Palabras explosivas
Los libros de texto contienen dinamita. Quien lea la historia de Espa?a que se da en las escuelas, no podr¨¢ menos que sentir antipat¨ªa hacia todos los pa¨ªses que alguna vez tuvieron roces con Espa?a. A su trav¨¦s, los ni?os adquieren un concepto militarizado de la vida: todo el que haya nacido m¨¢s all¨¢ de nuestras fronteras es, al menos, sospechoso de ser un enemigo. Todo el que, habiendo nacido dentro de nuestro territorio nacional, sienta simpat¨ªa o se identifique con for¨¢neos, es un traidor a su esencia. ?Cu¨¢ntas veces han sido, y son, juzgados seres humanos por eso? Por el hecho b¨¢sico de sentirse humanos antes que paisanos. Ese factor se multiplica ahora con la exacerbaci¨®n de las autonom¨ªas. Parece como si el sentirse canario, andaluz o catal¨¢n tuviera que excluir en s¨ª el sentirse espa?ol. Como si una misma persona no pudiera ser, al mismo tiempo, padre, hijo, cu?ado, nieto, t¨ªo... Uno en esencia y multitud en persona. Si la historia de Espa?a la estudiarnos a trav¨¦s de los libros de texto suramericanos y algunos europeos, se nos convierte, m¨¢s bien, en el relato sucesivo de una raza, de nerones sangrientos. Y, ni ¨¢ngeles ni demonios humanos.La Espa?a actual, para no diluirse en la Comunidad Europea, necesita seguir manteniendo sus lazos con la Am¨¦rica hispana. La carga econ¨®mica que pudiera suponer la alimentaci¨®n de la cultura com¨²n se compensar¨¢ con creces, a trav¨¦s de su papel representativo de las naciones americanas ante Europa. Espa?a es Espa?a, m¨¢s la Hispanidad. R¨¦mora a veces, escudo las m¨¢s, reserva las fuerzas en un futuro cercano.
Am¨¦rica ya no est¨¢ en el fin del mundo. Termin¨® hace tiempo la ¨¦poca de las carabelas. Y, si podemos sentirnos identificados, como hombres, con los pueblos europeos, con mayor raz¨®n habremos de sentirnos cercanos a las naciones iberoamericanas. No es cuesti¨®n de pol¨ªtica, sino de cercan¨ªa afectiva. Lo que ata?e a los pueblos latinos es m¨¢s una cuesti¨®n de familia.-
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