Una cuesti¨®n peligrosa

No faltan cuestiones que puedan hacer perder a George Bush las elecciones presidenciales de noviembre. ( ... ) Una de ellas podr¨ªa ser las dudas sobre su dicernimiento, simbolizado en Dan Quayle, candidato a la reelecci¨®n como vicepresidente; otra, el problema del aborto. ( ... ) La pasi¨®n que despierta este tema en EE UU es extraordinaria. Las encuestas muestran que aunque cuatro de cada cinco norteamericanos son partidarios de su legalidad, la mayor¨ªa contempla la cuesti¨®n con las mismas emociones contradictorias que suscita aqu¨ª, por m¨¢s que no haya nada de esa ambivalencia en los violentos choques entre pro y antiabortistas: los primeros corean consignas como "Mantened vuestros rosarios fuera de nuestros ovarios"; los segundos se manifiestan frente a las cl¨ªnicas abortistas y a veces intentan asaltarlas. ( ... ) Es probable que en un segundo mandato de Bush se nombraran m¨¢s jueces antiabortistas en el Tribunal Supremo, como resaltar¨¢n los dem¨®cratas en su campa?a. Bush se ha comprometido con los antiabortistas, pero al pregunt¨¢rsele qu¨¦ har¨ªa si una nieta adulta le dijera que iba a abortar, su respuesta t¨ªpicamente opaca pareci¨® implicar que la apoyar¨ªa en su decisi¨®n. ( ... ) Pero nada de lo que digan ¨¦l o su mujer puede oscurecer el hecho de que en esta cuesti¨®n el Partido Republicano es prisionero de su ala m¨¢s conservadora. Si pierde las elecciones, ese sometimiento puede tener gran parte de la culpa. 17 de agosto