Jackson cautiva a los dem¨®cratas al elogiar al "presidente Clinton"
Las convenciones siempre hacen un poco de historia norteamericana. El martes fue el d¨ªa en el que los dem¨®cratas rehabilitaron a Jimmy Carter, el d¨ªa en el que Jesse Jackson -explosivo, brillante, cautivador- se reconcili¨® con Bill Clinton y le llam¨® presidente, y el d¨ªa en el que dos enfermos de sida conmocionaron a todo el pa¨ªs con una llamada de auxilio en nombre de todas las v¨ªctimas de ese mal. Ese mismo d¨ªa, el presidente George Bush era abucheado cuando pon¨ªa en juego en San Diego la primera bola de un famos¨ªsimo partido de b¨¦isbol.
Los 5.000 delegados de la convenci¨®n suelen estar distraidos durante los discursos. Vestidos con ropa deportiva, algunos de ellos en pantalones cortos, otros descalzos, aprovechan algunas intervenciones para levantarse a comprar palomitas o perritos calientes. Pero desde que Bob Hattoy, un asesor de Clinton que es homosexual y portador del virus del sida, abri¨® la boca, no se volvi¨® a escuchar una mosca en el gran recinto del Madison Square Garden de Nueva York.Hattoy cedi¨® la palabra a Elizabeth Glaser, que contrajo el sida en una transfusi¨®n durante el parto y contagi¨® la enfermedad al hijo que amamant¨® y a otro que concibi¨® posteriormente. Ambos acusaron a Bush de indiferencia ante su sufrimiento e hicieron m¨¢s da?o a la Administraci¨®n republicana del que pueden hacer todos los pol¨ªticos que intervengan en esta convenci¨®n. El ambiente estaba lo suficientemente cargado como para recibir con honores de triunfador al ¨²ltimo hombre que el Partido Dem¨®crata envi¨® a la Casa Blanca, Jimmy Carter.
La rehabilitaci¨®n de Carter
Han tenido que pasar 12 a?os para que el hombre humillado en la convenci¨®n de 1980, donde Edward Kennedy se neg¨® incluso a estrechar su mano, sea rehabilitado en su justa dimensi¨®n. Mientras que Ronald Reagan, que le derrot¨® estrepitosamente en ese mismo ano, vive hoy casi olvidado por el p¨²blico norteamericano, Carter se ha ganado el respeto generalizado por su trabajo con los pobres, con los pa¨ªses que padecen carencias democr¨¢ticas y ataques a los derechos humanos.
Despu¨¦s de Carter lleg¨® el hurac¨¢n Jackson. No llegaba en sus mejores horas; en realidad, Jackson llegaba casi vencido a una convenci¨®n que ha derrotado sus tesis radicales y ha aprobado una plataforma moderada que el reverendo no comparte. Pero es lo suficientemente pol¨ªtico como para conocer el terreno que pisa y comenz¨® su discurso con unas palabras de admiraci¨®n a quien llam¨®, disciplinadamente "presidente Bill Clinton".
Inmediatamente lleg¨® la tormenta: rayos y truenos contra la pobreza, contra la marginaci¨®n, contra los abusos de poder del establecimiento pol¨ªtico. La audiencia, completamente entregada, qued¨® al borde de la histeria cuando Jackson, al que le temblaban la voz y las manos, pronunci¨® frases como ¨¦sta: "Jesucristo fue el hijo de una pareja sin hogar. Jes¨²s fue hijo de una madre soltera, a la que criticaron y humillaron. Si ella hubiera abortado, la hubieran llamado inmoral. Si hubiera decidido tener su hijo le hubieran dicho que no ten¨ªa valores familiares. Pero Mar¨ªa ten¨ªa valores familiares. Era Herodes, el Dan Quayle de aquellos d¨ªas, el que no sab¨ªa nada sobre los verdaderos valores familiares". Jackson elogi¨® tanto a Clinton como al candidato a la vicepresidencia, Al Gore. Llam¨® a la reconciliaci¨®n entre blancos y negros, a "convertir el dolor en compa?erismo", y record¨® que si no fuera por el hombre blanco que tuvo el valor de filmar el famoso v¨ªdeo, Rodney King, el Joven negro apaleado en Los ?ngeles, estar¨ªa todav¨ªa en la c¨¢rcel acusado de atacar a la polic¨ªa.
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