Bibliotecas universitarias
Hace ya algunos a?os que el entonces rector de la Universidad Complutense profesor Francisco Bustelo, en esta misma secci¨®n de EL PA?S, me inform¨® de la existencia de la biblioteca de la Universidad, que yo hab¨ªa negado. No tengo ahora a mano los escritos de nuestra amistosa pol¨¦mica, s¨®lo recuerdo que su origen hab¨ªa sido una carta m¨ªa a EL PA?S, publicada con el t¨ªtulo de Autonom¨ªa para San Bernardo. Se discut¨ªa, entonces, el destino que podr¨ªa tener el noble caser¨®n de la calle de San Bernardo, sede, en otros tiempos, de la Universidad Central. Creo recordar tambi¨¦n que, seg¨²n se dec¨ªa, la Comunidad Aut¨®noma de Madrid pensaba instalar all¨ª sus dependencias. En mi carta propon¨ªa que, tal vez, de acuerdo con la solera acad¨¦mica del edificio, podr¨ªa reconstruirse, en ese lugar, la biblioteca de la Universidad, que carec¨ªa de ella.Los argumentos del profesor Bustelo deb¨ªan ser los mismos, aunque no tan contundentes, como los que, en su carta a EL PA?S del 1 de agosto, esgrime la se?ora Cecilia Fern¨¢ndez, directora de Bibliotecas de la Universidad Complutense. Esta se?ora me informa de los cientos de manuscritos e incunables y los miles de vol¨²menes y publicaciones peri¨®dicas que constituyen el fondo bibliogr¨¢fico de dicha Universidad, repartido, seg¨²n me indica, en sus 29 bibliotecas de facultades y escuelas universitarias. Supongo que a esos miles de vol¨²menes hay que a?adir los de las m¨²ltiples bibliotecas de los departamentos que ella no menciona, pero que, estoy seguro, conoce.
A pesar de todo, me atrevo a insistir en que esa ejemplar instituci¨®n de las universidades alemanas -y no s¨®lo de Alemania, por supuesto-, como es su biblioteca, no existe todav¨ªa en nuestro pa¨ªs. Y esto, contra lo que esta se?ora afirma, no es una "aseveraci¨®n grave", sino sencilla manifestaci¨®n de una realidad.
Quien conozca la organizaci¨®n de la Universidad alemana sabe muy bien que el edificio m¨¢s importante de ella es la Universit¨¹tsbibliothek. Este edificio no es s¨®lo un lugar donde se almacenan libros, sino una instituci¨®n de extraordinaria vitalidad, que procura estar al d¨ªa de lo que se publica en el mundo, que es centro de informaci¨®n, de conferencias, de pr¨¦stamo, de exposiciones bibliogr¨¢ficas, etc¨¦tera. Un centro que cataloga, organiza, distribuye el saber, y cuya actividad, paralela a la docencia de los profesores, no cesa, sin embargo, en todo el a?o. La Universidad alemana todav¨ªa rivaliza -ah¨ª est¨¢n los ejemplos de las universidades de Konstanz y Bielefeld- en el cuidado, renovaci¨®n de estas magn¨ªficas m¨¢quinas, entre cuyos engranajes se crea la ciencia. Por supuesto que junto a estas grandes bibliotecas, centro de vida universitaria, est¨¢n las bibliotecas de los institutos, seminarios, etc¨¦tera.
Hay algo, adem¨¢s, en la carta de esta se?ora, con la que estoy en absoluto desacuerdo. El empleo de ese vac¨ªo t¨®pico de que Ias comparaciones son odiosas". Comparar quiere decir conocer, contrastar, dudar, y esto es principio de sabidur¨ªa. Hay comparaciones que nada tienen que ver con el odio, sino con el amor. Comparaciones que nos estimulan, que nos proyectan hacia modelos que no son ut¨®picos, sino que est¨¢n ya realizados y al alcance de aquellos que, de verdad, les apasiona la Universidad, la educaci¨®n. No ser¨ªa nada odiosa la comparaci¨®n que nos llevase a formar esas bibliotecas donde se nutre, madura y crea la ciencia.-
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