La transici¨®n democr¨¢tica
Hace 10 o 15 a?os, Espa?a, Portugal, Grecia llevaron a cabo, como por milagro, una transici¨®n democr¨¢tica impecable, aunque no sin incidentes. Tras 150 a?os de independencia, los pa¨ªses de Am¨¦rica Latina siguen tropezando con dificultades y tienen que superar muchos obst¨¢culos a la hora de fundar Estados de derecho, reconocer la soberan¨ªa popular y respetar los valores esenciales de la democracia.?frica se introduce, a su vez, por esta v¨ªa. El proceso de eliminaci¨®n del apartheid es un proceso de democratizaci¨®n de importancia incalculable. Las elecciones presidenciales que aseguran en Cabo Verde y en Zambia la renovaci¨®n sin tropiezos de las ¨¦lites dirigentes son manifestaciones significativas de la evoluci¨®n del continente africano. Las condiciones en las que se desarrolla la transici¨®n en Camer¨²n, en Burkina Faso, son criticables. Lo son menos en Ghana, y bastante m¨¢s en Zaire y en Togo, donde los l¨ªderes, antes carism¨¢ticos, se aferran a un poder del que la voluntad popular amordazada quiere desalojarlos. Por todo ello, ?frica progresa con dificultad.
Dos pa¨ªses han conseguido su transici¨®n: Benin y Mali. Un d¨ªa establecieron una conferencia nacional y un Gobierno provisional, se elabor¨® una constituci¨®n, se celebraron elecciones, un presidente y un Parlamento tomaron posesi¨®n. Desde entonces viven la segunda transicion democr¨¢tica, que no es ya la de la elaboraci¨®n, sino la del funcionamiento de las instituciones. Observemos que Benin y Mali se han beneficiado de dos factores decisivos: de viejas tradiciones estatales, en algunos lugares han sido reinos, en otros, imperios; pero sobre todo, de la presencia de dos hombres poco corrientes: en Cotonou, monse?or de Souza, en Bamako, el coronel Amdou Toumani Tour¨¦.
De todas estas experiencias que est¨¢n teniendo lugar y de algunas otras, ya es posible sacar conclusiones.
- Las sociedades africanas, que desde ahora est¨¢n abiertas al mundo, desean el fin de las dictaduras. No van m¨¢s all¨¢. Son ¨¦lites muchas veces expatriadas y estudiantes impacientes que dan forma a este rechazo y lo transforman en proyecto.
-Existe una tradici¨®n democr¨¢tica africana. En Benin, por ejemplo, el portavoz del rey de Abomey somet¨ªa las decisiones del soberano a la asamblea del pueblo y se ha dado el caso de que la asamblea las haya rechazado, ha ocurrido incluso que el rey se ha suicidado antes de tener que retractarse. Y lo mismo en otros lugares, donde las dictaduras instauradas inmediatamente despu¨¦s de la independencia hab¨ªan marcado una regresi¨®n.
- La lectura de las constituciones democr¨¢ticas adoptadas en los pa¨ªses que han realizado su transici¨®n revela el extraordinario mimetismo de sus autores: se conformaron con transponer las estructuras y procedimientos privilegiados en Europa sin transformarlos, con el riesgo de abrumar a las democracias con instituciones demasiado complejas. De hecho, sin duda hubiera valido m¨¢s emprender un proceso delimitando el poder en disciplinas claras y permitir que la sociedad se organizara paso a paso democr¨¢ticamente, antes de construir aparatos bajo los cuales corre el peligro de sucumbir: respecto a los derechos del hombre, libertad del opini¨®n, duraci¨®n limitada del mandato presidencial, control del ej¨¦rcito, democracia local, esto es lo esencial de una transformaci¨®n que no puede ser sino progresiva.
- En la actitud de Occidente con respecto a la democratizaci¨®n del Este y del Sur hay algo de insoportablemente vanidoso. Pretendemos estar en posesi¨®n de la soluci¨®n, y esperamos que sea aceptada como verdad revelada. En un momento en que nosotros mismos nos estamos cuestionando sobre la evoluci¨®n necesaria de nuestros sistemas, los imponemos como palabra del evangelio. Olvidamos que, paraechen ra¨ªces, derechos del hombre y democracia deben ser el fruto de la lucha que los pueblos libran contra las dictaduras y contra ellos mismos.
- Existe una extra?a simultaneidad y una inquietante confusi¨®n entre proceso democr¨¢tico, liberalizaci¨®n de la econom¨ªa y ajuste estructural. Ser¨ªa un milagro que estas tres transformaciones tuvieran lugar en todas partes al mismo ritmo. El presidente de Mali ha recibido a una delegaci¨®n del Fondo Monetario Internacional que fue a decirle que, dentro del marco del ajuste estructural, deb¨ªa suprimir 4.000 puestos de funcionarios, maestros, oficiales y suboficiales antes de finales de a?o. Y si lo hac¨ªa, habr¨ªa huelgas, disturbios y, sin duda, las nuevas instituciones ser¨ªan puestas en tela de juicio. Es al final del camino cuando libertad pol¨ªtica y econom¨ªa de mercado van al mismo paso. Mientras tanto, hay que negociar equilibrios sucesivos.
- Para llegar m¨¢s lejos, reconozcamos que la democracia de libertad armoniza con un alto nivel de desarrollo e interrogu¨¦monos sobre el hecho de saber si el liberalismo econ¨®mico mundial que hoy triunfa ofrece a los pa¨ªses m¨¢s pobres la m¨¢s m¨ªnima oportunidad de asegurar un progreso social que permita arraigar la democracia. Cuid¨¦monos mucho, por nuestras exigencias pol¨ªticas y econ¨®micas aparentemente coherentes, de crear contradicciones insostenibles y de reconstruir el mundo que hoy est¨¢ en estado de sobre fusi¨®n con dos partes alzadas la una contra la otra: la primera democr¨¢tica, por ser rica, y la segunda no democr¨¢tica, por ser pobre. Esto concierne, repit¨¢moslo, al Este y al Sur por una parte, y al Noroeste por otra, ese Noroeste que bien podr¨ªa aparecer un d¨ªa como una ciudadela sitiada: el nuevo orden internacional no se basa en un trinomio que ser¨ªa libre intercambio, seguridad, democracia, sino en otro trinomio muy diferente: desarrollo, democracia y libertad de intercambios.
- Pero, entonces, ?d¨®nde existe una instituci¨®n que, en un momento en que est¨¢ en cuesti¨®n el nuevo orden internacional, piense en el futuro del mundo y no en la tranquilidad de los m¨¢s fuertes?
es director del Instituto del Mundo ?rabe de Par¨ªs.
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