Los hermanos Daniel y Humberto Ortega traen en jaque a Nicaragua
La suspensi¨®n del env¨ªo de 100 millones de d¨®lares (10.000 millones de pesetas) de ayuda norteamericana al Gobierno de Violeta Chamorro se considera en Nicaragua, no como una advertencia, sino la cifra con la que ha tasado EE UU la cabeza del poderoso jefe del ej¨¦rcito sandinista, Humberto Ortega, hermano del anterior presidente del pa¨ªs, Daniel. ?ste acaba de salir en defensa de su hermano y, desde esa barricada en la que se atrinchera ¨²ltimamente, ha lanzado su m¨¢s reciente amenaza: "Los que piden su cabeza est¨¢n pidiendo tambi¨¦n que vuelen las suyas". La Nicaragua de Violeta Barrios de Chamorro, dos a?os despu¨¦s del relevo sandinista, va de susto en susto. Los hermanos Ortega, cada uno en su papel, traen en jaque al pa¨ªs.
Chamorro no quiere problemas y su yerno, Antonio Lacayo, ministro de la Presidencia y hombre fuerte del Gobierno, tampoco. De ah¨ª que hoy la presidencia de la rep¨²blica est¨¦ en divorcio permanente con los 14 partidos que ganaron las elecciones de 1990.Prefieren cohabitar con los Ortega, confiados de que Humberto no les va a traicionar, en su papel de hombre clave e institucional de un Ej¨¦rcito condenado a ser de todos, y de que las amenazas de Daniel son m¨¢s ruido que nueces.
La operaci¨®n contra los Ortega tiene a su instigador interior en el presidente del Parlamento, Alfredo C¨¦sar, y a su agitador en EE UU en el senador republicano Jesse Helms, art¨ªfices ambos de la suspensi¨®n de la ayuda, estadounidense. Humberto y Daniel, acosados desde diferentes frentes, se han repartido los papeles y el que tiene el poder, que es quien controla al Ej¨¦rcito, pasa por el bueno para los nicarag¨¹enses, mientras que el otro, que se ve obligado a contener unas bases sandinistas que est¨¢n perdiendo privilegios y prebendas, ejerce y juega de malo.
Humberto se ha tragado la reducci¨®n del Ej¨¦rcito de 80.000 a 20.000 hombres; acaba de anunciar el retiro de 2.000 oficiales veteranos y coquetea con Gobiernos extranjeros, como el de Espa?a, para que europeice sus servicios de inteligencia y le ayude a organizar la nueva academia militar. Espa?a, que forma actualmente en sus centros militares a 30 becarios sandinistas, ha dicho que hablar¨¢ de ello en 1993.
El plan de ajuste de Lacayo ha aportado indicadores macroecon¨®micos jam¨¢s so?ados despu¨¦s de que con los sandinistas se llegara a una inflaci¨®n del 30.000%. Pero un 58% de la Poblaci¨®n activa pas¨® al desempleo, las insurgencias se repiten en el campo y en las f¨¢bricas, hay un empobrecimiento brutal de las capas populares, Nicaragua se ha convertido en el pa¨ªs m¨¢s caro de Centroam¨¦rica y aparecen los revueltos, que se adue?an de propiedades agr¨ªcolas y toman carreteras y caminos.
Humberto ha dicho que el Ej¨¦rcito jam¨¢s dar¨¢ un golpe, pero tampoco se enfrentar¨¢ con el pueblo. Sin embargo, para congraciarse con los poderes pol¨ªticos y no levantar sospechas de prosandinismo ha tenido que hacer alardes de fuerza en Chinandega, Sebaco y Zelaya Norte.
El Parlamento le cit¨® a declarar recientemente. No estaba obligado a acudir por ley, pero se present¨® voluntario. Era su venganza contra C¨¦sar: "Aqu¨ª me tienes porque quiero yo".
Nicaragua camina sin d¨¦ficit presupuestario y sin inflaci¨®n , como resultado del ajuste de Lacayo, y es felicitado por el Banco Mundial, pero no consigue que regrese el exilio econ¨®mico, que no se f¨ªa de los Ortega.
Alfredo C¨¦sar, empe?ado en hacerse con el poder en 1996, ha optado por una estrategia de acoso y derribo de los hermanos Ortega, que pasa tambi¨¦n por su cu?ado Antonio Lacayo, instigador de los vetos presidenciales a las leyes que salen del Parlamento contra los sandinistas.
Al acoso pol¨ªtico a Humberto Ortega se suma ahora el penal. Nicaragua revive un caso de asesinato. En octubre de 1990, un joven de 15 a?os, hijo de un sandinista, apost¨® con un amigo a que, en una carrera de velocidad, sobrepasaba y descompon¨ªa la caravana de Humberto Ortega. Lo intent¨®, pero fue acribillado a balazos y rematado por los escoltas.
Todo esto tiene un precio: o los 100 millones de d¨®lares de ayuda norteamericana o la decapitaci¨®n pol¨ªtica de Humberto Ortega.
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