En defensa de las reformas estructurales
Nos encontramos en un periodo de bajo crecimiento y las f¨®rmulas m¨¢gicas no han funcionado como se esperaba, seg¨²n el autor, quien sin restar importancia a la urgente necesidad de reducci¨®n del d¨¦ficit p¨²blico a corto plazo, afirma que se deben tomar tambi¨¦n medidas microecon¨®micas a largo plazo.
Es sabido que el potencial de crecimiento a largo plazo de una econom¨ªa es un problema de oferta que viene dado por el nivel de dotaci¨®n de capital humano, f¨ªsico y tecnol¨®gico y por el grado de funcionamiento de los mercados de dichos factores de producci¨®n, y que las desviaciones del crecimiento a corto plazo sobre dicho potencial son, b¨¢sicamente, un problema de demanda determinado por el manejo de la pol¨ªtica macroecon¨®mica. Pues bien, la reciente historia econ¨®mica de Estados Unidos, de Europa y, por tanto, de Espa?a, ha demostrado, una vez m¨¢s, que no se han hecho frente adecuadamente a los problemas de oferta o estructurales o se ha pensado que se podr¨ªan solucionar con pol¨ªticas de demanda a corto plazo.
Era tambi¨¦n sabido, desde los a?os setenta, cuando la primera crisis energ¨¦tica puso a prueba la capacidad de respuesta de las econom¨ªas de la OCDE, que Estados Unidos y Europa ten¨ªan serios problemas de oferta que limitaban su potencial de crecimiento a largo plazo.
En el caso de Estados Unidos el problema fundamental era, y es, el bajo crecimiento de la productividad, y como dice Paul Krugman: "La productividad no lo es todo, pero a largo plazo es casi todo, ya que el crecimiento del nivel de vida a largo plazo depende casi exclusivamente de que se consiga aumentar la productividad por trabajador".
En el caso de Europa, el problema b¨¢sico era, y es, la llamada euroesclerosis, es decir, la excesiva regulaci¨®n y rigidez de los mercados de factores de producci¨®n, especialmente el laboral, y las barreras institucionales e hist¨®ricas que interfieren en el funcionamiento normal de la econom¨ªa.
Despu¨¦s de los a?os de crisis, ya iniciados los ochenta, volvi¨® el optimismo porque se pensaba que ya se hab¨ªan encontrado las soluciones. En Estados Unidos, Reagan hab¨ªa encontrado la f¨®rmula m¨¢gica: una mal llamada pol¨ªtica de supply side, o de oferta, que consist¨ªa, fundamentalmente, en reducir los impuestos directos para que los ciudadanos no se vieran desincentivados en su esfuerzo y su trabajo y tuviesen m¨¢s ahorro e iniciativas para invertirlo.
En Europa, la f¨®rmula que se pensaba iba a resolver los problemas era el mercado ¨²nico. Conseguir un gran mercado sin barreras permitir¨ªa explotar mejor las econom¨ªas de escala, y esto, unido a la eliminaci¨®n de todos los costes de transacci¨®n entre los 12 pa¨ªses miembros, traer¨ªa una fuerte reducci¨®n de precios, una mayor competencia, una mejora en las rentas de los ciudadanos y un est¨ªmulo al empresariado a producir m¨¢s y mejor.
Pesimismo econ¨®mico
Hoy nos encontramos en los a?os noventa en medio de un periodo de bajo crecimiento y observamos que las f¨®rmulas m¨¢gicas no han funcionado como se esperaba, lo que hace que exista un cierto desencanto pol¨ªtico entre los ciudadanos votantes y un clima de pesimismo econ¨®mico entre los empresarios.
Sin duda, el supply side de Reagan funcion¨® en los a?os ochenta, pero no porque la pol¨ªtica de Reagan tuviese nada que ver con lo que se entiende por una pol¨ªtica de oferta, sino por la contraria, es decir, por un keynesianismo extremo, con un fuerte aumento del d¨¦ficit p¨²blico y del endeudamiento. En Europa, la mejora de las expectativas derivadas del anuncio y desarrollo del Acta ¨²nica unida al mantenimiento de d¨¦ficit p¨²blicos elevados ha permitido cinco a?os de euroeuforia, pero pronto se ha ca¨ªdo en un europesimismo creciente.
Si a esto se a?ade que la euforia reganita y la euroeuforia han desencadenado una pompa especulativa de enorme tama?o y ha provocado una explosi¨®n en el endeudamiento de los Gobiernos, de las empresas y las familias, que ha hecho que los precios de los activos mobiliarios e inmobiliarios crezcan muy por encima de lo que han crecido las rentas salariales y la cesta de la compra, tenemos ya una explicaci¨®n completa de lo ocurrido. Tan pronto como dicha pompa se ha desinflado las expectativas se han venido abajo, la inversi¨®n se ha cuasiparalizado y s¨®lo el consumo crece algo, aunque moderadamente.
Pero los Gobiernos americanos y europeos no se desaniman y est¨¢n buscando otras f¨®rmulas m¨¢gicas. En Estados Unidos el Gobierno est¨¢ dispuesto a otra reducci¨®n impositiva, esta vez de las ganancias de capital, y a reducir los tipos de inter¨¦s hasta donde haga falta. En Europa se piensa que el siguiente paso integrador, la uni¨®n monetaria, va a suponer un nuevo revulsivo para la actividad econ¨®mica europea.
Es decir, se sigue pensando que s¨®lo con pol¨ªticas macroecon¨®micas de demanda o con la ampliaci¨®n del proceso integrador se van a seguir resolviendo los problemas estructurales que est¨¢n limitando el crecimiento a largo plazo, y se sigue pensando, especialmente en Europa, que liberalizando el movimiento de los productos y los factores de producci¨®n en el seno de la Comunidad Econ¨®mica se va a conseguir que la euroesclerosis desaparezca.
Cielo expansivo
Yo soy, personalmente, un ardiente defensor, bajo ciertas condiciones de competencia y de solidaridad o cohesi¨®n, del mercado ¨²nico y de la uni¨®n monetaria, pero, siendo necesarios, no por ello son suficientes para producir un ciclo expansivo y estable.
Mientras no se haga frente a la realidad estructural de nuestras econom¨ªas y no se desarrollen pol¨ªticas microecon¨®micas que eliminen las excesivas regulaciones, las rigideces, las inercias, las segmentaciones, las barreras, los fraudes, los privilegios y los abusos que existen en casi todos los mercados europeos, y especialmente en el espa?ol, no se conseguir¨¢ entrar en un periodo de crecimiento estable y sostenido. No quiero restar importancia a la urgente necesidad de reducci¨®n del d¨¦ficit p¨²blico a corto plazo, pero hay que tomar tambi¨¦n medidas microecon¨®micas a largo plazo.
De ah¨ª que sean, muy bien venidas las medidas estructurales incluidas en nuestro plan de convergencia. El mercado laboral est¨¢ a¨²n necesitado de reformas institucionales para mejorar su movilidad, para facilitar su flexibilidad contractual y para estimular fa formaci¨®n de forma m¨¢s descentralizada en las empresas. El mercado de servicios est¨¢ a¨²n protegido por todo tipo de barreras de entrada y salida a trav¨¦s de tarifas m¨ªnimas y de otras. regulaciones, con lo que su nivel de competencia es m¨ªnimo. Por otro lado, el fraude en los impuestos y en el, gasto p¨²blico es generalizado.
Es una l¨¢stima que dichas medidas no se hayan tomado en los a?os de euforia, cuando hubiera sido menos traum¨¢tica su puesta en pr¨¢ctica, pero nunca es tarde, y cuanto antes se tomen y cuanto mayor sea el clima de consenso pol¨ªtico y social sobre las mismas, tanto mejor. De no ser as¨ª, seguiremos con un crecimiento limitado, desequilibrado y lleno de sobresaltos.
No conviene olvidar que, conforme las pol¨ªticas macroecon¨®micas pasen a ser determinadas en el nivel comunitario, las ¨²nicas pol¨ªticas independientes que nos van a quedar son algunas pol¨ªticas microecon¨®micas de reforma estructural. Aprovech¨¦moslas para aumentar nuestra competitividad y nuestro crecimiento.
es consejero delegado del Banco Pastor y asesor econ¨®mico internacional de Goldman Sachs.
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