Delgado coloca a Banesto en una sistuaci¨®n ideal

Indur¨¢in y Chiappucci emplearon ayer una estrategia de largo alcance. Se instalaron en el cuartel general y ordenaron un interesante movimiento de tropas preludio de la gran batalla de los Alpes. A f¨¦ que utilizaron lo mejor de su arsenal: Perini y Roche, el Carrera, y Philipot y Delgado, el Banesto. La maniobra de diversi¨®n cobr¨® otra magnitud con la presencia de Roche y Delgado, dos ex ganadores del Tour. Delgado, cuarto ahora en la general, dej¨® un detalle de su clase como escalador para humillar a Roche, pero nada pudo hacer para despegarse de Jaerman, ganador de la etapa. Indur¨¢in mantiene su dominio.
El movimiento de tropas ofreci¨® un resultado emotivo. Un vistazo a la general sugiere una interesante lectura. Indur¨¢in es segundo, pero ha visto sufrir a Lino en un puerto de primera. Roche es tercero como avanzadilla de Chiappucci, instalado en la s¨¦ptima posici¨®n y con la general de la monta?a casi en sus manos. Y Delgado es cuarto por encima de LeMond y Bugno, lo que le permite presentar su candidatura al podio. Quiere ello decir que en los Alpes puede no servir la estrategia del todos contra Indur¨¢in. M¨¢s de uno va a tener que grabar la clasificaci¨®n en su memoria y tomar nota de las diferencias, si no quiere correr el riesgo de favorecer a un tercero y sufrir un da?o a¨²n mayor. La posici¨®n defensiva de Indur¨¢in es ahora mucho m¨¢s s¨®lida si cabe que hace un par de d¨ªas.Claro est¨¢ que la actuaci¨®n de Delgado despertar¨¢ la pol¨¦mica en algunos lugares. Habr¨¢ quien concluya que no acepta de buen grado un papel secundario y trata de revocar el liderazgo de Indur¨¢in. Quien esto afirme deber¨¢ explicar, entonces, qu¨¦ es lo que hizo Philipot durante buena parte de la jornada y por qu¨¦ tanto Indur¨¢in como Chiappucci asistieron conformes a los acontecimientos.
Jugada de ajedrez
La ascensi¨®n a Le Saleve (puerto de primera, a 80 kil¨®metros de la meta) explica la situaci¨®n con rotundidad: jugaron al ajedrez Indur¨¢in y Chiappucci. Nada m¨¢s. El navarro envi¨® a Philipot y el italiano movi¨® a Perini (8? en la general por entonces). Adelant¨® Chiappucci a Roche (3?) (era su turno) e Indur¨¢in contest¨® con Delgado (9?). La ventaja que fueron adquiriendo ofreci¨® un beneficio estrat¨¦gico para ambos. Quien tuvo que preocuparse fue, entonces, Lino, el l¨ªder, que vio peligrar su maillot.
El puerto en cuesti¨®n puso en evidencia otras fuerzas en conflicto. Las rampas m¨¢s duras colocaron en precario a LeMond, a Fignon, y tambi¨¦n a Lino. Todos ellos tuvieron que hacer un esfuerzo suplementario para unirse posteriormente a la cabeza del pelot¨®n, que guiaban Indur¨¢in y Chiappucci y en la que Bugno hab¨ªa decidido adoptar una posici¨®n absolutamente pasiva. Cerca de la cumbre salt¨® Roche y en su persecuci¨®n Delgado. Iniciaron el descenso con 20 segundos de margen y 80 kil¨®metros de carretera a la vista.
Las piezas fueron formando, una unidad cuando se fragu¨® un, grupo de seis elementos (Philipot, Perini, Jaerman, Muller, Roche y Delgado). Roche lleg¨® a, disponer de una renta de 4.10 minutos sobre Lino, inmerso ya en. el pelot¨®n, que obligaba a pensar en un cambio de liderato. El grupo, entonces, se organiz¨® gracias al trabajo del RMO y el Gatorade. Indur¨¢in y Chiappucci se limitaron a seguir observando. Ambos hab¨ªan dado su visto bueno al curso de los acontecimientos.
As¨ª que la jornada se visti¨® de gala cuando Roche y Delgado rememoraron viejas rencillas, aquel inolvidable 1987 que se resolvi¨® en un suspiro de 40 segundos. La l¨ªnea de meta se acercaba y era una evidencia que llegar¨ªan con una ventaja pr¨®xima a tres minutos. Se hab¨ªan quedado en las primeras cuestas Muller, Philipot y Perini. Aguantaba, sin embargo, Jaerman, un testigo con malas intenciones.
El puerto de tercera permiti¨® a Pedro Delgado citarse a s¨ª mismo y ofrecer un tard¨ªo destello de su clase como escalador. Se dej¨® ir por un momento, estudi¨® la situaci¨®n bajo la m¨¢scara de un desfallecimiento simulado, y arranc¨® salvajemente a la espalda de Roche.
Delgado abri¨® una grieta en el horizonte del irland¨¦s, que descart¨® cualquier reacci¨®n. Parec¨ªa dispuesto a sumar su quinta victoria de etapa en el Tour, parec¨ªa querer emular a su colega Fignon en esta semana de revival. Sin embargo, el terreno no le permiti¨® ofrecer otra nueva pieza de su repertorio. Jaerman se le adhiri¨® a su espalda y aprovech¨® su mayor velocidad en el sprint.
Fue un final relativamente frustrante para el espa?ol: se le neg¨® la victoria, pero ahora mantiene una reserva sobre el podio. Y Delgado, no se olvide, siempre ha sido un corredor de podio.
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