La Orquesta de Francfort provoca entusiasmo
Los dos programas de la Sinf¨®nica de Radio Francfort, dirigida por su actual titular, el ruso Dimitri Kitalenko, y con la colaboraci¨®n del pianista VIadimir Krainev y la soprano h¨²ngara Eva Merton han vuelto a copar el aforo, no demasiado grande, del teatro Victoria Eugenia los d¨ªas 29 y 30 de agosto.Es buen instrumento esta orquesta nacida hace m¨¢s de 60 anos y guiada, sucesivamente, por Rosbaud, Bohm, Dixon e Inbal, sin olvidar, durante la etapa de este ¨²ltimo, la gran labor gerencial y art¨ªstica de Heinz Enke, director musical de la radio de Hesse hasta su muerte.
Kitalenko es uno de los grandes premios Karajan de Berl¨ªn y aparece como un maestro comunicativo y detallista que hace vivir la m¨²sica sin caer en abuso ret¨®rico o en excesos din¨¢micos. Su versi¨®n de la Quinta sinfon¨ªa de Shostak¨®vich, de 1937, me pareci¨® mod¨¦lica por la firmeza y el orden interno de la arquitectura y la naturalidad del sentimiento. No carg¨® la mano en lo ¨¦pico, ni exager¨® lo l¨ªrico.
No menos valioso fue su trabajo colaborador en el Tercer concierto para piano, de Prokoflev que tuvo un solista de lujo: Vladimir Krainev, que fuera todav¨ªa disc¨ªpulo del legendario Neuhous. Su Prokofiev result¨® fascinante y arrollador, tan perfecto en todos los aspectos t¨¦cnicos como en los intencionales. Al escucharlo, como sucedi¨® con Shostak¨®vich, recib¨ªamos la sensaci¨®n de que esta m¨²sica es as¨ª y no de otra manera. Tan grande era la sensaci¨®n de veracidad.
En el segundo concierto la c¨¦lebre soprano dram¨¢tica Eve Merton cant¨® obras de Wagner: El sue?o de Elsa y Los cinco lieder sobre poemas de Mathilde Wessendock (1858), en buena parte instrumentados por F¨¦lix Mottl bajo la supervisi¨®n del propio Wagner.
La Merton es artista aut¨¦ntica y su voz seduce por la belleza y densidad pero pareci¨® un tanto fatigada con lo que sufri¨® el necesario plegato e incluso, por momentos, la seguridad de afinaci¨®n. Se vio, sin embargo, el rigor conceptual, tanto como se ovacion¨® el del director Kitaienko en la Cuarta sinfon¨ªa de Bruckner, magistral en la sencillez de su grandiosidad o en la contenci¨®n de su intimismo.
El ¨¦xito fue grande en las dos jornadas y los mel¨®manos donostiarras parecen un poco tristes ante el pr¨®ximo fin de su quincena, mientras esperan que, un d¨ªa u otro, se haga realidad el proyectado auditorio, frente al Victoria Eugenia, en el solar que ocupara anta?o el famoso Kursaal.
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