El gran mercado
LA FIRMA por los Gobiernos de EE UU, M¨¦xico y Canad¨¢ del Tratado de Libre Comercio (TLC) introduce un factor nuevo, cargado de futuro, en la vida econ¨®mica mundial. Es un paso hist¨®rico que ha madurado durante un largo proceso: en enero de 1989 entr¨® en vigor un acuerdo bilateral entre EE UU y Canad¨¢ tras una larga negociaci¨®n de siete a?os. A M¨¦xico le han bastado tres a?os para sumarse a este mercado com¨²n norteamericano que por poblaci¨®n y producto interior se erige en el primero del munda.En esta aceleraci¨®n ha podido influir sin duda la inminencia de la convenci¨®n del Partido Republicano, en la que Bush debe ser designado como candidato para la presidencia. Con unos sondeos que le son muy negativos, y en ausencia de la recuperaci¨®n econ¨®mica con la que contaba para convencer al electorado, a Bush le viene bien poder anunciar este acuerdo comercial, present¨¢ndolo como la apertura de nuevos mercados, un est¨ªmulo para el desarrollo e incluso para la creaci¨®n de puestos de traba o. Al mismo tiempo, este acuerdo se inscribe en el proyecto estrat¨¦gico lanzado por Bush hace unos a?os, la Iniciativa para las Am¨¦ricas, un mercado de 700 millones de personas que abarcar¨ªa desde Alaska a Tierra de Fuego.
Sin embargo, es en M¨¦xico donde su finna ha despertado mayor entusiasmo. Salvo algunas observaciones del partido opositor de C¨¢rdenas, hay una satisfacci¨®n general y predomina una visi¨®n muy opti mista: gracias al TLC crecer¨¢n las inversiones norteamericanas y se elevar¨¢n los salarios. En vez de la emigraci¨®n masiva hacia el Norte, se va a iniciar un movimiento Norte-Sur de capitales en busca de mano de obra barata; los perjudicados ser¨¢n ciertos pa¨ªses asi¨¢ticos. Al margen de la exageraci¨®n de algunas ilusiones, sobre todo en cuanto a los plazos de los cambios previsibles -el tratado prev¨¦ una etapa transitoria de 15 a?os para el desmantelamiento arancelario total en el caso de M¨¦xico-, el hecho importante es que el presidente Salinas ha dado un cambio a la mentalidad tradicional del PRI, aferrado a un nacionalismo defensivo, que ve¨ªa en EE UU s¨®lo al enemigo tradicional. A la vez que ha abierto nuevas perspectivas econ¨®micas para M¨¦xico, Salinas ha negociado el acuerdo con dignidad. Pese a la fuerte presi¨®n de Washington, ha logrado mantener la propiedad estatal del petr¨®leo mexicano.
Las consecuencias del TLC, que sin duda ser¨¢n gigantescas, se manifestar¨¢n a largo plazo. Por un lado, la ratificaci¨®n del tratado ser¨¢ compleja, sobre todo en Washington: hay temores en las c¨¢maras de que el TLC aumente el deterioro del empleo en EE UU. Sin embargo, el candidato dem¨®crata Clinton ha manifestado su apoyo al acuerdo, lo que garantiza el futuro del paso que se ha dado. Las principales cl¨¢usulas, supresi¨®n de aranceles y libertad de los mercados financieros, entrar¨¢n en vigor durante una etapa de transici¨®n que durar¨¢ 15 a?os; as¨ª nacer¨¢ el gran mercado com¨²n de 360 millones de consumidores.
Sobre todo por parte de EE UU, el TLC es una respuesta al Acta ¨²nica Europea, que entrar¨¢ en vigor el a?o pr¨®ximo. Pero con diferencias sustanciales: mientras la CE establece una pol¨ªtica com¨²n con vistas a terceros -por eso se habla en EE UU defortaleza,europea-, el TLC deja libres a sus firmantes de seguir con sus relaciones espec¨ªficas con otros pa¨ªses. Es un punto importante, tanto para las relaciones de Espa?a con M¨¦xico como para los acuerdos que se han firmado entre diversos pa¨ªses latinoamericanos. Pero los hechos son los hechos: y a pesar de que el tratado no diga nada al respecto, es l¨®gico pensar que el d¨®lar se convertir¨¢, en la pr¨¢ctica, en la moneda com¨²n de los tres firmantes del TLC.
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