Volver a empezar
POCAS VECES los responsables pol¨ªticos han hecho mayores y m¨¢s dif¨ªciles equilibrios sem¨¢nticos para encubrir una realidad: los sacrificios a que se ver¨¢ sometida la gran mayor¨ªa de los ciudadanos espa?oles, y m¨¢s concretamente los perceptores de rentas del trabajo. Este encubrimiento suscita adem¨¢s la irritaci¨®n de que, a estas alturas del problema, nadie ha dado la cara ni explicado todo lo did¨¢cticamente que sea necesario los porqu¨¦s de haber pasado de una coyuntura de relativa bonanza a otra catastr¨®fica, sin soluci¨®n de continuidad. ?Es que no hay responsabilidad pol¨ªtica alguna en los errores? La ciencia econ¨®mica tiene muchas fallas, pero los ciclos, las recuperaciones y las recesiones no llegan porque s¨ª, como si el cielo expresase su voluntad de cambios repentinos.El punto de partida se sit¨²a en la entrada en vigor del decreto ley de medidas econ¨®micas aprobado el pasado martes en el Consejo de Ministros extraordinario. La sustancial p¨¦rdida de renta disponible no s¨®lo tendr¨¢ su origen en la mayor imposici¨®n sobre el consumo -aumento del tipo medio del IVA del 13% al 15%-, ni del correspondiente a las retenciones a cuenta del impuesto sobre la renta de las personas f¨ªsicas; sobre todo, y m¨¢s sorprendentemente, los asalariados ver¨¢n incrementada la tarifa media aplicable sobre las mismas con car¨¢cter retroactivo desde el 1 de enero de este a?o. Hablamos de algo m¨¢s, efectivamente, que de meros esfuerzos: duros sacrificios, en aras de un prop¨®sito de saneamiento de las finanzas p¨²blicas que el contribuyente contempla cada vez con m¨¢s escepticismo que convencimiento en la utilidad de la.renuncia.
Complicada pedagog¨ªa la articulada en tomo a esa tenaz diferencia, tan ociosa como falaz, entre esfuerzo y sacrificio que ha mantenido el Gobierno para explicar la necesidad de asumir unas condiciones de vida peores que las del pasado. Una complejidad condicionada no s¨®lo por la necesaria convergencia que exige la incorporaci¨®n de la econom¨ªa espa?ola a la uni¨®n econ¨®mica y monetaria, sino por los errores en la administraci¨®n de las finanzas p¨²blicas.
Al contribuyente espa?ol no le faltan razones en las que alimentar ese may¨²sculo enfado al observar que el peso de ese ajuste, de esa terapia de choque arbitrada por el Gobierno, no s¨®lo recae en gran medida sobre su renta, sino que en modo alguno garantiza el definitivo saneamiento de la Hacienda. El sacrificio puede ser poco menos que bald¨ªo si el Gobierno no act¨²a adem¨¢s sobre los factores que han conducido al actual desequilibrio entre gastos e ingresos p¨²blicos. Una brecha que, lejos de mejorar la oferta y calidad de los servicios p¨²blicos, o de atenuar los efectos desaceleradores del ciclo econ¨®mico, contribuye manifiestamente al deterioro de este ¨²ltimo.
Como ha anticipado el ministro de Econom¨ªa, tras la aplicaci¨®n de esas medidas no cabe esperar una alteraci¨®n en la desaceleraci¨®n del crecimiento de la econom¨ªa, y mucho menos una correcci¨®n de las actuales tensiones inflacionistas. Por el contrario, la tasa de crecimiento prevista quedar¨¢ por debajo del 2%, al tiempo que se constata la dificultad para terminar el a?o con una tasa de inflaci¨®n inferior al 7%. Condiciones ambas poco propiciadoras de, la inversi¨®n y, en consecuencia, de la creaci¨®n de empleo, tambi¨¦n revisada de forma significativa a la baja.
La econom¨ªa espa?ola se enfrenta en esta segunda mitad del emblem¨¢tico a?o de 1992 a unas evidentes dificultades, tanto internas como internacionales. La duda es saber si las medidas adoptadas son adecuadas y suficientes para resolver sus problemas. La ausencia de planes espec¨ªficos contra el fraude fiscal en sus distintas manifestaciones, de la aplicaci¨®n de las reformas estructurales pendientes, de la definitiva racionalizaci¨®n de la Administraci¨®n p¨²blica o de la privatizaci¨®n de algunas empresas p¨²blicas no permite confiar en que el ajuste propuesto extienda su pretendida eficacia a un horizonte m¨¢s all¨¢ del que impone la liquidaci¨®n del actual presupuesto.
Sabemos ya que el acercamiento a los niveles de bienestar comunitarios queda emplazado para despu¨¦s de 1994, pero no ocurre otro tanto con el tipo de actuaciones que el Gobierno vaya a llevar a cabo en el resto de la legislatura para garantizar que una situaci¨®n como la que caracteriza hoy a la Hacienda p¨²blica no vuelva a repetirse; tambi¨¦n desconocemos las nuevas l¨ªneas en las que se fundamenta la revisi¨®n de la estrategia de convergencia: las v¨ªas de eliminaci¨®n de aquellos obst¨¢culos que de forma recurrente nos obligan a volver a empezar. En esas otras actuaciones, m¨¢s all¨¢ de las ahora propuestas para salir del paso, se ha de fundamentar la recuperaci¨®n de esa credibilidad cuestionada no s¨®lo en los mercados financieros, sino, m¨¢s importante, por esos contribuyentes a los que hoy se reclama algo m¨¢s que un esfuerzo.
Mientras tanto, a la oposici¨®n s¨®lo se le ocurre pedir el adelanto de las elecciones o la moci¨®n de confianza, mientras que sus alternativas concretas permanecen in¨¦ditas: ?m¨¢s o menos impuestos?, ?qu¨¦ gastos recortar?, ?sobra o falta terapia de ajuste? Y sobre todo, ?ad¨®nde quieren dirigirnos?
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