"La Castellana es el r¨ªo de Madrid"
Mariel Guiot (alta y guapa, que esconde su edad tras una sonrisa) se va a enfadar cuando se vea como "copropietaria". "Yo tengo participaci¨®n, pero no es correcto. Los Alphaville pertenecen a Musidora". Composiciones empresariales al margen, en realidad Mariel, francesa de Ly¨®n, fil¨®loga y periodista, da sentido y contenido a estas salas de cine desde su despacho en Musidora, la distribuidora creada por su marido en 1975.Le cuesta definir su actividad en una sola palabra: de hecho, una sola palabra no dar¨ªa para abarcar todo lo que hace. Piensa dos segundos y acu?a divertida el t¨¦rmino de "directora art¨ªstica". "Yo hago que una pel¨ªcula, que es un objeto aparentemente acabado, pero que est¨¢ en bruto, se haga visible para los espectadores. Una pel¨ªcula necesita que la vistan". Y los ropajes son complicados: selecci¨®n, importaci¨®n, subtitulado -actividad que ella ha asumido en ocasiones y que ahora supervisa-, documentos para la prensa, hoja informativa para el p¨²blico...
Mariel ha arropado amorosamente a cientos de pel¨ªculas. "Cuando trabajas con ellas las empiezas a conocer. Lo lees todo, te sabes los di¨¢logos. La gente las ve una vez y no se da cuenta de lo que se pierden".
Al principio Musidora tra¨ªa los largometrajes, pero pronto se cansaron de la dependencia de los exhibidores. Necesitaban un cine. As¨ª surgieron los Alphaville. Las dos primeras salas se abrieron en 1977; las dos siguientes, en 1979. El bar, en 1980. Madrid estrenaba la transici¨®n con una nueva etapa en la oferta cinematogr¨¢fica. Por la capital empezaron a desfilar Godard, Wenders, Fasshinder, Herzog, Rohmer o Jim Jarmush.
La apuesta fue un ¨¦xito. Ya no se iba al cine. Se iba a los Alphaville. El nombre salt¨® incluso a la letra de una canci¨®n de Luis Eduardo Aute. El cine de calidad, reservado a aquellas salas minoritarias de nombre somnoliento ("de arte y ensayo") y a los a?orados cinestudios, era rentable. Y encima en versi¨®n original. "A alguna gente", dice Mariel, "le pareci¨® inaceptable que nos gustara el cine de verdad, que pretendi¨¦ramos entenderlo y hacer que el espectador se implicara, y que encima gan¨¢ramos dinero".
Lugar de ambientes
Mariel se vino a Madrid y en Madrid se ha quedado. Esta ciudad representaba para ella "algo especial" por motivos pol¨ªticos, como foco de resistencia en la guerra civil, Como lugar de ambientes. Una idea rom¨¢ntica conversada y madurada con su hermano, historiador. "No creo que hubiese vivido en otra ciudad. He tenido la oportunidad y no lo ha hecho".Conoci¨® Madrid "cuando era un pueblo", cuando hab¨ªa serenos. "Dar unas palmadas y que te viniera a abrir un se?or que te conoc¨ªa era maravilloso, y seguro". Ahora percibe m¨¢s miedo en el ambiente.
Ha vivido en la Prospe (Prosperidad) y en la plaza de Espa?a, y ahora reside en un "medio campo" (Aravaca). Reparte el d¨ªa entre su hijo y el trabajo. No hay tiempo para la compra ("la hago, por tel¨¦fono", dice con tono de disculpa, y comenta lo inc¨®modas que deben de resultar las bolsas de papel marr¨®n sin asas que salen en las pel¨ªculas americanas, ¨¦sas que rebosan latas de sopas Campbell y un manojo de espinacas). Ni para salir de copas ("Prefiero encuentros m¨¢s ¨ªntimos. He salido ya mucho"). La vida callejera, sin embargo, le parece "lo m¨¢s notable de Madrid". "Est¨¢ a a?os luz de cualquier pa¨ªs europeo. Yo me quedo en casa muy a gusto sabiendo que fuera hay gente. Me da tranquilidad de esp¨ªritu", se r¨ªe.
Se desplaza en coche a todas partes. "De los atascos no me quejo. Peores son en Ly¨®n o en Par¨ªs. Lo que m¨¢s echo de menos es que esta ciudad no tenga r¨ªo. El Manzanares es un riachuelo, ah¨ª aislado. El agua en una ciudad es importante". En realidad, dice Mariel, el r¨ªo de Madrid es el paseo de la Castellana. "Tiene dos riberas, la izquierda y la derecha, como en Par¨ªs. Es el eje de la ciudad y la ¨²nica avenida que tiene el tama?o de un r¨ªo".
Le gustan este paseo y las hileras de acacias que lo recorren. "Es un ¨¢rbol estupendo, con un color precioso". Y la luz de Madrid en los d¨ªas de invierno. "Madrid es la capital m¨¢s alta de Europa", recuerda. "690 metros. Me encanta la idea".
Pero lo que m¨¢s le fascina es la Gran V¨ªa, Ias casas estrafalarias, con estatuas barrocas encima". "Como es tan estrecha, no tienes perspectiva. Me gusta m¨¢s que la zona de los Austrias. Madrid es la Gran V¨ªa, representa la imagen rom¨¢ntica de la que hablaba, haciendo abstracci¨®n de la degradaci¨®n que sufre".
Ahora Mariel est¨¢ descubriendo otro Madrid. Su hijo de 20 meses tiene la culpa. Est¨¢ encandilada con los delfines del zoo y con el hip¨®dromo. Tiene pendiente el Parque de Atracciones. "?Y el circo! La verdad es que me lo paso tan bien como ¨¦l".
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