Bush y el aborto
EN ESTADOS Unidos, a falta de una ley sobre el aborto, el derecho de las mujeres a interrumpir su embarazo est¨¢ consagrado y protegido por decisiones del Tribunal Supremo. La trascendencia de ¨¦stas es tal que son frecuentemente discutidas, llegando a provocar profundas pol¨¦micas sociales. Es el caso de la emitida la pasada semana sobre esta controvertida cuesti¨®n.Se entiende, por ello, que sucesivos presidentes hayan querido promocionar como miembros del Tribunal Supremo (un cargo que es vitalicio) a magistrados siempre de prestigio, pero asimismo representativos de las tendencias pol¨ªticas hegem¨®nicas en la Casa Blanca.
Tras 12 a?os de Administraci¨®n republicana, la proclividad es claramente conservadora. Tanto Ronald Reagan como George Bush han imprimido un ritmo conservador al tribunal, para apoyar en ¨¦l su esquema de transformaci¨®n de la sociedad estadounidense. Dice mucho de la independencia de los jueces, sin embargo, que no apliquen indiscriminadamente los criterios ideol¨®gicos por los que fueron seleccionados. De hecho, tres de los nombrados por Reagan y Bush, y de quienes se daba por supuesto el conservadurismo a ultranza, han resultado firmes liberales en materia de aborto, pena de muerte y religi¨®n (la semana pasada, el tribunal declar¨® que era inconstitucional la obligaci¨®n de rezar en las escuelas).
Pero tambi¨¦n es cierto y lamentable que, de vez en vez, emitan sentencias regresivas verdaderamente escandalosas: hace bien poco, por ejemplo, autorizaron el secuestro en el extranjero de personas reclamadas por la justicia estadounidense. Esto es lo que hace importante que el sistema de divisi¨®n de poderes limite la capacidad del Supremo de elaborar normas subrepticiamente: con alguna frecuencia, el Congreso ha legislado en contradicci¨®n directa con lo dictaminado en una sentencia, recordando as¨ª al tribunal que debe limitarse a interpretar la norma, no a crearla.
Algo de esto puede acabar pasando con la cuesti¨®n del aborto. En 1973, en la famosa sentencia de Roe contra Wade, el Tribunal Supremo de Estados Unidos hizo historia al declarar que el derecho de una mujer a abortar se inclu¨ªa en la restringida lista de "derechos fundamentales" protegidos directamente por la Constituci¨®n. Hace tres a?os, sin embargo, una nueva sentencia autoriz¨® a los Estados de la Uni¨®n a imponer algunas limitaciones a este derecho. Cuando la Asociaci¨®n de Planificaci¨®n Familiar recurri¨® esta ley ante el Supremo, todos en Estados Unidos pensaron que, vista la composici¨®n del tribunal, la sentencia de Roe contra Wade ser¨ªa anulada y se abrir¨ªa el camino para la ilegalizaci¨®n del aborto.
El tribunal ha vuelto a sorprender: es cierto que ha dictaminado que el aborto no es un derecho directamente constitucional, pero lo ha hecho sin admitir lo que llama "carga desproporcionada" de una ley sobre el derecho a prescindir del embarazo. En otras palabras, ha cerrado el camino a los antiabortistas. Pero por muy poco (cinco votos contra cuatro).
El hecho fundamental ahora es que la decisi¨®n del Tribunal Supremo repercute directamente sobre la campa?a presidencial. Porque antes de la elecci¨®n de noviembre los defensores del aborto llevar¨¢n al Congreso un proyecto de ley sobre libertad de elecci¨®n, un texto que garantizar¨ªa a las mujeres la posibilidad de abortar ampar¨¢ndose en la legislaci¨®n federal y no en lo que parece crecientemente ef¨ªmera sanci¨®n del Tribunal Supremo. ?Cu¨¢l ser¨¢ la actitud del presidente Bush? ?Vetar¨¢ la ley, enajen¨¢ndose as¨ª al voto femenino, o tendr¨¢ que aceptarla para no comprometer sus posibilidades de reelecci¨®n?
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