Medalla

Ayer escuch¨¦ en una emisora el contestador autom¨¢tico en el que una serie de oyentes hab¨ªan grabado sus soluciones para acabar con el problema de los magreb¨ªes que atraviesan nuestro pa¨ªs cada verano y se encuentran con la incompetencia de nuestras fuerzas vivas. A excepci¨®n de un par de tipos pasados de moda que recordaron que los emigrantes del norte de ?frica son como nosotros -aunque de esto ya estoy dudando bastante: qu¨¦ m¨¢s quisi¨¦ramos-, el resto de las sugerencias merec¨ªa tener como m¨²sica de fondo cualquier himno nazi."Estos moros viajan en coches llenos de fardos y cosas para vender all¨¢ abajo, y nos ponen en peligro a todos", dijo un ama de casa de dulce voz amatronada. "Mucho hablar de los atascos que sufren los magreb¨ªes, ?pero qu¨¦ pasa con los atochamientos que tenemos que padecer los espa?olitos?", se quej¨® un joven. Hubo toda clase de ideas, la mayor¨ªa de este orden (nuevo orden): "Lo que hay que hacer es impedirles pasar la frontera en Francia" o "Que tomen el barco en otro pa¨ªs, no en Algeciras". La verdad es que a esos moros les saldr¨ªa mucho m¨¢s a cuenta embarcar en Staten Island. Y encima admirar¨ªan la estatua de la Libertad.

Mir¨¦ a m¨ª alrededor para asegurarme de que segu¨ªa en mi pa¨ªs, y recib¨ª la confirmaci¨®n inmediata. ?ste es mi pa¨ªs: s¨®lo que cada vez me gusta menos.

Eso s¨ª, es un pa¨ªs ol¨ªmpico. Sin ir m¨¢s lejos, los ocupantes de miles de coches, que vienen de sacarle la mierda a la grandeur de Francia y otras naciones no menos grandiosas, est¨¢n batiendo el r¨¦cord de resistencia a la desidia, la insolidaridad y el racismo, soterrado o transparente. Uno de ellos alcanz¨® la medalla de oro en la categor¨ªa de pedrada al guardia con hemorragia de p¨¢rpado. No es que lo apruebe, pero lo entiendo.