨¢n los lazos econ¨®micos, pol¨ªticos e incluso militares (como en el campo de la defensa espacial); pero a¨²n no es el momento de que Rusia sea un aliado formal. Hay cierto debate sobre qu¨¦ hacer estrat¨¦gicamente con Rusia, con dos opciones: seguir consider¨¢ndola una gran potencia, heredera de la URSS, o actuar como si fuera s¨®lo la m¨¢s importante de las rep¨²blicas de la CEI.
Fuera de zona. A corto plazo no se propugna el cambio del Tratado de Washington para ampliar el ¨¢mbito de actuaci¨®n de la Alianza, pero EE UU est¨¢ a favor de quela OTAN apoye misiones de paz de la ONU o de la CSCE y de que (con el recuerdo de la guerra del Golfo) los pa¨ªses aliados, individualmente, puedan hacer, en casos concretos, "lo que sea necesario".
El papel de la CSCE. Con todos los pa¨ªses europeos dentro de la CSCE, e incluso algunos asi¨¢ticos, ¨¦sta es el principal foro pol¨ªtico del continente para debatir las soluciones a crisis concretas. El tratado sobre reducci¨®n de armas convencionales (CFE), firmado en noviembre de 1990, es un buen ejemplo de c¨®mo la conferencia puede ser cada vez m¨¢s ¨²til (el CFE se adapta ahora por la OTAN y la CEI a la nueva realidad creada tras la desaparici¨®n de la URSS y el Pacto de Varsovia). En la cumbre de julio sus 52 miembros sellar¨¢n el nuevo marco y se tratar¨¢ la propuesta holandesa de que fuerzas de la Alianza se pongan al servicio de la CSCE. Aunque las rep¨²blicas musulmanas de la antigua URSS no sean europeas, es mejor que est¨¦n dentro que fuera, con el riesgo de inestabilidad que ello supondr¨ªa.
Yugoslavia. Aunque no lo diga abiertamente, EE UU cree que la Comunidad Europea ha hecho un mal trabajo en Yugoslavia, pero estima que no se daban las circunstancias para una intervenci¨®n como la del golfo P¨¦rsico. Adem¨¢s, los intereses vitales norteamericanos no se sienten afectados. Tal y como ahora est¨¢n las cosas, Washington tampoco tiene una soluci¨®n de recambio a la mediaci¨®n de la ONU y la CE, aunque el secretario de Estado, James Baker, ya habl¨® recientemente en Londres de la posibilidad, como ¨²ltima instancia, de una intervenci¨®n militar, mientras que d¨ªas despu¨¦s, en Lisboa, presion¨® a la Comunidad Europea para que endureciese sus sanciones a Serbia, a la que se considera culpable del calentamiento de la crisis.
El papel de Turqu¨ªa. Su importancia se refuerza por el papel que desempe?¨® en la guerra del Golfo y su influencia creciente en las rep¨²blicas musulmanas de la CEI. EE UU est¨¢ a favor (incluso ha presionado discretamente para lograrlo) de la integraci¨®n plena de Turqu¨ªa en la CE e incluso en la UEO, para amarrar a un aliado vital.
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