La Schubertiade, un ejemplo
La peque?a ciudad austriaca de Feldkirch celebra un festival de primera magnitud
Verlo para creerlo. Feldkirch, peque?a ciudad de 25.000 habitantes en el monta?oso oeste de Austria, casi lindando con Suiza, celebra durante la segunda quincena de junio la Schubertiade, un festival con un presupuesto de 12 millones de chelines austriacos (unos 110 millones de pesetas) con artistas como Fischer Dieskau, Peter Schreier, B. Fassbaender, E. Guruberova, cuarteto Alban Berg, G. Kremer, A. Brendel, N. Harnoncourt, A. Schiff y otros muchos. Todos repiten. De Espa?a ¨²nicamente ha participado, hace ya tiempo, Alicia de la Rocha.
La Schubertiade surgi¨® como festival en 1976 en Hohenems, ciudad de algo m¨¢s de 10.000 habitantes, donde se encontraron dos de los manuscritos de la Canci¨®n de los nibelungos.
La idea de la celebraci¨®n musical, debida a una inciativa del cantante alem¨¢n Herm ann Prey, era interpretar las obras de Schubert en orden cronol¨®gico, al menos en lo que respecta a las camer¨ªsticas, lieder para voz y sonatas instrumentales.
La localidad de Hohenems, a 700 metros de altitud, enclavada en un marco id¨ªlico, tiene un bello palacio renacentista, original de Martino Longo, en cuyo Sal¨®n de los Caballeros (200 asientos), adem¨¢s de en el patio al aire libre (400 asientos), ten¨ªan lugar los conciertos de la Schubertiade.
Durante los ¨²ltimos a?os, el festival se repart¨ªa entre las sedes instaladas en Hohenems y Feldkirch, separadas unos 20 kil¨®metros monta?osos. Esta ¨²ltima localidad posee una sala de congresos y conciertos con capacidad para 900 localidades y un Conservatorio en cuyo sal¨®n de actos caben 500 personas. Evidentemente, los conciertos de cierta dimensi¨®n se realizaban por ese motivo en Feldkirch. Desde 1991 se decidi¨® que esta ciudad acogiese la totalidad de la programaci¨®n del festival.
Extranjeros
El 80% de los asistentes a la Schubertiade son extranjeros, especialmente alemanes (40%) y en menor medida suizos (20%); pero tambi¨¦n acude gente desde Australia, Nueva Zelanda, Estados Unidos, Holanda, Italia, Inglaterra, Francia y otros pa¨ªses.
Al igual que los artistas, muchos de los espectadores vuelven todos los a?os y exhiben con orgullo, ante los que llegan por vez primera, la fecha desde la que son asiduos: la antig¨¹edad, en algo como la Schubertiade, se considera un honor. La capacidad hotelera de Feldkirch no es suficiente para todos los visitantes, que se distribuyen en un entorno de 20 kil¨®metros a la redonda en peque?os pueblos con pensiones y hoteles familiares en los lugares m¨¢s buc¨®licos.
Es precisamente se ambiente familiar y relajado lo que atrae a p¨²blico y artistas. "Los cantantes e instrumentistas no vienen s¨®lo por las representaciones, sino porque se encuentran a gusto aqu¨ª", dice Karl Anton Frei, director de la Schubertiade.
No tienen ning¨²n patrocinador p¨²blico ni privado, ni tampoco el despliegue de apoyo de las casas discogr¨¢ficas. Los ¨²nicos ingresos son a trav¨¦s del precio de las entradas (caras; normalmente de 300 a 800 chelines austr¨ªacos).
Es un festival minoritario, casi un milagro. Las ¨®peras no entran en sus pretensiones, "salvo quiz¨¢ en versi¨®n de concierto", dice Frei. "La escena es muy cara y preferimos huir de los grandes fastos y concentrarnos en actos m¨¢s intimistas".
Realizan conciertos especiales en los claros del bosque o en los patios ?le castillos o casas solariegas, pero la base de la programaci¨®n est¨¢ en el Montforthaus y en el Conservatorio, a un ritmo (le tres por d¨ªa (matinal, sobremesa, tarde).
M¨²sicos afines
Este a?o, dentro de un volumen de 37 conciertos, la estrella ha sido Harnoncourt con la Concertgebouw de Amsterdam en el ciclo completo de las sinfon¨ªas de Schubert, pero tambi¨¦n Andr¨¢s Schiff ha ofrecido en seis d¨ªas la integral de las sonatas con versiones primorosas (al menos los d¨ªas 27 y 28 de junio con unas ejecuciones redondas de la D 959 y D 960).
Se interpreta a Sxchubert, cuya imagen llena todos los rincones y establecimientos de la ciudad, pero tambi¨¦n a m¨²sicos a fines en el tiempo o en el esp¨ªritu. Entre los ocho conciertos que presenci¨¦ (todos ellos de buen nivel) pude escuchar una versi¨®n excepcional del Streich Trio (1985) de Schnittke por Gidon Kremer (viol¨ªn), Catherine Metz (viola) y Clemens Hagen (violonchelo), en un programa complementado por un cuarteto de Schubert. Tambi¨¦n hay clases magistrales relacionadas con la interpretaci¨®n. Este a?o han sido a cargo de ters artistas vocales: Fischer Dieskau, Hans Hotter y Briggitte Fassbaender.
El amor por Schubert es la nota dominante de todos los actos. Aunque, curiosamente, Schubert nunca estuvo aqu¨ª ni tuvo ninguna vinculaci¨®n especial con Hohenems ni con la peque?a ciudad de Feldkirch, en las monta?as del oeste de Austria.
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