Lisboa, la cumbre que se muerde la cola
Ratificaci¨®n, cohesi¨®n y ampliaci¨®n de la CE, c¨ªrculo vicioso que atenaza a los Doce
Los jefes de Estado y de Gobierno de la Comunidad Europea (CE) inician hoy en Lisboa el primer Consejo Europeo tras el acuerdo hist¨®rico alcanzado el pasado 11 de diciembre en Maastricht. Lo que iba a ser la cita de la cohesi¨®n y los restantes compromisos financieros de la uni¨®n europea, as¨ª como la se?al de partida para la gran ampliaci¨®n de la Comunidad, se ha convertido en la rev¨¢lidade Maastricht. El rechazo dan¨¦s al tratado obliga a los Doce a dar marcha atr¨¢s para apuntalar el gran paso adelante. De la cumbre saldr¨¢n grandes declaraciones pol¨ªticas, pero ning¨²n acuerdo s¨®lido de calendario y cifras.
"?stos s¨®n tiempos hist¨®ricos para Europa y el mundo", dice en su carta a los l¨ªderes de la Comunidad el primer ministro portugu¨¦s, An¨ªbal Cavaco Silva, pero los Doce se ven atenazados por sus propios compromisos y s¨®lo aspiran en Lisboa a lanzar la se?al pol¨ªtica de que est¨¢n dispuestos a salir adelante. El primer d¨ªa de la reuni¨®n coincide con la final de la Eurocopa de Naciones, en la que se enfrentan Dinamarca y Alemania. Los daneses, verdadera revelaci¨®n de la temporada comunitaria, se impusieron antes a Holanda. El presidente Felipe Gonz¨¢lez juga r¨¢ su partido particular en favor de la cohesi¨®n y cuenta enja l¨ªnea defensiva con sus colegas de Portugal, Grecia e Irlanda. El gol que intentar¨¢n colarles los del norte, con el apoyo indirecto del ¨¢rbitro Jacques Delors, es retrasar dos a?os -hasta 1999- el objetivo de la dupl¨ªcaci¨®n de las ayudas regionales. El contraataque est¨¢ basado en pedir una pr¨®rroga del dinero destinado al fondo de cohesi¨®n, el elemento innovador del refuerzo de la solidaridad financiera. La propuesta de la Comisi¨®n Europea prev¨¦ dotar este mecanismo de apoyo a la convergencia econ¨®mica de los m¨¢s pobres con 1,3 billones de pesetas en cinco a?os."La Comunidad vive una situaci¨®n de pescadilla que se muerd¨¦ la cola", afirma un diplom¨¢tico comunitario. Sin ratificaci¨®n del tratado por los Doce es imposible seguir adelante y la soluci¨®n m¨¢s sencilla es que 11 lo ratifiquen cuanto antes, como argumento para convencer a Dinamarca de que lo mejor es subirse al carro. "Consolidar Maastricht", en palabras de Cavaco Silva, es el objetivo de esta cumbre con la esperanza de que pueda estar listo en diciembre.
Un par¨¦ntesis
Desde este punto de vista, Lisboa se ha convertido en un par¨¦ntesis entre Maastricht y Edimburgo (sede del Consejo Europeo de final de a?o). El pr¨®ximo 1 de enero le toca a Dinamarca asumir la presidencia comunitaria.
Sin Tratado de Maastricht no puede haber ampliaci¨®n, el gran reto de una Comunidad en crisis interna y a la vez cortejada desde fuera. Los candidatos que llaman a la puerta son la mejor prueba de que la construcci¨®n europea sigue viva y acaso la raz¨®n determinante para demostrar a los daneses que cometieron un error de c¨¢lculo al rechazar lo que sus vecinos n¨®rdicos reclaman. Los pa¨ªses m¨¢s reticentes, en especial Espa?a y Francia, han aceptado iniciar las negociaciones de adhesi¨®n a partir de primeros de a?o con los aspirantes m¨¢s adaptados econ¨®mica y pol¨ªticamente (Austria, Suecia, Finlandia y Suiza).
La fecha de la entrada no se sabe porque el list¨®n est¨¢ muy alto: la condici¨®n previa es asumir lo que es la CE, m¨¢s el mercado ¨²nico de 1993 y los proyectos de uni¨®n pol¨ªtica y monetaria. Lo que s¨ª ser¨¢ imposible es que la pr¨®xima presidencia brit¨¢nica d¨¦ comienzo, aunque sea simb¨®licamente, a las negociaciones de ampliaci¨®n, tal como era su deseo. En Maastricht, los Doce, se comprometieron a aprobar primero las perspectivas financieras, incluida la adhesi¨®n.
Hablar de dinero ahora podr¨ªa complicar m¨¢s el proceso de ratificaci¨®n del Tratado. Esta tesis compartida al alim¨®n por Alemania, Francia y el Reino Unido recibe el apoyo de los dem¨¢s pa¨ªses pagadores. Por eso, el propio Delors, por primera vez en ocho a?os, se sit¨²a por debajo de sus ambiciones y se contenta con pedir "orientaciones firmes" para intentar cerrar un acuerdo en diciembre. Nada hace asegurar que a final de a?o la salvaci¨®n de Maastricht o el c¨ªrculo vicioso de la ratificaci¨®n, perspectivalfinancieras y ampliaci¨®n estar¨¢n resueltos. Si no hay tratado no habr¨¢ obligaci¨®n de un nuevo presupuesto m¨¢s elevado, y sin ¨¦l no podr¨ªan empezar las negociaciones de ingreso.
Temporada de rebajas
La crisis que ha creado el refer¨¦ndum de Dinamarca ha servido, adem¨¢s, para inaugurar la temporada de rebajas en la CE. Los pa¨ªses pagadores piden congelar al menos dos a?os el actual tope de ingresos. Los pobres, a trav¨¦s de ahorros y recortes en otras pol¨ªticas comunitarias, confian en salvar los muebles de la cohesi¨®n. Los Estados Contribuyentes netos hacen adem¨¢s otras cuentas. Si se para el aumento del presupuesto hasta 1995, en esa ¨¦poca habr¨¢ nuevos socios ricos que ayudar¨¢n a pagar la factura.
La construcci¨®n europea no vive su mejor momento y el Reino Unido, como anticipo para su presidencia, ha reclamado el debate de cesi¨®n de competencias de la CE. Los Doce se ver¨¢n obligados a redefinir la subsidiariedad, un principio basado en tomar aquellas decisiones en com¨²n donde sea m¨¢s eficaz actuar juntos que cada uno por su lado. La discusi¨®n te¨®rica no resuelve un problema que depende de la posici¨®n de partida y que est¨¢ envenenado por el temor infundado al superestado de Bruselas. No deja de ser parad¨®jico que la CE, para tranquilizar a algunas opiniones p¨²blicas, se vea obligada a renacionalizar algunas de sus competencias justo en el momento de su historia en el que se dispone a asumir dos parcelas claves de la soberan¨ªa nacional: la moneda y una parte de la pol¨ªtica exterior y de seguridad.
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