Historia y fin de Alexandre Koj¨¨ve
"Mientras la historia dura, un fil¨®sofo no puede actuar en la historia, pero como la historia ha terminado, el fil¨®sofo puede muy bien participar en la gesti¨®n de los asuntos". En estos t¨¦rminos se pronunci¨® Alexandre Koj¨¨ve para explicar por qu¨¦ pas¨® de ser un fil¨®sofo a convertirse en un funcionario, eso s¨ª, de altura. Koj¨¨ve y su obra son bastante desconocidos en Espa?a, a pesar de tratarse de un pensador de amplia influencia en Francia y en el mundo anglosaj¨®n, inspirador -quiz¨¢s no bien entendido por no le¨ªdo- de las recientes teor¨ªas sobre el fin de la historia. Lo que aqu¨ª nos interesa, sin embargo, es el fin de su historia, "su circunstancia y su yo".Alexandre Kojevnikov -afrancesar¨ªa su nombre despu¨¦s- naci¨® en Mosc¨² en 1902, en una familia de ricos comerciantes, lo que le permiti¨® acceder a una buena educaci¨®n, pese a la muerte prematura de su padre en 1905. Desde joven mantuvo una fluida relaci¨®n intelectual con su t¨ªo el pintor Vasili Kandinsky que ha quedado reflejada en un intenso epistolario. Vivi¨® la revoluci¨®n sovi¨¦tica, a la vez con simpat¨ªas pero tambi¨¦n con la vivencia del terror, al ser encarcelado por la Cheka y amenazado con un fusilamiento del que le libraron las influencias familiares. Vivi¨® las penurias de esa revoluci¨®n, que le llevaron, en 1918, en el barrio moscovita de Arbat, a dedicarse, como muchos otros j¨®venes, al mercado negro. Por esa ¨¦poca se interesa por los cl¨¢sicos y por el budismo. ?ste "es la ¨²nica religi¨®n atea", explicar¨ªa a?os despu¨¦s. Y a?adir¨ªa: pero al rascar m¨¢s "comprend¨ª que me hab¨ªa equivocado. Comprend¨ª que hab¨ªa pasado algo en Grecia hace 24 siglos, y que all¨ª estaba la fuente y la clave de todo. Es all¨ª donde se pronunci¨® el principio de la frase". Quiz¨¢s ¨¦sta sea la inspiraci¨®n para su Ensayo de una historia razonada de la filosofia pagana.
El joven Koj¨¨ve decidi¨® exiliarse, no sin problemas, a Polonia, donde de nuevo fue brevemente encarcelado, antes de dirigirse a Berl¨ªn, luego a Roma, y finalmente a Heidelberg, donde seguiria con sus estudios de filosof¨ªa. Karl Jaspers le dirige su tesis sobre el te¨®logo Soloviev. Insiste en el budismo, y para comprenderlo estudia el s¨¢nscrito, el chino y el tibetano, adem¨¢s del islam, matem¨¢tica y fisica. En 1922 regresa a Berl¨ªn, donde, gracias a unos fondos que finalmente pudo sacar de Rusia, decide "quemar su vida" y entregarse al placer. Vive as¨ª una vuelta al deseo, t¨¦rmino fundamental en su filosof¨ªa, y que, siguiendo a Hegel, definir¨ªa en sus cursos de Par¨ªs como "la presencia de la ausencia de una realidad", o la "presencia del futuro en el presente", y que le llevar¨ªa a definir la historia como la historia de los deseos deseados. En 1926 se instala en Par¨ªs y prosigue con este modo de vida. El crash del 29, sin embargo, viene a arruinarle y a poner fin al "hombre del placer". Es en esta ¨¦poca -pero ya no tras la guerra mundial- cuando se declara "estaliniano de observancia estricta", aun reconociendo la crueldad del sistema estalinista. De hecho, se le llegar¨ªa a definir como un "marxista de derechas", y sorprendi¨® a su p¨²blico en una conferencia en D¨¹sseldorf en 1957 en la que afirm¨® que "[Henry] Ford es el ¨²nico marxista ortodoxo del siglo XX".
Su penuria econ¨®mica le lleva a buscar trabajo. Se har¨ªa bibliotecario, como George Bataille. Su amigo Alexandre Koyr¨¦, que estaba dictando un curso sobre Nicol¨¢s Cusa y sobre Hegel en la ?cole Pratique de Hautes ?tudes de Par¨ªs, le brinda la oportunidad de celebrar, de 1933 a 1939, un seminario que ha entrado en la leyenda: la Introducci¨®n a la lectura de Hegel, posteriormente recogido en libro gracias a las notas tomadas por Raymond Queneau (Zazie dand le m¨¦tro), en el que Koj¨¨ve va comentando, frase a frase, p¨¢rrafo a p¨¢rrafo, la Fenomenolog¨ªa del esp¨ªritu, e introduciendo su propia visi¨®n de la historia.
Por medio de este curso puede decirse que entraron en Francia Hegel y la dial¨¦ctica. Un repaso a algunas de las personas que asistieron a estos cursos sirve para ilustrar su importancia: adem¨¢s de los citados Bataille y Queneau, figuran Tacques Lacan, Raymond Aron, Eric Weil, Maurice Merleau-Ponty, Andr¨¦ Breton, Emile Brehier y Jean Hyppolite, pero no Sartre, que, sin embargo, conoci¨® el seminario indirectamente y de ¨¦l tom¨® algunas de sus ideas.
Koj¨¨ve "traduc¨ªa primero algunas l¨ªneas de la Fenomenolog¨ªa, recalcando algunas palabras, y luego hablaba, sin una nota, sin tropezarse nunca en una palabra, en un franc¨¦s impecable, al que un acento eslavo a?ad¨ªa una originalidad y un encanto sobrecogedor. Fascinaba a un auditorio de superintelectuales, dados a la duda o a la cr¨ªtica", recuerda Raymond Aron en sus Memorias.
No es ¨¦ste lugar para discutir del contenido filos¨®fico de la obra -que en parte s¨®lo ¨²ltimamente ha salido a la luz- de Koj¨¦ve. Cabe se?alar que Bataille le consider¨® m¨¢s importante que Sartre y que Aron habl¨® de su "genialidad". Su influencia es tambi¨¦n grande en el mundo anglosaj¨®n, por ejemplo, a trav¨¦s de Allan Bloom, que le conoci¨® personalmente (Gigantes y enanos, 1991), o ahora a trav¨¦s del si acaso oportuno pero poco novedoso Francis Fukuyama (El fin de la historia y el ¨²ltimo hombre, 1992).
La historia obsesion¨® a Koj¨¨ve, para el cual ¨¦sta s¨®lo pod¨ªa comprenderse cuando hab¨ªa llegado a su fin. El fin de la historia es un debate sumamente complejo. Baste se?alar aqu¨ª que Koj¨¨ve ve¨ªa el fin de la historia como efectividad en movimiento y no como t¨¦rmino: la historia contin¨²a tras el fin de la historia. El porvenir, desde la Revoluci¨®n Francesa y Napole¨®n, est¨¢ jugado. El fin de la historia es la carrera hacia el Estado mundial, en el que deben primar los principios universales y los derechos del hombre que surgieron de la Revoluci¨®n Francesa. Aunque la historia acabe, o mejor dicho, se viva el comienzo de su fin, siguen, claro est¨¢, ocurriendo acontecimientos, y estamos, seg¨²n Koj¨¨ve, en una fase de imperios regionales (de mercados comunes que, en su versi¨®n europea, tanto defender¨ªa en la pr¨¢ctica Koj¨¨ve).
Son ideas de Hegel, retornadas por Koj¨¨ve. Hegel fue una excusa, un seud¨®nimo para Koj¨¨ve, seg¨²n su bi¨®grafo Dominique Aufret (Alexandre Koj¨¨ve: la philosophie, l`Etat, la fin de l'histoire, 1990). Por su parte, Allan Bloom considera que "porque era un hombre serio, Koj¨¨ve nunca trat¨® de ser original: toda su vida consisti¨® en buscar la verdad en el pensamiento de hombres sabios del pasado". Ahora que el tiempo vuelve a estar de moda, Koj¨¨ve nos recuerda que el tiempo hist¨®rico no discurre del pasado hacia el presente para llegar al futuro, sino que parte del futuro para, a trav¨¦s del pasado, llegar al presente. Es decir, que el presente viene a ser as¨ª una reinterpretaci¨®n del pasado a la luz del proyecto (vital, dir¨ªa Ortega y Gasset) de futuro que tengamos.
Koj¨¨ve vio el fin de la historia como una rebarbarizaci¨®n o incluso como una vuelta del
hombre a la animalidad. Vio como modelo de este fin de la historia el american way of life. No obstante, tras un viaje a Jap¨®n a finales de los a?os cincuenta, revis¨® este concepto viendo en el esnobismo japon¨¦s otro tipo de fin de la historia: "El curso de las cosas llevar¨¢, a fin de cuentas, no a una rebarbarizaci¨®n de los japoneses, sino a una japon¨ªzaci¨®n de los occidentales (incluidos los rusos)". Al llegar al fin de la historia de su seminario, estalla la II Guerra Mundial y Koj¨¨ve es movilizado como soldado de segunda clase. Aprovechando la paz de Vichy, redactar¨¢, casi de un tir¨®n, su Esbozo de una femenolog¨ªa del derecho, no publicado hasta 1981.
Tras la guerra debi¨® de pensar que, en filosof¨ªa, ya hab¨ªa llegado a su propia culminaci¨®n. "Quer¨ªa, como Plat¨®n, aconsejar al pr¨ªncipe. Quer¨ªa saber c¨®mo funciona [la historia]", le confesar¨ªa a Aron. Se dirige as¨ª a su amigo Robert Marjolin para que le consiga un puesto en la Administraci¨®n. Y entra de la mano de Olivier Womser y Bernard Clappier (que fue primero director de Gabinete de Robert Schuman acab¨® como gobernador del Banco de Francia) en la Direcci¨®n Relaciones Econ¨®micas Exteriores del Ministerio de Econom¨ªa y Finanzas, como funcionario sin posici¨®n predeterminada (llegando tambi¨¦n a trabajar con Val¨¦ry Giscard d'Estaing). Desde ah¨ª participar¨ªa en las m¨¢s importantes negociaciones internacionales de Francia: Plan Marshall, elaboraci¨®n de una estrategia para el Plan Schuman y creaci¨®n del Mercado Com¨²n, GATT, etc¨¦tera, e incluso en los acuerdos de Evian sobre la descolonizaci¨®n de Argelia.
Koj¨¨ve crey¨® acertado el enfoque de recuperaci¨®n de la "grandeza" para Francia que propugn¨® De Gaulle. Prest¨® suma atenci¨®n a la construcci¨®n europea y al Mercado Com¨²n, incluidos sus problemas agr¨ªcolas. Contribuy¨® a una teor¨ªa de los precios de las materias primas, y sus intereses se fueron cada vez m¨¢s hacia la situaci¨®n del llamado Tercer Mundo.
Su papel no era t¨¦cnico, sino de definici¨®n t¨¢ctica y estrat¨¦gica. Su capacidad y su exigencia de s¨ªntesis eran asombrosas, y por ellas y por su habilidad di¨¢l¨¦ctica en las negociaciones le tem¨ªan sus socios y oponentes. Raymond Barre relata c¨®mo, cuando era un joven funcionario, Koj¨¨ve le pidi¨® una nota sobre unas cuestiones monetarias complejas. En ella trabaj¨® todo el fin de semana. Koj¨¨ve le ley¨® y le pidi¨® que la redujera a la mitad. Aceptados los tres folios, se decidi¨® que deb¨ªa pasar al ministro, pero para ello hab¨ªa que reducirla a folio y medio. Y se redujo.
Alexandre Koj¨¨ve sigui¨® escribiendo, pero no publicando, de filosof¨ªa. Koj¨¨ve, que hab¨ªa renunciado a toda carrera acad¨¦mica, seguir¨ªa ense?ando filosof¨ªa a su manera. "Siempre estaba dispuesto a cerrar la puerta de su despacho para hablar de filosof¨ªa", recuerda Allan Bloom.
Vivi¨® Mayo del 68 con una cierta distancia, al considerar que "no hay revoluci¨®n porque no hay nadie muerto o nadie quiere matar". El 4 de junio de 1968, en una sesi¨®n de negociaci¨®n en Bruselas en el Grupo Oeste Comercial del Mercado Com¨²n, tras haber hablado en defensa de la creaci¨®n de una pol¨ªtica comercial com¨²n, le da una crisis cardiaca, se desploma y fallece. "El hombre", hab¨ªa comentado Koj¨¨ve en su Introducci¨®n, "es el ¨²nico ser en el mundo que sabe que va a morir, y se puede decir que es la conciencia existente de la muerte, o una muerte consciente de s¨ª".
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