La responsabilidad de actuar
La tragedia de la antigua Yugoslavia ha vuelto a cobrar ptirizante actualidad con la afluencia masiva de refugiados y la demostraci¨®n de la existencia de campos de concentraci¨®n. Al mostrar im¨¢genes que la Europa pac¨ªfica y opulenta cre¨ªa parte de un pasado irrepetible, el v¨ªdeo de la cadena de televisi¨®n brit¨¢nica ITN ha tenido m¨¢s impacto que la llegada de una divisi¨®n aerotransportada a Sarajevo.Con ello, se ha acentuado la dram¨¢tica pregunta de la opini¨®n p¨²blica a los responsables pol¨ªticos sobre qu¨¦ haceir ante tanta barbar'ie y tanto desastre. En primer lugar, es necesario reforzar nuestro compromiso. Si cab¨ªan dudas sobre Maastrich, ¨¦ste es el momento de reafirmar su sentido y su necesidad. Lo que est¨¢ ocurriendo es un recordatorio de ad¨®nde conduce la exaltaci¨®n del nacionalismo a ultrainza, con esa identificaci¨®n entre pueblo, Naci¨®n-Estado y la necesidad de odiar al extra?o que desde finales del siglo XVIII hasta mediados del presente siglo ha ensangrentado repetidamente nuestro contin.ente. Precisamente la gran guerra, la de 1914-1918, empez¨® en Sarajevo, y parti¨® Europa en dos por la l¨®gica de las alianzas y los ententes. Por ello, hay que recordar que el ser musulm¨¢n no supone pertenecer a ninguna etnia, sino a una religi¨®n y a una cultura. compartida por casi 1.000 millones de seres humanos, y que no hay cruzadas pendientes a estas alturas. El odio que revela destrucci¨®n de s¨ªmbolos como las mezquitas o las iglesias (ortodoxas por los croatas, cat¨®licas por los serbios) expresa el anquilosamiento de valores propios de la enajenaci¨®n colectiva de las guerras civiles. Los l¨ªderes religiosos tienen una. clara responsabilidad de predicar juntos un mensaje de convivencia y respeto en estas circunstancias.
La situaci¨®n llega al paroxismo cuando se trata de la poblaci¨®n civil, que supone el 70% de las v¨ªctimas de este conflicto. Con argumentos tan repugnantes como la purificaci¨®n y la limpieza ¨¦tnica se est¨¢ forzando a migraciones masivas de poblaci¨®n, que af¨¦ctan ya a m¨¢s de dos millones de personas y que, de extenderse a todo el territorio ex yugoslavo afectar¨ªan a seis millones. Lo primero a hacer es reafirmar que por este camino no se va m¨¢s. que al desastre, y que lo importante es el respeto a los derechos humanos y de las minor¨ªas. Cuando pueblos que viven entreverados desde milenios sobre el cruce de fronteras religiosas (iglesias latinas y ortodoxas, el islam), imperios (el turco y el austroh¨²ngaro), intentan separarse, es como si dos hermanos siameses lucharan a muerte entre s¨ª.
Pero para superar tanto odio, no basta s¨®lo con el llamamiento a la raz¨®n. Es necesario, sin tratar de demonizar a ninguna de laspartes, mostrar que no es posible continuar contemplando impasibles su destrucci¨®n. Y aunque las responsabilidades est¨¦n compartidas, y el Gobierno croata no puede pretender que siga defendiendo Europa y debe de respetar sus propias minor¨ªas sin duda, la mayor respons¨¢bilidad recae sobre Serbia y su ej¨¦rcito que ha perdido su pa¨ªs, pero mantiene su potencia (era el tercero de Europa), y evitar sobre todo que el incendio siga propag¨¢ndose hacia Kosovo, con el peligro de extensi¨®n a todos los Balcanes.
Hay que actuar, sin duda. Pero sin esperar que una acci¨®n tipo Rambo produzca resultados milagrosos. Es una tierra de gentes brav¨ªas, con los que no pudieron 37 divisiones alemanas durante la II Guerra Mundial.
En primer lugar, hay que colocar la acci¨®n en el marco de la ONU: la Resoluci¨®n del Consejo de Seguridad es un elemento imprescindible. Pero no hay que olvidar que sus cascos azules son fuerzas de interposici¨®n y pacificaci¨®n, no de intervenci¨®n, cuya presencia requiere la aceptaci¨®n por los contendientes. En lo que respecta a la Comunidad, que est¨¢ fraguando su pol¨ªtica exterior y de seguridad com¨²n, hay una serie de acciones en las que perseverar y otras a emprender. En el debate de urgencia del pasado d¨ªa 10, en el Parlamento Europeo, se ha establecido un consenso mayoritario en la l¨ªnea apuntada por el presidente Delors, la intensificaci¨®n de la acci¨®n de protecci¨®n de los derechos humanos y la exigencia de establecer corredores para la entrega de la ayuda humanitaria; al mismo tiempo, continuar con el esfuerzo de ayuda (en estos momentos, la CE da m¨¢s del 70% de la destinada a los refugiados), tratando de lograr cobijo y protecci¨®n para cientos de miles de personas antes de que llegue el invierno, actuando con criterios solidarios en el reparto de los refugiados temporales y sus cargas. Por otra parte, es preciso reforzar el control del embargo sobre Serbia, sobre todo cuando la misma Rumania ha reconocido su continua violaci¨®n, a trav¨¦s del Danubio, en una situaci¨®n en la que el desmantelamiento del imperio sovi¨¦tico ha creado un gigantesco mercado de ocasi¨®n. La responsabilidad de Rusia, en este caso, es clara y concreta.
La Comunidad Europea, a trav¨¦s de la UEO, con Estados Unidos, en el marco de la OTAN, deben de preparar los medios de intervenci¨®n que hagan posible el respeto de normas elementales de humanidad. Para comprobarlo, no hay que esperar mucho. Dentro de dos semanas, se celebrar¨¢ la Conferencia de Londres, patrocinada por la presidencia brit¨¢nica de la CE, con participaci¨®n de todos los pa¨ªses aliados y de los contendientes.
La Comunidad, con una sola voz, tiene que ser capaz de conseguir parar esta matanza absurda que, adem¨¢s de suponer un inmenso sacrificio de vidas humanas, representa, a nuestra puerta, una burla sangrienta de nuestros principios fundamentales.
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