La ideolog¨ªa teocr¨¢tica amenaza con dominar el mundo, dice el Nobel Soyinka
El escritor recibe hoy en Madrid una medalla que reconoce su teatro comprometido
Mientras lamentamos la quiebra del comunismo, cuyo colapso fue consecuencia de su negaci¨®n del esp¨ªritu humano, la ideolog¨ªa teocr¨¢tica amenaza con tomar el relevo. Porque por encima de las ideolog¨ªas prevalece un rasgo com¨²n entre los pueblos: el deseo de dominio. De ah¨ª que la cr¨ªtica cultural, y en concreto el teatro, deba volver la vista en el siglo XXI a los temas fundamentales del poder y la libertad. "No son nuevos, pero revivir¨¢n con nuevos matices", dijo ayer en Madrid Wole Soyinka (Nigeria, 1934), dramaturgo y novelista, premio Nobel de Literatura en 1986. Hoy recibir¨¢ la Medalla del Teatro que le han concedido la Real Escuela de Arte Dram¨¢tico y la Fundaci¨®n Banesto.
"No parece un premio Nobel parece un amigo. No tiene el empaque de los premios Nobel", dijo el cr¨ªtico Jos¨¦ Monle¨®n para presentar a un Soyinka vestido con ropa informal y que mantiene un aire juvenil pese a que el pelo va siendo ya blanco.Soyinka participa estos d¨ªas en unos debates sobre el teatro en el fin de siglo. Es el primer escritor africano de raza negra que obtiene el Nobel de Literatura y su obra, compuesta por una veintena de t¨ªtulos para la escena y varias novelas, recoge los mitos y ritos del substrato cultural nigeriano.
Soyinka se mostr¨® ayer cr¨ªtico y autocr¨ªtico, y cont¨® una an¨¦cdota de los primeros a?os de la revoluci¨®n cubana, cuando en un festival de teatro progresista un miliciano intervino en una discusi¨®n intelectual. Este hombre dijo que despu¨¦s de siete horas de trabajo, m¨¢s cuatro de guardia para prevenir la invasi¨®n "del T¨ªo Sam", sin ver a su familia y a sus amigos, iba al leatro.Y all¨ª no quer¨ªa que le hablasen otra vez, inflexiblemente, de los valores de la revoluci¨®n, sino que quer¨ªa "percibir el mundo a trav¨¦s de una nueva luz".
"Nosotros, en nuestra discusi¨®n intelectual, ten¨ªamos un enfoque r¨ªgido", dijo Soyinka, "y creo que lo importante era ver lo que falta, esa gran laguna, evitando la congelaci¨®n de la forma".
Lo que se encuentra al buscar elementos comunes entre los pueblos son teor¨ªas herm¨¦ticas que tratan de privar al individuo de su esp¨ªritu, seg¨²n la visi¨®n de Soyinka, muy desconfiada con el poder. Esa negaci¨®n del esp¨ªritu colaps¨® el comunismo, y en ?frica tambi¨¦n el comunismo se ha traicionado por su impulso totalitario, destructor del humanismo.
Ca¨ªdo el comunismo, ya hay relevo. "La ideolog¨ªa religiosa intenta tomar ese papel, guardando siempre co mo factor com¨²n el deseo de dominar", dice Soyinka, para quien es urgente analizar hacia d¨®nde lleva la libertad, si hacia una liberaci¨®n verdadera, hacia el colapso o hacia sistemas tribales, por ejemplo. "Hay que buscar qu¨¦ no funcion¨® en la degradaci¨®n del socialismo, analizar d¨®nde se produjo ese vac¨ªo".
En primera fila
En su opini¨®n, el teatro debe estar en primera fila en ese an¨¢lisis sobre el porqu¨¦ del deseo de dominio y sus lamentables consecuencias. Los nuevos autores pueden hablar del poder y la libertad "a su luz". Y esa perspectiva incluye las relaciones humanas, el amor, el odio, y quiz¨¢, como novedad, "aspectos ecol¨®gicos".Dentro de los debates sobre teatro y fin de siglo hubo ayer, junto a la de Soyinka, intervenciones del escritor Vicente Molina Foix y del cr¨ªtico y profesor alem¨¢n Ernst Schumacher. Otra de las ponencias abord¨®, desde el punto de vista franc¨¦s, problemas a los que se enfrenta el teatro en varios pa¨ªses de Europa. La palabrafestivalizaci¨®n fue la utilizada por el dramaturgo y cr¨ªtico Michel Simonot para referirse a un teatro "bajo garant¨ªa del Estado".
Simonot explic¨® que el Ministerio de Cultura franc¨¦s publica anualmente un "gigantesco" cat¨¢logo de festivales. "Hay un tr¨¢fico de notoriedad financiada", dijo, "y el que financia recoge una plusval¨ªa simb¨®lica". Ese cat¨¢logo s¨®lo puede llevar a la crisis, "ya que un festival es un candil que ilumina una llanura, pero si son 10.000 las llamas se pierde el efecto".
La festivalizaci¨®n del teatro conduce a que cada creaci¨®n tenga como finalidad ella misma, sin buscar inscribirse en la historia del pensamiento o del teatro. Esa rentabilidad no econ¨®mica sino simb¨®lica del teatro afecta tambi¨¦n negativamente a los j¨®venes, condenados al ¨¦xito inmediato. La b¨²squeda del autor-milagro es alentada por la prensa. Ya no quedan espect¨¢culos carism¨¢ticos, voces portadoras de la utop¨ªa, la ¨²ltima de las cuales perteneci¨® a un polaco, Tadeusz Kantor.
Estas y otras interferencias llevan a Simonot a concluir que en este fin de siglo "el teatro se ahoga en el espejo del poder pol¨ªtico o medi¨¢tico".
Babelia
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