Norberto Bobbio: "`En la vejez cuentan m¨¢s los afectos que los conceptos"
La 'Autobiograf¨ªa intelectual' del pensador italiano cierra el curso a ¨¦l dedicado en la UIMP
El fil¨®sofo italiano Norberto Bobbio (82 a?os) se recupera en Tur¨ªn de una operaci¨®n para extraerle un co¨¢gulo en el cerebro. No ha podido viajar a Santander para clausurar el seminario a ¨¦l dedicado en la Universidad Internacional Men¨¦ndez Pelayo (UIMP), pero envi¨® su Autobiograf¨ªa intelectual, que ley¨® ayer el director del curso, Gregorio Peces-Barba. Casi 30 folios que resumen, l¨²cida y estremecedoramente, toda una vida. La vejez, dice Bobbio, es la edad del balance. Y sus conclusiones son tremendas: "Todos los grandes interrogantes permanecen sin respuesta". Pero no es apocal¨ªptico: "La vejez es un mundo en el que cuentan m¨¢s los afectos que los conceptos. Y respecto a los afectos, mi vida ha sido feliz".
Norberto Bobbio anuncia en su Autobiograf¨ªa intelectual que completar¨¢ el texto con un comentario de las ponencias sobre su obra y su pensamiento presentadas en el curso de la UIMP y que lo publicar¨¢. El largo art¨ªculo ofrece una visi¨®n completa de la evoluci¨®n del pensamiento del fil¨®sofo italiano y de su inmensa capacidad autocr¨ªtica. En su parte final adquiere el tono de un testamento intelectual: "Estoy pr¨®ximo a los 83 a?os. He llegado sin darme cuenta y sin siquiera haberlo previsto a la edad de la vejez, que una vez se llamaba la edad de la sabidur¨ªa. Una vez, cuando la carrera del tiempo era menos acelerada, los cambios hist¨®ricos menos r¨¢pidos. Ahora ya no. En las civilizaciones tradicionales el viejo ha representado siempre el papel de guardi¨¢n de la tradici¨®n, el depositarlo del saber de la comunidad. Anatole France dec¨ªa que los viejos aman demasiado sus ideas y que por eso mismo son un obst¨¢culo para el progreso. Para garantizar el progreso los pueblos primitivos se com¨ªan a los viejos. Ahora los metemos en las academias, que es un modo de embalsamarlos. El progreso t¨¦cnico, y sobre todo el cient¨ªfico y el tecnol¨®gico, es tan vertiginoso y, lo que es m¨¢s grave, tan irreversible que el viejo, que ya no tiene la elasticidad mental para seguirlo, corre el riesgo de quedarse atr¨¢s".Para no quedarse atr¨¢s, Bobbio ha estado siempre cerca de los j¨®venes, incluso cuando dej¨® de dar clases. "Nada como esta proximidad me ha hecho comprender cu¨¢n r¨¢pido y continuo es el cambio hist¨®rico. Me he dado cuenta de cu¨¢ntos libros que yo no conozco leen los j¨®venes y el poco caso que hacen de algunos textos m¨ªos".
Balance melanc¨®lico
"La vejez es la edad de balance", escribe. "Y los balances son siempre un poco melanc¨®licos, entendiendo la melancol¨ªa como la conciencia de lo incumplido, de lo imperfecto, de la desproporci¨®n entre los buenos prop¨®sitos y los actos. Llegas al final de la vida y tienes la impresi¨®n, en lo que respecta al conocimiento del bien y del mal, de seguir en el punto de partida. Todos los grandes interrogantes permanecen sin respuesta. Despu¨¦s de haber tratado de dar un sentido a la vida, te das cuenta de que no tiene sentido plantearse el problema del sentido, y que la vida debe ser aceptada y vivida en su inmediatez, como hace la mayor¨ªa de los hombres. Pero ?era necesario tanto para llegar a esta conclusi¨®n!".Y concluye: "La vejez -permitidme esta confesi¨®n- es un mundo en el que cuentan m¨¢s los afectos que los conceptos. Respecto a los afectos, mi vida ha sido feliz, pese a mi incapacidad para la felicidad. Con todos los que me han ayudado a vivir y a sobrevivir, y me han acompa?ado hasta aqu¨ª, empezando por mi mujer, por mis hijos y, ahora, por mis nietos, mi deuda es inextinguible, porque ya no tengo mucho m¨¢s tiempo para restituir lo que he recibido".
Bobbio inicia su Autobiograf¨ªa explicando que dud¨® mucho en dar su consentimiendo al curso de la UIMP sobre su obra, "a la que nunca he dado tanta importancia". "Sobre todo porque nunca me ha agradado hablar de m¨ª mismo en p¨²blico, ya que durante toda mi vida he hablado, incluso demasiado, conmigo mismo, en privado, entre yo y yo, sin ni siquiera reflejarlo en un diario, para evitar que las perturbaciones internas de un alma perturbad¨ªsima como la m¨ªa salieran a la superficie. Y adem¨¢s porque mi vida externa, p¨²blica, ha sido demasiado mon¨®tona para merecer ser contada: nacimiento en una familia burguesa, los acostumbrados estudios de un chico de la buena burgues¨ªa, instituto y universidad, vida sedentaria, transcurrida en gran parte entre las cuatro paredes de una habitaci¨®n, un matrimonio feliz y una vida familiar serena, en pocas palabras, nada que contar que no sea la vida normal de un estudioso, marcada por los libros le¨ªdos y escritos, una vida pac¨ªfica en uno de los periodos m¨¢s dram¨¢ticos de la historia europea".
Bobbio explica que los a?os de su formaci¨®n correspondieron a los a?os del fascismo: "Cuando Mussolini conquist¨® el poder yo acababa de cumplir 13 a?os; cuando cay¨®, ten¨ªa 34, estaba justo en el mezzo del cammin de mi vida". Los 20 meses que siguieron fueron, dice, decisivos para su generaci¨®n. "Dividieron, es m¨¢s, resquebrajaron el curso de la vida de cada uno de nosotros en un antes y un despu¨¦s: un antes, en el que hab¨ªamos tratado de sobrevivir, con alg¨²n inevitable compromiso con nuestra conciencia y aprovechando hasta los m¨¢s peque?os espacios de libertad que el r¨¦gimen fascista, dictadura m¨¢s blanda que la nazi, nos conced¨ªa; un despu¨¦s, en el que, a trav¨¦s de una guerra civil, a veces despiadada, naci¨® nuestra democracia. La ¨²nica relaci¨®n entre el antes y el despu¨¦s est¨¢ representada por los estudios de Filosofia del Derecho, que comenc¨¦ en l934".
Tras el "antes" y el "despu¨¦s", lleg¨® para Bobbio "la necesidad", "la obligaci¨®n moral", de participar en el debate pol¨ªtico, y publica sus primeros art¨ªculos pol¨ªticos. "Reley¨¦ndolos, volvi¨¦ndolos a descubrir despu¨¦s de tanto tiempo, me he dado cuenta de que en ellos sosten¨ªa algunas ideas que no he cambiado: desconfianza hacia la pol¨ªtica demasiado ideologizada; defensa del gobierno de las leyes contra el gobierno de los hombres; elogio de la democracia; defensa a ultranza de una pol¨ªtica laica, entendiendo el laicismo como ejercicio del esp¨ªritu cr¨ªtico contra los opuestos dogmatismos de cat¨®licos y comunistas y, finalmente, incondicional admiraci¨®n del sistema pol¨ªtico ingl¨¦s".
Bobbio describe su largo di¨¢logo con los comunistas, los acontecimientos del 68 y lo que representaron, la ca¨ªda del muro de Berl¨ªn. Y alerta sobre los catastrofistas que vaticinan el final de la civilizaci¨®n occidental. "Al hombre de estudio no le va bien el papel de profeta", y a?ade: "Hoy m¨¢s que nunca se necesita prudencia y paciencia".
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