Sucesi¨®n imposible
LA DESIGNACI?N de Al¨ª Kafi como nuevo presidente de la Rep¨²blica de Argelia, despu¨¦s de u?a larga incertidumbre, se ha producido en las condiciones anormales propias de un poder de hecho creado en diciembre pasado, despu¨¦s de la anulaci¨®n de las elecciones parlamentarias. El ¨®rgano supremo, el Alto Comit¨¦ de Estado, est¨¢ integrado por cinco personas designadas simplemente por la voluntad del Ej¨¦rcito, verdadero detentador del poder desde que Chadli Benyedid -el ¨²ltimo presidente elegido por un procedimiento constitucional- se vio obligado a dimitir. Asesinado Budiaf, los cuatro miembros restantes del Alto Comit¨¦ de Estado deb¨ªan nombrar al nuevo presidente.Pero, en el seno de ¨¦ste, el que realmente decide es el general Nezar, ministro de Defensa, y se esperaba que ¨¦l mismo asumiese la presidencia. No ha sido as¨ª. Fiel a su costumbre, el Ej¨¦rcito argelino prefiere que la titularidad del poder corresponda a una personalidad civil, aunque tenga antecedentes militares. Despu¨¦s de Budiaf, esta vez ha sido escogido Al¨ª Kafi. Entre ellos, la diferencia es considerable. El primero era uno de los nueve, es decir, miembro del grupo que en 1954 dio el primer impulso al levantamiento independentista. Su prestigio proced¨ªa sobre todo de su oposici¨®n al sistema de partido ¨²nico implantado por el Frente de Liberaci¨®n Nacional (FLN) despu¨¦s de su victoria. Esa oposici¨®n le impuls¨® a alejarse del poder y finalmente del pa¨ªs, residiendo en Marruecos durante casi 30 a?os. Una personalidad, por tanto, dif¨ªcilmente comparable ala de Al¨ª Kafi, presidente de una asociaci¨®n de antiguos combatientes, y que siempre ha actuado muy cerca de los c¨ªrculos gobernantes.
Budiaf volvi¨® de Marruecos a petici¨®n de los militares y apoy¨® plenamente la pol¨ªtica de ¨¦stos de represi¨®n contra los islamistas, de ilegalizaci¨®n del FIS y de condena del experimento que Chadli hab¨ªa hecho de dar a los fundamentalistas la posibilidad de actuar en el marco de un sistema electoral. Sin embargo, su visi¨®n pol¨ªtica no se limitaba a la represi¨®n pura y dura. Quer¨ªa moralizar la vida pol¨ªtica del pa¨ªs, con un criterio r¨ªgido, y no s¨®lo llevando a los tribunales a antiguos cuadros del FLN. Un general est¨¢ ya sometido a un proceso. Por otra parte, aspiraba a reagrupar con amplitud las fuerzas pol¨ªticas del pa¨ªs, con la idea de preparar el retorno a un sistema constitucional.
En cambio, la designaci¨®n de Al¨ª Kafi como presidente, y de Reda Malek como quinto miembro del Alto Comit¨¦ del Estado, no indica ninguna apertura hacia los partidos que vienen pidiendo una pol¨ªtica de "reconciliaci¨®n nacional" -entre otros, el Frente de Fuerzas Socialistas- para salir de una etapa en que s¨®lo act¨²an los militares en el terreno de la represi¨®n contra el FIS. Esa negativa a la apertura es dif¨ªcilmente comprensible cuando el debilitamiento que supone la muerte de Budiaf deber¨ªa ser una raz¨®n m¨¢s para un acercamiento a los partidos democr¨¢ticos.
Mientras tanto, las versiones oficiales sobre el atentado contra Budiaf son confusas y contradictorias. El hecho de que el asesino sea un oficial de los servicios de contraespionaje y la existencia probable de diversas complicidades no permiten limitarse a la tesis inicial de un atentado islamista. La insistencia de la viuda e hijos de Budiaf en que se descubra a los asesinos apunta hacia un compl¨® con ramificaciones pr¨®ximas al poder. No cabe ignorar que la campa?a contra la corrupci¨®n anunciada por Budiaf levantaba ampollas en sectores civiles y militares del aparato estatal. Mientras no se aclaren las responsabilidades ser¨¢ dif¨ªcil evitar la desconfianza en el aparato estatal.
Son asimismo graves las consecuencias del atentado en el plano internacional. Budiaf hab¨ªa logrado, gracias a su prestigio personal, mejorar las relaciones de Argelia con varios Gobiernos europeos. No se olvidaba el origen antidemocr¨¢tico de su poder, pero se le daba un margen para volver a un m¨ªnimo de normalidad pol¨ªtica. El nuevo equipo ofrece en este orden menos garant¨ªas, y cabe temer que sea un factor m¨¢s de inestabilidad en la agitada situaci¨®n por la que est¨¢ atravesando el Magreb.
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