La pe?a del faldell¨ªn
Guardiola / Mendes, Fundi, Cu¨¦llar Toros de Salvador Guardiola, bien presentados, bajos de casta y, en general, deslucidos. V¨ªctor Mendes: pinchazo hondo atravesado y estocada baja tirando la muleta (silencio); estocada corta baja perdiendo la muleta y descabello (silencio). Fundi: pinchazo, media estocada ca¨ªda y descabello (silencio); pinchazo, estocada ca¨ªda atravesada y rueda de peones (silencio). Juan Cu¨¦llar: dos pinchazos hondos atravesad¨ªsimos, rueda insistente de peones, dos descabellos -aviso- y tres descabellos (pitos); estocada (oreja). Plaza de Pamplona, 9 de julio. Cuarta corrida de feria.Lleno de "no hay billetes".
Lleg¨® a la plaza una pe?a con banda y m¨²sica cuyos mozos vest¨ªan faldell¨ªn. Y bien majos ven¨ªan los mozos por la calle, formadicos que daba gusto verlos. Unos mozos aguerridos y peludos, muchos de ellos tambi¨¦n por debajo de la nariz, donde luc¨ªan espesos mostachos.
Desfilaban Estafeta arriba luego explanada de la plaza abajo, hasta entrar en el coso, disciplinados y compactos, cantando a pleno pulm¨®n una marcha de inconcreta letra, y marcaban el ritmo agitando en sus manos vistosos florones. Cantaban algo referente al conejo, y a mir¨¢rselo en el espejo. No sabr¨ªa explicar... No se les entend¨ªa muy bien, pese a su evidente entusiasmo. Varios de la retaguardia se entonaban y hasta hac¨ªan calderones. Y los bombos, ?zumba, zumba, zumba!; y los clarinetes, itur¨ª, tur¨ª, tirur¨¢!. Y dale con el conejo; y m¨ªratelo en el espejo.
La afici¨®n les rodeaba, admirada y enternecida, y hac¨ªa c¨¢balas acerca de aquella misteriosa letra que borbotoneaba en las privilegiadas gargantas de los pe?istas. "Perdone ?han dicho conejo?", preguntaba un aficionado, y otro, con mayores conocimientos sobre el arte de C¨²chares, respond¨ªa: "No. Dicen consejo. Se refieren al Consejo Taurino, que un d¨ªa de ¨¦stos va a crear el ministro Corcuera". El aficionado conocedor era una especie de Coss¨ªo parlante, no cab¨ªa duda.
Los portadores de la pancarta donde estaba rotulado el nombre de la pe?a, ?Rotxapea! -hist¨®rica entidad, de densa biografia- eran tan grandones que el faldell¨ªn se les convert¨ªa en provocativa minifalda. A uno de ellos se le hab¨ªa hecho una carrera en la media, ?y ni gritaba horrorizado ni nada! Entraron en la plaza con la solemnidad de Putifar en la corte de Fara¨®n. O m¨¢s a¨²n: como Radam¨¦s victorioso, mientras el coro entonaba la marcha triunfal de sus glorias y las del conejo, m¨ªralo en el espejo.Entrar a saco
?se era buen entrar. Otros entran a la manera del burro en la cacharrer¨ªa. O entran a saco. Hay toreros, por ejemplo, que entran a saco en la fiesta y la dejan hecha un solar. No s¨®lo los de esta tarde taurina pamplonesa, pero tambi¨¦n ellos. Que no triunfaran (ninguno triunf¨®, aunque ahora Juan Cu¨¦llar pueda presumir de una oreja), se entiende y se justifica, pues los toros resultaron deslucidos, en determinados casos violentos y los hubo con peligro sordo. No se entiende, en cambio, ni se justifica, que renunciaran a torear. No se trataba de que se pusieran a ligar naturales de caera cruj¨ªa, y con aromas de alhel¨ª. Se trataba de que impusieran un sentido lidiador. Muletazos de castigo, si se quiere. Eficacia, sin detrimento del arte, porque en el arte de torear entra tambi¨¦n el toreo de recurso que fue ideado por los maestros en tauromaquia para dominar los toros de cualquier condici¨®n distinta a los boyantes.
Pegar pases, s¨ª, los pegaban. Sin temple, ni gusto, ni aquella meritoria disposici¨®n que consiste en cruzarse con el toro y adelantarle la muleta. O sea, que se emplearon a fondo en la suerte del telonazo, en la argucia de salir corriendo al rematar el pase y en plantear el siguiente con m¨¢s ¨ªnfulas que Belmonte en tarde de inspiraci¨®n y miuras. Naturalmente, al embestir el toro, se acababan las ¨ªnfulas y el torero erguido se convert¨ªa en un arrugadito se?or, dispuesto a salir corriendo otra vez. A un toro noble, el cuarto, V¨ªctor Mendes lo resob¨® derechazos sin ning¨²n disimulo, aprovechando que la gente estaba distra¨ªada con la merienda y fustig¨¢ndose tintorro por todo el cuerpo. Mendes banderille¨® -seg¨²n suele- y lo hizo sin especial brillo. Fundi banderille¨® asimismo y lo hizo con especial opacidad. La gente les aplaudi¨® por eso, mas Pepote Bienvenida, desde el cielo, a lo mejor se estuvo poniendo colorado.
Al sexto le ech¨® Juan Cu¨¦llar las dos rodillas a tierra, dio as¨ª media docena de muletazos emocionantes, de pie sigui¨® d¨¢ndolos ya sin emoci¨®n, mat¨® pronto y eso le vali¨® la oreja. Bueno, ya la tiene. Y el p¨²blico, tal cual la iba pidiendo, la iba olvidando. Y unos cantaban el Vals de Astr¨¢in. Y cuando acababan el Vals de Astr¨¢in, por la andanada se o¨ªan bombos, clarinetes, calderones, virtuosas grangantas ensalzando las glorias del conejo, y m¨ªratelo en el espejo.
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