Rabin y Bush
LA VISITA a EE UU del nuevo jefe del Gobierno israel¨ª, Isaac Rabin, marca un cambio en el clima de las relaciones entre los dos pa¨ªses. ?stas se hab¨ªan agriado en el ¨²ltimo periodo del Gobierno de Shamir, hasta el punto de que ¨¦ste era considerado por el secretario de Estado Baker como un mentiroso, que alentaba las instalaciones israel¨ªes en los territorios ocupados mientras dec¨ªa lo contrario.El presidente Bush, despu¨¦s de la guerra del Golfo, ha asumido, un compromiso serio, sobre todo de cara a los ¨¢rabes, de impulsar el proceso de paz en Oriente Pr¨®ximo. La pol¨ªtica de Shamir le cerraba toda posibilidad en ese sentido, y por ello la Administraci¨®n norteamericana se vio aliviada tras el triunfo electoral laborista.
El objetivo esencial del viaje de Rabin era el de obtener la garant¨ªa del Gobierno de EE UU para un cr¨¦dito de 10.000 millones de d¨®lares que Israel quiere gestionar con la banca privada norteamericana. Este aval, que Bush ha dado a Rabin despu¨¦s deneg¨¢rselo repetidamente a Shamir, es fundamental hoy para el Gobierno israel¨ª: gracias a ¨¦l podr¨¢ disponer de fondos para facilitar alojamiento y trabajo a los cientos de miles de inmigrados llegados en los ¨²ltimos a?os, sobre todo de la antigua URSS y de otros pa¨ªses del Este europeo.
Por otra parte, a Bush le conviene, en este momento dif¨ªcil de su campa?a electoral, dejar patente que se han restablecido las relaciones de amistad entre ambos pa¨ªses y que ¨¦l apoya la concesi¨®n de un cr¨¦dito sustancial a Israel. El voto jud¨ªo se ha inclinado tradicionalmente hacia los dem¨®cratas. Sin embargo, Reagan consigui¨® en sus dos elecciones captar una parte de ese voto. Ahora, frente a los esfuerzos del candidato dem¨®crata Clinton por recuperar a ese sector que algunos calificaron de dem¨®cratas de Reagan-, Bush est¨¢ muy interesado en dar de s¨ª mismo una imagen lo m¨¢s positiva posible para la comunidad jud¨ªa. Existen, pues, razones electorales en este viaje, si bien no son las ¨²nicas ni las esenciales.
Rabin llega con un balance interesante. Ha tomado medidas concretas en diversos terrenos, con una orientaci¨®n pol¨ªtica susceptible de facilitar las negociaciones de paz con los palestinos, que se reanudar¨¢n en Washington el 23 de este mes. En primer lugar, ha limitado los asentamientos jud¨ªos, lo que ha provocado ya serios choques con los sectores duros de la derecha israel¨ª. Por primera vez la polic¨ªa israel¨ª ha actuado contra ciertos colonos. Son dos posiciones estrat¨¦gicas distintas las que se enfrentan en este tema de los asentamientos. Una la de Shamir- quiere eternizar la ocupaci¨®n. Otra la del Gobierno de Rabindeja una perspectiva abierta para el futuro de los territorios ocupados.
Otra medida de gran alcance anunciada por el Gobierno de Rabin es la modificaci¨®n de la ley que proh¨ªbe todo contacto con la Organizaci¨®n para la Liberaci¨®n de Palestina (OLP), una ley calificada de est¨²pida" por el propio viceministro de Exteriores del actual Gobierno. La nueva ley sobre el tema faciliatar¨¢, por tanto, las relaciones con la OLP. Si se recuerda la campa?a desplegada por Shamir entre la poblaci¨®n israel¨ª para presentar a la OLP como una banda de criminales -y como traidor a todo el que tuviese un contacto con ella- se comprende el sign¨ªficado de este cambio decidido por Rabin.
Ello permite augurar, con toda la prudencia que requiere un.tema tan complejo, que la larga negociaci¨®n comenzada en octubre de 1991 en el palacio de Oriente de Madrid dar¨¢ ciertos frutos en la etapa que est¨¢ a punto de iniciarse. Esa negociaci¨®n, hasta ahora, ha sido muy decepcionante. Pero la llegada del laborismo al poder, con un hombre pragm¨¢tico como Rabin, parece abrir perspectivas nuevas.
Probablemente el ¨¦xito electoral del laborismo tiene ra¨ªces profundas: comienzan a cuajar ciertas mutaciones en la mentalidad de la poblaci¨®n; el miedo deja de ser factor exclusivo de todas las actitudes; ya no se conf¨ªa s¨®lo en la superioridad militar. Todo ello parece apuntar en el sentido de que la paz ya no es una idea imposible.
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