Autobuses 'piratas'
TRAS EL accidente en Castell¨®n de un autocar de Bus Expres que cubr¨ªa una ruta pirata y que tuvo el brutal precio de 45 muertos, se ha desatado un encomiable furor administrativo. Escudri?ando en, los papeles, los municipios donde la empresa de transportes organizadora del viaje tiene establecimientos e instalaciones han advertido que no ten¨ªa los papeles en regla, y la Generalitat ha desplegado una loable persecuci¨®n de las compa?¨ªas -s¨®lo en Catalu?a se calcula que hay m¨¢s de una treintena- que montan viajes regulares cuando, en el mejor de los casos, ¨²nicamente tienen autorizaci¨®n para servicios discrecionales sin l¨ªmite de distancia. La operaci¨®n provoca un cierto p¨¢nico esc¨¦nico, con los mossos eficazmente apostados en las autopistas y parando a cualquier autocar sospechoso. Todo est¨¢ muy bien... pero ?por qu¨¦ tan tarde?Un total de 44 autobuses hab¨ªan sido inmovilizados hasta ayer, lo que confirma que no se trataba de un caso . aislado. En realidad, era de conocimiento. general la existencia y multiplicaci¨®n de estos servicios de viajes que captan la clientela en los bares y ofertan -a diferencia de las compa?¨ªas concesionarias de la l¨ªnea- un transporte a domicilio del viajero. Es decir, el autocar para -para recoger o dejar- en la poblaci¨®n que desea la clientela de la ruta, a costa, eso s¨ª, de que un viaje de Barcelona a Sevilla pueda durar 20 horas. Era p¨²blica y notoria la existencia de este mercado, y la propia Generalitat hab¨ªa prometido hace cuatro a?os poner orden en este tr¨¢fico pirata. Y era notorio no s¨®lo porqu¨¦ las empresas legales hab¨ªan presentado denuncias contra sus fraudulentos colegas, sin resultados aparentes, sino porque, por ejemplo, la propia Generalitat era propietaria del solar donde Bus Expres ten¨ªa una cochera, y que era reclamado desde hace tiempo por el Ayuntamiento de L'Hospitalet para equipamientos p¨²blicos.
Ahora, con 45 cad¨¢veres a cuestas, se anuncia una diligencia inspectora que no se ha tenido con anterioridad. Otro tema es que la actual legislaci¨®n de concesiones merezca correcciones dr¨¢sticas. Una hipot¨¦tica y total desaparici¨®n de estas empresas modificar¨ªa sustancialmente la capacidad para satisfacer esta popular demanda de transporte que, s¨®lo en Catalu?a, se calcula que mueve medio mill¨®n largo de viajeros, y deber¨ªa responderse a ello.
Pero lo ocurrido obliga tambi¨¦n a matizar la euforia de esos ultraliberales que consideran que no hay mejor pol¨ªtica industrial que la consistente en desregular la actividad econ¨®mica. Algunos pol¨ªticos muy influyentes de la antigua derecha sosten¨ªan, no hace mucho, que el espectacular desarrollo del turismo en los a?os sesenta se debi¨® a que la eliminaci¨®n de trabas administrativas estimul¨® la iniciativa espont¨¢nea de personas emprendedoras: tan espont¨¢nea que en pocos a?os se inutiliz¨® buena parte de la costa espa?ola para el turismo. La realidad indica que hay una demanda de viajes como los que de manera pirata cubren esas empresas ahora investigadas; pero eso no significa que, a fin de no interferir en la l¨®gica del mercado, haya que mirar para otro lado ante ilegalidades cuyos efectos se hicieron tr¨¢gicamente visibles en Castell¨®n.
Por otra parte, el mapa de las agencias de viajes piratas no se limita a Catalu?a. No tendr¨ªa sentido que, por culpa de lo que ha pasado y que afecta a una empresa radicada en Catalu?a, el resto de las administraciones auton¨®micas donde existe este tr¨¢fico no se sintieran aludidas. No es la primera vez que la Administraci¨®n inicia una actuaci¨®n, a la que estaba obligada, cuando una cat¨¢strofe dispara la sensibilidad de la ciudadan¨ªa, aunque en este caso, un accidente de carretera, no permita fijar una relaci¨®n causal entre el desastre y la condici¨®n ilegal del transportista. Es de esperar que la Generalitat no se limite a una operaci¨®n cosm¨¦tica. Ya ha llegado demasiado tarde para s¨®lo quedar bien.
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