Una fuerza mortal antipalestina
Comandos israel¨ªes libran una guerra sucia contra la Intifada en los territorios ocupados
La operaci¨®n comienza con una preparaci¨®n cuidadosa. Los cinco hombres, comandos del Ej¨¦rcito israel¨ª, se maquillan. Para oscurecer sus rostros, se quitan la cara, manos y brazos con una crema aceitosa. Uno de los soldados se pone un bigote postizo, otro se dibuja una l¨ªnea irregular en la cara. Para completar el maquillaje -hoy van de carboneros ¨¢rabes-, los hombres, con camiseta, vaqueros y playeras, se tiznan la cara. Salen de su escondite pr¨®ximo a la ciudad palestina de Jenin, conducen por las colinas de Cisjordania en un taxi destartalado y son saludados amistosamente por los palestinos, que, evidentemente, no sospechan que son infiltrados israel¨ªes.
Los comandos no tardan en llegar a su destino, una casita en las afueras de Jenin. Dentro esperan encontrar a Munir Jaradat, de 18 a?os, supuesto miembro de un grupo armado palestino, los ?guilas Rojas. Los soldados invaden la casa, pero s¨®lo encuentran a dos mujeres asustadas, a un muchacho y a un ni?o. Jaradat no est¨¢. "No importa", dice el jefe del grupo, Avi Aberjill. "Otra vez ser¨¢". Tres semanas despu¨¦s, otro comando localiza a Jaradat en Silat al Harithiy¨¢, un pueblo cercano. Seg¨²n el informe del Ej¨¦rcito, fue abatido al enfrentarse con una pistola a los soldados.Este es el patr¨®n actual de la confrontaci¨®n en los territorios ocupados por Israel en CisJordania y Gaza, cuando los negociadores israel¨ªes y palestinos se preparan para reanudar las conversaciones de paz en Washington. El nuevo patr¨®n surgi¨® hace ocho meses, cuando el Ej¨¦rcito israel¨ª lanz¨® una ofensiva a gran escala para acabar con la intifada roja, la resistencia de un n¨²mero creciente de palestinos que, en su lucha contra la ocupaci¨®n, han pasado de las piedras a las armas. Las campa?as de las unidades encubiertas -arabizadas- han incrementado el n¨²mero de muertes palestinas en circunstancias controvertidas. Los l¨ªderes palestinos dicen que las unidades de comandos son escuadrones de la muerte. "Hemos visto esto antes en Guatemala, Argentina, Filipinas... ", dice Riad Malki, un activista ligado al ilegal FLP. "No pretenden capturar fugitivos, sino eliminarlos".
"Fuerza excesiva"
Los grupos pro derechos h¨²manos israel¨ªes y palestinos di cen que la fuerza utilizada es excesiva. Pero las autoridades de seguridad no se inmutan por esas quejas. Consideran que la campa?a es un ¨¦xito, pues ha reducido la violencia palestina contra los israel¨ªes y ha hecho que se rindieran decenas de activistas perseguidos.De momento, las activida des de las unidades especiales, o sayarot, no han enturbiado el proceso de paz de Oriente Pr¨®ximo. Los delegados palestinos en las conversaciones han decidido no hacer de las muertes un tema central. Desde que empez¨® la Intifada en 1987, las fuer zas de seguridad israel¨ªes han matado a 775 palestinos en los territorios ocupados. Otros 680 han sido muertos por los suyos, principalmente por supuesta colaboraci¨®n con Israel. En ese tiempo han muerto 117 israel¨ªes a manos de palestinos.
El a?o pasado una serie de asaltos armados de los ¨¢rabes anim¨® al Ej¨¦rcito a ampliar la funci¨®n de las unidades encu biertas, que fueron utilizadas por primera vez contra la Intifada,en 1988. Hoy, los sayarot realizan m¨¢s de 800 operaciones diarias en los territorios ocupados.
El objetivo militar de los sayarot es descubrir a los revoltosos y reducir las fricciones con la poblaci¨®n. Desde que los comandos entraron en acci¨®n, el Ej¨¦rcito ha reducido las patru.llas rutinarias. Las fuerzas en los territorios ocupados han ,sido reducidas en un tercio, de 10.000 soldados a unos 7.000.
Los informadores militares dicen que los ataques ¨¢rabes a objetivos israel¨ªes han descendido en un 30% durante los cuatro primeros meses de 1992, en relaci¨®n con el mismo periodo de 1991. En lo que va de a?o, han sido arrestados 1.000 palestinos y han muerto 39. Parece que tambi¨¦n los militantes se est¨¢n rindiendo en un n¨²mero sin precedentes (130 desde el primero de enero), probablemente porque prefieren la c¨¢rcel a una posible muerte a manos de los comandos. Sal¨¦ Abdul Jawad Salelin, un polit¨®logo de CisJordania que ha estudiado a los fugitivos palestinos, dice que la mayor¨ªa de los que se entregaron eran buscados por cuestiones menores.
Uno de ellos es Ahmad, de 23 a?os, miembro de las Panteras Negras. Ahmad dice que prefiere seguir luchando antes de rendirse. "Un d¨ªa", dice jugando con el cigarrillo entre los dedos y mirando nervioso a su alrededor, "ser¨¢n ellos o yo".
Probablemente ser¨¢ ¨¦l. En los choques con militantes, el Ej¨¦rcito no se arriesga. En febrero pasado elimin¨® una cl¨¢usula de seguridad de las ordenanzas al autorizar a los soldados a abrir fuego en un abanico m¨¢s amplio de circunstancias.
Atrapar fugitivos
El Ej¨¦rcito insiste en que los soldados respetan las normas. "No somos asesinos. S¨®lo queremos atrapar a los fugitivos para que hablen", dijo Amir Rosenberg, uno de los cinco miembros del comando que buscaba a Jaradat, antes de ser abatido por un ¨¢guila roja el mes pasado. "Lo que hacemos no me plantea ning¨²n problema. ?De qui¨¦n hablamos? De gente que ha matado o ha cometido actos de terrorismo".Las organizaciones pro derechos humanos acusan a los sayarot de disparar primero y preguntar despu¨¦s, incluso sobre personas desarmadas.
A pesar de la controversia, el Ej¨¦rcito pretende endurecer la caza, abierta y encubierta, de los 750 activistas m¨¢s radicales que siguen siendo buscados. Cualquiera que sea el grado de ¨¦xito del Ej¨¦rcito, no es probable que la resistencia armada desaparezca por completo. Como indica Sal¨¦, la muerte de un pantera negra o de un ¨¢guila roja con frecuencia incita a voluntarios a alistarse a la causa. "La violencia nace de un problema pol¨ªtico", dice. "Y requiere una soluci¨®n pol¨ªtica", y eso, seg¨²n el punto de vista palestino, significa la retirada de los israel¨ªes de los territorios ocupados. Los palestinos radicales est¨¢n convencidos de que las negociaciones con los israel¨ªes equivalen a vender la causa. El intelectual palestino Cari Nuccoib¨¦ piensa, ante la reanudaci¨®n del proceso de paz, que los militantes palestinos podr¨ªan seguir intentando el sabotaje por las armas, en cuyo caso los sayarot se perpetuar¨ªan para continuar su tarea.
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