El pen¨²ltimo capitulo del 'culebr¨®n' real
M¨¢s di¨¢logos amorosos de Diana de Gales y una antigua aventura de la reina madre salen a la luz
Los sinsabores de la familia real brit¨¢nica no tienen fin. A¨²n est¨¢ vivo el esc¨¢ndalo provocado por la publicaci¨®n de una supuesta conversaci¨®n privada de la princesa de Gales, Diana, con un supuesto amante, James Gilbey, cuando ya se habla de una segunda conversaci¨®n entre ambos, de contenido todav¨ªa m¨¢s ¨ªntimo, presuntamente en poder de un diario sensacionalista. James Gilbey, de 38 a?os, ha negado que la voz qu¨¦ suena en la primera cinta sea suya. Pero, al parecer, ha escuchado ya la segunda grabaci¨®n y ha confesado a sus amigos -seg¨²n el vespertino Evening Standard- que ¨¦se s¨ª es ¨¦l.Cada vez hay menos dudas sobre la autenticidad de la primera cinta, al menos en lo que a Diana de Gales se refiere. El palacio de Buckingham, que primero reaccion¨® con desd¨¦n, adopt¨® luego una actitud muy cautelosa. Los detalles del di¨¢logo no pod¨ªan ser conocidos por alguien ajeno al entorno de los pr¨ªncipes, lo que destruye, en principio, la hip¨®tesis de un montaje.
La difusi¨®n de las cintas ha suscitado comentarios jocosos -no es para menos, teniendo en cuenta que se llaman calamarcito uno a otro y se mandan besitos, am¨¦n de despotricar contra el pr¨ªncipe Carlos-, pero tambi¨¦n un serio debate sobre los aspectos legales de la publicaci¨®n. De forma extraoficial, tanto la polic¨ªa como distintos juristas coinciden en que no hay ilegalidad en "captar accidentalmente una conversaci¨®n". Podr¨ªa haber ilegalidad despu¨¦s, no en el hecho de su difusi¨®n, sino en su uso con fines lucrativos. The Sun, el diario sensacionalista que las public¨®, se cubri¨® las espaldas anunciando que todos los beneficios obtenidos gracias a la exclusiva period¨ªstica ser¨ªan destinados a obras de caridad. The Sun ha abierto una l¨ªnea telef¨®nica de pago, gracias a la cual, por un m¨®dico importe, se puede escuchar el, supuesto di¨¢logo entre la futura reina y su amante.
El hombre que grab¨® la cinta, Cyril Reenan, un jubilado de 70 a?os cuya simp¨¢tica afici¨®n consiste en escuchar las conversaciones de los dem¨¢s gracias a un sencillo equipo que intercepta las se?ales de los tel¨¦fonos inal¨¢mbricos, dice no haber cobrado un penique y haber entregado la pieza a The Sun "para ayudar a Diana".
Al margen de lo que depare la anunciada segunda cinta, ayer hubo nuevo esc¨¢ndalo. Un ex guardaespaldas de la reina afirma haber visto a la princesa Diana "abraz¨¢ndose y acarici¨¢ndose" con su profesor de equitaci¨®n, una ma?ana de 1989. El profesor no era Gilbey, sino otro, James Hewitt, un militar de caballer¨ªa. El supuesto testigo afirma que los hechos se produjeron "a las siete de la ma?ana" y que "el caballo estaba solo mientras ellos se abrazaban sobre un banco".
Quien piense que todo esto es demasiado se equivoca. Porque el ultim¨ªsimo esc¨¢ndalo, publicado por la revista de izquierdas Socialist y recogido ayer por el diario The Guardian, afecta ?a la reina madre! Parece ser que durante la II Guerra Mundial la reina madre, cuarentona por entonces, tuvo un apasionado romance con un joven soldado de ideolog¨ªa izquierdista. El soldado es ahora un profesor que permanece en el anonimato, pero, seg¨²n Socialist, ha aportado "pruebas incontrovertibles" sobre la relaci¨®n.
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