Error
El ministro de Justicia ha calificado de "error tr¨¢gico y lamentable" la decisi¨®n de un juez de vigilancia penitenciaria que concedi¨® permiso a un recluso en contra de la opini¨®n de los expertos, y quien, gozando de ese privilegio, viol¨® y asesin¨® a una ni?a de nueve a?os, crimen del que se confes¨® autor poco despu¨¦s.Naturalmente, el recluso pudo haber cometido no uno sino varios delitos en cadena antes de ser apresado, lo cual habr¨ªa merecido la calificaci¨®n de "error tr¨¢gico, m¨²ltiple y lamentable" por parte del titular del ministerio. O tambi¨¦n pudo no haber delinquido, pese a los justificados recelos de los expertos y del director de la c¨¢rcel que desaconsejaban su puesta en libertad. En ese caso no habr¨ªa existido tragedia que lamentar, aunque s¨ª error en la decisi¨®n, a menos que pueda probarse que los dict¨¢menes de esos expertos eran del g¨¦nero est¨²pido.
Y como lamentablemente no carec¨ªan de fundamento, se pregunta uno qu¨¦ falta hacen el psic¨®logo y el educador en las c¨¢rceles cuando, como ahora, quien decide los permisos ignora sus opiniones. M¨¢s l¨®gico ser¨ªa prescindir de sus servicios y sustituirlos por otros m¨¦todos, como la bola de cristal o los dados, en los que quiz¨¢ deposita m¨¢s confianza el magistrado de turno. Que el juez se declare "absolutamente destrozado" por el drama humano que ha desencadenado, pero no por la decisi¨®n que adopt¨®, seg¨²n ha dicho, s¨®lo a?ade escalofr¨ªos a los que su evidente ineptitud ha producido, m¨¢xime si tenemos en cuenta que necesit¨®, ocho meses para acabar decidiendo lo que decidi¨®.
Situaciones como ¨¦sta aconsejar¨ªan que el ministerio someta a m¨¢s de un juez a las pruebas de los psic¨®logos y de los educadores, quienes se preguntar¨¢n no tanto acerca de la utilidad de su labor con los reclusos como de la que podr¨ªan realizar con los que dictan permisos carcelarios.
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