Los Eulogios se humanizan
Los Eulogios ya no son lo que eran. Los toros colmenare?os de Los Eulogios han cambiado sus genes asilvestrados, aquellos que infund¨ªan pavor a determinados toreros, y ahora se muestran menos agresivos, m¨¢s conformes con las perrer¨ªas que les hacen durante la lidia, m¨¢s humanos y comprensivos.Ahora un Eulogio embiste a toda una tanda de naturales sin decir ni m¨² (lo de los naturales es mera suposici¨®n, ya puede imaginarse), mientras, antes, al torero que tuviera la osad¨ªa de pegarle naturales sin conocer la t¨¦cnica de parar, templar y mandar, se lo pod¨ªa comer por los pi¨¦s. Recientemente un empresario ofreci¨® a un torero sin contratos torear una corrida de Los Eulogios, y le respondi¨®: "Prefiero seguir en el paro. Yo he presenciado con estos ojos c¨®mo un Eulogio hac¨ªa lo nunca visto: despu¨¦s de pegar la voltereta a un torero, se le comi¨® una zapatilla".
Eulogios / Aranda, Galloso, Joselillo
Toros de Los Eulogios, discretos de presencia, escasos y sospechosos de cuerna, varios mansos en varas, nobles.Ra¨²l Aranda: tres pinchazos -aviso-, otro pinchazo y se tumba el toro (silencio); media atravesada y seis descabellos (bronca). Jos¨¦ Luis Galloso: pinchazo y estocada corta escandalosamente baja (bronca); estocada en la suerte de recibir perdiendo la muleta (pitos). Joselillo de Colombia: pinchazo cerca de la paletilla y estocada (oreja); pinchazo y estocada (ovaci¨®n). Plaza de Colmenar Viejo, 5 de septiembre. Octava corrida de feria. Media entrada.
Luego lo de comerse a los toreros por los pies no se queda en simple frase; responde a una realidad. Siempre que lo de la zapatilla sea cierto. A veces se exagera. A lo mejor lo ¨²nico que hizo el pobre Eulogio fue olerla; s¨®lo que al sentir sus efluvios, se puso furioso. A saber de qui¨¦n ser¨ªa la zapatilla y en qu¨¦ estado de revista se encontraba.
Los toros son como las personas y les crean famas injustas. Los toreros de Colmenar (dos, al menos), obsesionados con la leyenda del Eulogio devorazapatillas, no confiaron en el comportamiento humanizado y urbano que intentaban demostrar sus hermanos.
Ra¨²l Aranda confi¨® poco y Jos¨¦ Luis Galloso a¨²n menos Mansos en varas Los Eulogios, acud¨ªan boyantes a la provocaci¨®n banderillera y embest¨ªan a las muletas sin hacer nada feo. Y eso que los diestros les dieron motivo. Ra¨²l Aranda toreaba acelerado, sin conceder ninguna opci¨®n al toro para que se encelara en la pa?osa. Galloso machete¨® al segundo Eulogio, que era tantico top¨®n, y al noble quinto le pegaba derechazos r¨¢pidos corriendo de un lado para otro del redondel.
El Eulogio tercero fue un toro interesant¨ªsimo. Peque?ajo, ten¨ªa, en cambio, trap¨ªo, y adem¨¢s sac¨® casta pastue?a. Joselillo de Colombia lo tore¨® animoso, principalmente por derechazos, varios de ellos ligados y cargando la suerte, lo cual constitu¨ªa una jubilosa novedad. Tambi¨¦n estuvo bullidor con el sexto, aunque en esta ocasi¨®n mulete¨® despegado. Ambas faenas las concluy¨® mediante giraldillas en cadena, un pase tan facilito que fue proscrito por la afici¨®n en tiempos de arte. Sin embargo, en esta ¨¦poca de derechazos, caus¨® sorpresa al p¨²blico ne¨®fito. Algunos creyeron que las giraldillas eran invenci¨®n de Joselillo y las llamaban joselillinas. Joselillinas de Colombia, naturalmente.
La afici¨®n de Colmenar sali¨® muy complacida por el pundonor del creativo diestro, pero a¨²n m¨¢s por el buen juego de Los Eulogios, y se sent¨ªa orgullosa de que hubiera en su tierra toros de tan buena crianza.
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