El eco tailand¨¦s
DESDE LA abolici¨®n de la monarqu¨ªa absoluta en 1932, el Ej¨¦rcito tailand¨¦s ha desencadenado 17 tentativas de golpe, unas con ¨¦xito, otras sin ¨¦l, pero la mayor¨ªa con recurso al derramamiento de sangre. Las Fuerzas Armadas no solamente han gobernado directamente el pa¨ªs durante buena parte de esos 60 a?os, sino que han movido los hilos desde una velada sombra el resto del tiempo que nominalmente han dejado que la voluntad del pueblo se expresara. Y sin embargo, los acontecimientos de las ¨²ltimas semanas, en los que el Ej¨¦rcito ha reprimido a sangre y fuego la protesta popular, no parecen una mera repetici¨®n de estr¨¦pitos pasados. Los muertos son los mismos, pero los efectos pol¨ªticos, muy diferentes.Es ¨¦sta la primera vez que el poder militar retrocede visiblemente ante la ira democratizadora de los ciudadanos. El Ej¨¦rcito, que ha solido compartir el poder con los partidos pol¨ªticos, cuando ¨¦stos se han comportado con adecuada docilidad hacia los generales, y con la corona, ¨¢rbitro paternal cuando el r¨ªo se sale de madre, ha aceptado que el Parlamento reforme la Constituci¨®n en un sentido civilista. Ante ello, la circunstancia de que el general-dictador Suchinda Kaproyoon haya dimitido es s¨®lo anecdota; generales de recambio los hay siempre en buen estado, pero precisamente lo que la C¨¢mara ha aprobado es la prohibici¨®n de que los militares que no reciban el apoyo parlamentario asuman la jefatura del Gobierno.
Durante a?os, el poder del Ej¨¦rcito ha sido proporcional a la importancia acordada a la zona por potencias extranjeras. La nueva situaci¨®n creada por el derrumbe de la URSS priva hoy a ese Ej¨¦rcito tanto de enemigos como de se?ores exteriores. ?ste podr¨ªa ser el momento, por tanto, para que, sin coartada de agresi¨®n externa, el Ej¨¦rcito abandonara pura y simplemente el poder. ?se es el camino al que apunta el movimiento de regeneraci¨®n democr¨¢tica en Tailandia, el cual, por otra parte, ha comenzado a surtir efectos en la zona. En Indonesia, en Taiwan, en Camboya e incluso en pa¨ªses formalmente democr¨¢ticos como Malaisia y Singapur, donde la inestabilidad y el autoritarismo dejan amplio campo de perfeccionamiento de las instituciones.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.