Gris final para un viejo coso

El viejo coso de Alcal¨¢ de Henares, que inaugur¨® con brillantez nada menos que el extraordinario Frascuelo en 1879, no contar¨¢ con un ep¨ªlogo de semejante abolengo, pues cerr¨® ayer definitivamente sus puertas con una corrida gris¨¢cea y cenizosa como su arena. Los goznes sellaron por ¨²ltima vez las herrumbrosas puertas, pronto v¨ªctimas de la piqueta, a no ser que se las traslade al nuevo coso que se quiere inaugurar en la feria de 1993.

Dos simp¨¢ticos abueletes, aficionados de toda sus largas vidas, hac¨ªan a la salida un repaso raudo a parte de la historia de la plaza y conven¨ªan, con desaz¨®n, que cualquier tiempo pasado fue mejor para la fiesta.

Despu¨¦s se marcharon a tomarse unos chatos de vino con que reconfortar sus a¨²n enjutos cuerpos, heridos por el fr¨ªo ventorro que sopl¨® toda la s¨®rdida tarde de despedida, y que tambi¨¦n molest¨® a los coletudos. Mientras caminaban hombro con hombro, sirvi¨¦ndose tan de mutuo apoyo como sus respectivas garrotas, segu¨ªan con sus historietas taurinas: ?Recuerdas el faen¨®n de Marcial? ?Y t¨² aquellas ver¨®nicas celestiales de Ord¨®?ez? ?Y t¨²...?

Para nada hablaban de este pl¨²mbeo festejo final de trayecto del coso, ya borrado de sus memorias escasos instantes despu¨¦s de acabar. Mayormente por culpa de unos bicornes que, con la gloriosa excepci¨®n del tercero, hu¨ªan de los enga?os y sus manejadores como si ambos fueran recuadadores de alc¨¢balas. Y ya se sabe que dos no se pelean si uno no quiere. Baste a?adir que la banda que ameniz¨® a destajo todos los anteriores festejos feriales s¨®lo music¨® ayer una faena.

Esa faena fue la de un Jos¨¦ Mar¨ªa Plaza apoyado por los ecos calientes de sus much¨ªsimos partidarios, que realiz¨® una labor con altibajos al bravo tercero. En esta mezcolanza se citaron profundos naturales y redondos de aroma candeal con desajustes y enganchones. Rinc¨®n justific¨® las habichuelas porfiando in¨²tilmente con su lote. Dom¨ªnguez los mech¨® sin complicarse.