Posmitterrandismo
EL TEMA central del congreso que los socialistas franceses acaban de celebrar en Burdeos ha sido -aunque, claro est¨¢, de manera t¨¢cita- el de la inevitable y pr¨®xima desaparici¨®n de Fran?ois Mitterrand no ya como actor de la escena pol¨ªtica en lo inmediato, sino como bandera de futuro.Es dif¨ªcil exagerar el papel que Mitterrand ha desempe?ado en la historia del socialismo franc¨¦s. En el ya lejano congreso de Epinay logr¨® transformar al moribundo partido SFIO (Secci¨®n Francesa de la Internacional Obrera) en una renovada formaci¨®n so cialista con la inyecci¨®n de sangre nueva proveniente de movimientos de la resistencia antihitleriana. Despu¨¦s, su pol¨ªtica flexible -quiz¨¢ en momentos demasiado florentina- le permiti¨® desbancar a los comunistas del lugar de primac¨ªa de la izquierda que ostentaban desde el final de la II Guerra Mundial. Pero si desde entonces su liderazgo estaba muy afianzado, sus dos victorias en las elecciones presidenciales con virtieron al Partido Socialista (PS) en el partido del presidente. Esta circunstancia ha contribuido, a su vez, a acentuar las luchas entre las fracciones organizadas, ya que cada una de ellas intentaba obtener, en un momento u otro, la bendici¨®n del inquilino del El¨ªseo; tanto, que el partido que acudi¨® al congreso de Rennes en 1990 estaba al borde de la desintegraci¨®n. S¨®lo el arbitraje de Mitterrand logr¨® recomponer algo los platos rotos.
El clima del congreso de Burdeos ha sido diametralmente distinto. Despu¨¦s del severo varapalo recibido en las elecciones regionales y locales de la pasada primavera, los socialistas se han visto en la imperiosa necesidad de dar sensaci¨®n de unidad. Para ello, el nuevo primer secretario, Laurent Fabius, ha tenido la inteligencia de aplazar hasta diciembre la elecci¨®n de los cargos directivos del PS. Al mantenerse la actual directiva, en Burdeos ha sido obviado el tema m¨¢s conflictivo: el de cu¨¢les fracciones instalar¨ªan a qu¨¦ barones en cu¨¢les cargos.
Es importante que el congreso haya aprobado una reforma de los estatutos del partido para fomentar su relaci¨®n con la sociedad. El PS facilitar¨¢ la intervenci¨®n de no afiliados en su vida interna y en sus debates. Para superar las fracciones -uno de los proyectos de Fabius- se da un primer paso al crear un nuevo parlamento del partido, el Consejo Nacional, en el que, al lado de los jefes de las fracciones, estar¨¢n los 100 secretarios departamentales. Y tambi¨¦n represen tantes de los otros partidos socialistas europeos. Un paso inteligente hacia la europeizaci¨®n de la forma ci¨®n pol¨ªtica francesa. El otro gran asunto del congreso era el de la preparaci¨®n de las elecciones legislativas de marzo de 1993 y de las presidenciales de mayo de 1995. Es evidente que los socialistas dan por perdidas, o casi, las primeras, y que por ello se proponen intentar garantizarse el ¨¦xito en las segundas.
En Francia, la orientaci¨®n pol¨ªtica del pa¨ªs viene definida por la elecci¨®n del presidente, mientras que, d¨ªgase lo que se diga, el jefe del Gobierno es m¨¢s bien un administrador. Ahora los socialistas tienen al candidato con m¨¢s posibilidades de llegar al El¨ªseo en 1995. Quiz¨¢ el dato m¨¢s sorprendente de Burdeos haya sido la consagraci¨®n oficial de Michel Rocard como aspirante a la presidencia. Aunque nunca ha contado con demasiadas simpat¨ªas en el PS, los socialistas no se pueden permitir desaprovechar el capital de popularidad que Rocard ha logrado acumular (incluso con su actitud cr¨ªtica en relaci¨®n con posiciones oficiales socialistas), superior al de Jacques Delors, presidente de la Comisi¨®n Europea.
Como dijo el primer ministro, Pierre B¨¦r¨¦govoy, el congreso de Burdeos marca "el fin de una ¨¦poca", la ¨¦poca en la que el liderazgo de Mitterrand ha desempe?ado un papel decisivo. Los socialistas parecen haber tomado conciencia de ello. Es dudoso, sin embargo, que las medidas que han tomado para afrontar la nueva situaci¨®n les permitan remontar su tremendo desgaste.
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