Menudo petardo
Enrique Ponce, torero de moda, m¨¢xima figura del momento y principal atractivo del cartel, peg¨® un petardo. No tiene importancia pegar petardos: todos los buenos toreros de la historia los pegaron alguna vez y algunos hasta petardeaban con cierta frecuencia. Antonio Bienvenida, por ejemplo -Don Antonio llam¨¢bale la afici¨®n-, pegaba unos petardos de tal naturaleza que, a su lado, las masclet¨¢s eran amorosos susurros; y no por eso dej¨® de ser reconocido como maestro de la tauromaquia.En unas ocasiones, Don Antonio y restantes buenos toreros ten¨ªan miedo; as¨ª, como suena. En otras les sobreven¨ªan t¨¦tricos presagios y desconfiaban de todo el mundo, empezando por el toro. Llegadas estas tristes circunstancias, lo que sol¨ªan hacer era tantear, alifiar, matar, y lo que sol¨ªa hacer el p¨²blico era armarles una bronca monumental. Sin embargo lo que no les faltaba jam¨¢s, ni a¨²n en estos casos dolientes, era la torer¨ªa.Don Antonio, sin ir m¨¢s lejos, pod¨ªa distanciar al toro cuanto le dieran de s¨ª sus cortos brazos, buscar la igualada, pero no sab¨ªa torear mal. Muchos aficionados dec¨ªan entonces (y recuerdan ahora) que la calidad art¨ªstica y la profundidad t¨¦cnica de su toreo se apreciaban especialmente en estos casos de fracaso, petardo y bronca, porque daba aut¨¦nticas lecciones de toreo: dobladas rodilla en tierra sacando la muleta por bajo de los belfos del toro y destronc¨¢ndolo materialmente; muletazos de pit¨®n a pit¨®n; brega variada, garbo, dominio y hondura, para ahormar, cuadrar y matar. Y luego, claro, se divid¨ªan las opiniones (unos en su padre, otros en su madre, ya se sabe) mas nadie dudaba que all¨ª, bajo la bronca, cabizbajo y moh¨ªno, hab¨ªa un torero.
Torero / V¨¢zquez, Camino, Ponce
Toros de El Torero, tres chicos y tres de mejor aspecto; 4? y 6? cinque?os; sospechosos de pitones, inv¨¢lidos, encastados. Curro V¨¢zquez: media atravesada escandalosamente baja (silencio); bajonazo y rueda de peones (oreja). Rafael Camino: bajonazo (silencio); estocada baja tendida y dos descabellos (aplausos y saludos). Enrique Ponce: pinchazo hondo escandalosamente bajo, rueda de peones -primer aviso-, 13 descabellos -segundo aviso- y cuatro descabellos m¨¢s (silencio); estocada baja -aviso- y dobla el toro. Plaza de Colmenar Viejo, 2 de septiembre. Quinta corrida de feria. Dos tercios de entrada.
Lo de Enrique Ponce en Colmenar fue distinto. Enrique Ponce no ten¨ªa miedo, no se inhib¨ªa, no abreviaba; antes al contrario, pegaba pases, docenas de pases, hubo quien contabiliz¨® cientos de pases, y ninguno sal¨ªa bueno. Tomado el toro fuera de cacho (lo de toro es un decir; torito y gracias), lo embarcaba sin temple y, conclu¨ªdo el pase, corr¨ªa a nuevo terreno para iniciar otro.
Al pincipio el p¨²blico le jaleaba porque est¨¢ con ¨¦l -?se trata del torero de moda!-, y tiene puestas sus esperanzas en este diestro de gusto estil¨ªstico y posturas pintureras. Pero a medida que sumaba pases de un lado para otro, el p¨²blico se iba aburriendo, pues aquel traj¨ªn y aquellos enganchones carec¨ªan de inter¨¦s. A su primer toro lo mat¨® fatal y escuch¨® dos avisos. Al sexto, de feo espadazo y escuch¨® otro. No result¨® lo peor este desastroso manejo de las armas toricidas -con ser malo-, sino la impericia, la vulgaridad, la confusi¨®n lamentable entre lo que es torear y molear a derechazos un pobre toro mocho.
Curro V¨¢zquez, que desaprovech¨® al noble primero y estuvo acelerado en otro de casta creciente, con un par de redondos, otro par de trincherillas y un cambio de mano de bella ejecuci¨®n, se gan¨® al p¨²blico. Rafael Camino lance¨® con cierto tono y mulete¨® afanoso aunque sin quietud ni arte. Ambos cubrieron el expediente y no dieron el petardo. A fin de cuentas, ninguno de ellos constitu¨ªa el atractivo m¨¢ximo del cartel. El atractivo m¨¢ximo del cartel era Enrique Ponce. Que, por cierto, no llen¨® la plaza, e incluso hubo la entrada m¨¢s floja se la feria. Menudo petardo fue ese; casi tan gordo como lo otro.
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