Nadie pudo echarle un capote
La ausencia de dobladores permiti¨® que el toro se ensa?ase con el joven de Torrelaguna
Si Oscar Mart¨ªn Lozano hubiera tropezado en la plaza de Pamplona durante un encierro, un experto taurino le habr¨ªa quitado el toro de encima con un capote. Pero Torrelaguna -2.500 habitantes, al norte de Madrid- no es Navarra, y Oscar, un chaval de 23 a?o s, muri¨® el domingo despu¨¦s de que un utrero se ensa?ara con ¨¦l en un coso port¨¢til. No hubo ning¨²n doblador que le echase un capote, esto es, un entendido en el arte del toro cuya misi¨®n es hacer que la res siga recta hacia los toriles, sin que nada ni nadie la desv¨ªe.
Ayer sonaron campanas a muerto en plenas fiestas patronales de Torrelaguna. Entre dos festejos taurinos, un encierro y una novillada de rejones, el pueblo entero se fue a enterrar a ?scar, un mensajero de 23 a?os nacido en Torrelaguna y cu?ado de un concejal socialista, que muri¨® el domingo en el primer encierro de las fiestas.?scar no ten¨ªa 54 a?os, como difundi¨® una agencia de noticias y public¨® ayer este peri¨®dico, sino 23. El chaval, que hab¨ªa estado en pie toda la noche, fue corneado por un toro c¨¢rdeno de tres a?os, de nombre Seguidillo. Seg¨²n unos, el joven llevaba alguna copa de m¨¢s; seg¨²n otros, el chico estaba sobrio y no era muy amigo de la bebida. Adem¨¢s, era un veterano corredor.
Todos coinciden en que el muchacho, que viv¨ªa en Madrid y que iba por el pueblo los fines de semana, tropez¨® en un desnivel que hay a la entrada del coso taurino port¨¢til, que est¨¢ instalado en la plaza del pueblo. Luego se movi¨® y el toro le corne¨® tres veces por lo menos, una de ellas en el pecho, sin que nadie pudiera acercarse. Otro chico, Santiago Campos Fern¨¢ndez, recibi¨® un pinchazo en una pierna y uno m¨¢s result¨® herido en la ingle.
Un cresp¨®n negro
"Eran toros de 500 kilos", dec¨ªa, con los ojos h¨²medos, un amigo madrile?o de ?scar, rigurosamente encorbatado, a la puerta de la iglesia de Torrelaguna, tan cerca tambi¨¦n de las vallas rojo sangre de la plaza desmontable donde muri¨® su amigo. Pocos minutos despu¨¦s de las cuatro de la tarde, la mitad del pueblo esperaba el f¨¦retro dentro de la parroquia. La otra mitad estaba apostada enfrente, al otro lado de las verjas que marcan el camino a los astados hacia la plaza. Cuando lleg¨® el cad¨¢ver, avanzaron hacia ¨¦l en silencio. Fuera de la iglesia se quedaron algunos mozos de las pe?as -son 900 en el pueblo- con un lazo negro anudado a un brazo y el gesto mustio.
La alcaldesa, Mar¨ªa Paz Miguel, del PSOE, piensa que la muerte de ?scar es una desgracia que no hab¨ªa ocurrido en 70 a?os por lo menos. La corporaci¨®n decidi¨® seguir con los festejos, "tenemos un compromiso", dice. El domingo hubo un silencio sepulcral cuando fueron lidiados los novillos y en el baile nocturno s¨®lo danzaban los ni?os. "Los mayores no ten¨ªan ganas".
Miguel recita las medidas de seguridad del encierro: una decena de recomendaciones escritas en el mismo programa de las fiestas, entre ellas que no se corra con una copa de m¨¢s; la cuidadosa limpieza de los 800 metros que los cuatro novillos pisan hasta llegar el albero, "para que no haya un s¨®lo cristal"; la vigilancia de una docena de personas, entre guardias civiles, polic¨ªas locales y vigilantes jurados y parte de los 11 concejales, que est¨¢n apostados en el recorrido.
"Y cinco anibulancias". "No, tres", replica un edil. Y es que antes, durante la suelta de cinco vaquillas y un cabestro, en la madrugada del domingo, hubo varios heridos, entre ellos Jos¨¦ Eugenio Ortiz, que ayer estaba ingresado en el hospital Ram¨®n y Cajal de Madrid, con una herida en el cuello que evolucionaba bien.
"Todos, por la bebida", dec¨ªa un aficionado, "es que se pusieron delante de las vacas".
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