"Fui torturado en Pasadena"
El ajedrecista Bobby Fischer relata su detenci¨®n en 1981
El ajedrecista Bobby Fischer (EE UU), de 49 a?os, ha vivido envuelto en el misterio desde 1972, cuando derrot¨® al sovi¨¦tico nacionalizado franc¨¦s Bor¨ªs Spasski. Su narraci¨®n de las 48 horas que pas¨® en la comisar¨ªa de Pasadena (California) en 1981, acusado de atracar un banco, es un testimonio tan espeluznante como significativo de su peculiar personalidad. Fischer reaparecer¨¢ ma?ana mi¨¦rcoles trente a Spasski en Sveti Stefan (Montenegro), en un duelo a 10 victorias con 500 millones de pesetas en premios.
En un documento que ¨¦l mismo entreg¨® a EL PA?S, Fischer afirma que fue detenido hacia las dos de la tarde del 26 de, mayo de 1981 en Lake Street, Pasadena, porque su descripci¨®n coincid¨ªa con la de un hombre que acababa de atracar un banco. Fischer no se identific¨® en ning¨²n momento como campe¨®n del mundo de ajedrez, dijo llamarse Robert D. James e invit¨® a los polic¨ªas a visitar su casa, situada a dos bloques de distancia. Pero su actitud debi¨® de parecer sospechosa a los agentes, que decidieron trasladarle a la comisar¨ªa.Los agentes formularon una y otra vez las mismas preguntas hasta que Fischer se acogi¨® al derecho legal de guardar silencio. La polic¨ªa confirm¨® el arresto con esta frase: "T¨² crees que est¨¢s en Nueva York; pero aqu¨ª las leyes son distintas". A partir de este momento, Fischer detalla los malos tratos recibidos.
" ( ... ) Fui inmediatamente esposado de manera brutal. ( ... ) M¨¢s tarde me di cuenta de que el metal hab¨ªa rasgado la carne de mis dos mu?ecas. Fui introducido en uno de los coches policiales pero no pod¨ªa moverme lo suficiente como para que pudiera cerrarse la puerta debido a una especie de joroba que hab¨ªa en el centro del asiento trasero. Despu¨¦s de numerosos intentos el oficial tuvo ¨¦xito con el sencillo m¨¦todo de empujar mi pierna con la puerta. M¨¢s tarde vi que mi rodilla derecha se hab¨ªa vuelto negra y azul".
En el trayecto hacia la comisar¨ªa, Fischer oy¨® a un oficial hablando por radio: "Eso es, acaban de capturar al ladr¨®n del banco". Entonces comenz¨® lo peor. "( ... ) Al principio se limitaron a llamarme 'tonto del culo' ( ... ) pero cuando, ya en la comisar¨ªa, me negu¨¦ a darles m¨¢s informaci¨®n, el l¨ªder del grupo (...) cogi¨® mi garganta con una mano y comenz¨® a estrangularme (...) a la vez que me gritaba: '?Habla!'. ( ... ) Yo dije: 'No puedo creerlo; cogido por la garganta, con las manos esposadas a la espalda por un polic¨ªa que me trajo aqu¨ª para conversar. Cre¨ªa que estas cosas s¨®lo suced¨ªan en los comics'. Un par de oficiales soltaron risitas ante mi ingenuidad".
"( ... ) Fui llevado a una celda y obligado a desnudarme completamente ( ... ). Cuando me qued¨¦ en calzoncillos, dije:'?Esto tambi¨¦n?' y el carcelero contest¨® que s¨ª. Me quit¨¦ los calzoncillos y se los di ( ... ). Se me neg¨® el derecho a realizar una llamada telef¨®nica ( ... ). La celda no ten¨ªa s¨¢banas, ni cama, ni colch¨®n, ni mantas. Absolutamente nada, excepto un par de trozos de papel higi¨¦nico. Fui obligado a acostarme desnudo sobre una litera de metal pintado llena de peque?os agujeros redondos. Despu¨¦s de un corto periodo aquello resultaba insoportable y atrozmente doloroso. Permanec¨ª all¨ª encerrado hasta alguna hora de la ma?ana siguiente, cuando fui transferido a otra celda que hac¨ªa que la primera pareciese un picnic".
Lavado de cerebro
Fischer recuerda que en su nueva celda de castigo sufri¨® de forma horrenda. Diez d¨ªas despu¨¦s, cuando escribi¨® este relato, su cuerpo a¨²n ten¨ªa huellas. "( ... ) Grit¨¦ a numerosas personas que pasaban por la calle pidi¨¦ndoles que llamaran a un determinado n¨²mero de tel¨¦fono y dici¨¦ndoles que estaba siendo torturado hasta la muerte en la comisar¨ªa de Pasadena, lo que era absolutamente ver¨ªdico ( ... ). Una vez le¨ª un libro sobre la t¨¦cnica del lavado de cerebro en el que se contaba c¨®mo, en Corea del Norte, los oficiales americanos capturados durante la guerra eran situados en celdas y forzados a dormir sobre bloques de hierro. Yo, simplemente, no cre¨ªa que aqu¨ª, en los civilizados EE UU, un tratamiento algo modificado y m¨¢s lento, pero igualmente mortal, pod¨ªa aplicarse por ciudadanos americanos a otro ciudadano americano".La polic¨ªa se neg¨® a llevar a Fischer ante el juez hasta que las formalidades del arresto hubieran sido cumplidas. El detenido reiter¨® su negativa a hablar; le dijeron que pod¨ªan enviarle a un hospital psiqui¨¢trico para ser observado, y a?adieron: "No realizar¨¢s ninguna llamada telef¨®nica, ni ver¨¢s al juez ni tendr¨¢s tu ropa hasta que no nos digas lo que queremos saber".
"( ... ) Se me neg¨® toda alimentaci¨®n durante unas 24 horas. Les dije que me estaban matando de hambre y fr¨ªo, y me respondieron: '?Mu¨¦rete!' ( ... ). Para defenderme del fr¨ªo me met¨ª debajo de la cobertura de lin¨®leo que estaba, anteriormente rota, en el suelo. Un carcelero me dijo que hab¨ªa otro cargo contra m¨ª: destrucci¨®n de la propiedad de la prisi¨®n".
La odisea termin¨® cuando el jefe de los carceleros devolvi¨® a Fischer su ropa. No le llevaron ante el juez pero le permitieron llamar por tel¨¦fono. Un amigo se present¨® en la comisar¨ªa y pag¨® una fianza de 1.000 d¨®lares (unas 100.000 pesetas). Despu¨¦s de firmar varios documentos que no le dejaron leer, fue puesto en libertad. El ex campe¨®n del mundo asegura que nunca recibi¨® una notificaci¨®n oficial con los cargos formulados contra ¨¦l. Fischer no quiso presentar una denuncia contra la polic¨ªa. Prefiri¨® escribir un folleto que vendi¨® por las calles unas semanas a cambio de un d¨®lar.
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