Cinco l¨ªderes en el filo de la navaja
Mitterrand, Rocard, Delors, Chirac y Giscard se juegan su futuro en el refer¨¦ndum del d¨ªa 20
JAVIER VALENZUELA, Par¨ªs Ganar¨¢n o perder¨¢n juntos. En el refer¨¦ndum del d¨ªa 20, el presidente y los cuatro personajes mejor colocados para sucederle comparecer¨¢n ante los electores bajo la misma bandera. Ser¨¢ la primera vez que esto ocurre en la historia de la Rep¨²blica Francesa. Fran?ois Mitterrand, sus delfines socialistas, Michel Rocard y Jacques Delors, y los aspirantes conservadores, Jacques Chirac y Val¨¦ry Giscard d'Estaing, sobrevivir¨¢n si gana el s¨ª a Maastricht y se hundir¨¢n si triunfa el no. Y si esto ¨²ltimo ocurre, ser¨¢ todo un terremoto.
Giscard ha adelantado el que ser¨¢ el gran argumento de los partidarios del s¨ª en los ¨²ltimos d¨ªas de la campa?a: "Franceses, el mundo entero os mira. Vuestro voto va decidir si se contin¨²a o no la Uni¨®n Europea". Es un argumento que produce cosquillas de satisfacci¨®n a un pueblo al que le encanta sentirse el centro del universo. En efecto, 38 millones de franceses pueden decidir, sobre todo si votan no, el destino de 300 millones de europeos.Pero lo que Giscard no dice es que los franceses van a decidir tambi¨¦n el porvenir de los cinco personajes que dominan desde hace dos d¨¦cadas la vida pol¨ªtica del pai¨ªs. Todos est¨¢n en el mismo barco: el de la bandera azul con las 12 estrellas doradas. Eso tiene ventajas, pero tambi¨¦n riesgos. El descr¨¦dito colectivo de la clase pol¨ªtica hace muy tentadora la posibilidad de darles una patada a Mitterrand, Rocard, Delors, Chirac y Giscard. .
Si gana el no, todos naufragar¨¢n y se producir¨¢ un enorme vac¨ªo en la c¨²spide de la pol¨ªtica francesa. Todo ser¨¢ posible, des de la disoluci¨®n de la Asamblea Nacional y la convocatoria anticipada de elecciones legislativas hasta la dimisi¨®n de Mitterrand No habr¨¢ nadie con estatura suficiente para recoger los a?icos del destrozado paisaje pol¨ªtico. Los partidarios del no constituyen una coalici¨®n heter¨®clita de gaullistas, comunistas, ultraderechistas y socialistas. Nunca se pondr¨¢n de acuerdo para gobernar.
Los especialistas de los institutos de opini¨®n se rompen la cabeza haciendo c¨¢lculos. Las cuentas no salen. Sumando los votos obtenidos en las ¨²ltimas elecciones por los l¨ªderes y partidos que defienden Maustricht, el s¨ª deber¨ªa ganar por mucho m¨¢s del 60% de los votos. Y sin embargo, las ¨²ltimas encuestas dan una liger¨ªsima ventaja al s¨ª, y nadie descarta que el no termine llev¨¢ndose el gato al agua.
Se invocan multitud de razones para explicar el fen¨®meno. La m¨¢s generalizada es la impopularidad del poder socialista: s¨®lo un 26% de los franceses se declaran satisfechos con Mitterrand. Se recuerda entonces que el refer¨¦ndum es un arma muy peligrosa para el que lo convoca, y que De Gaulle tuvo que abandonar el El¨ªseo en 1969 porque perdi¨® uno sobre la regionalizaci¨®n.
-Votar s¨ª a Maastricht es votar s¨ª a Mitterrand", dice Charles Pasqua, uno de los adalides gaullistas del no. Es un argumento que encuentra un inmediato eco favorable en el electorado conservador: el refer¨¦ndum es una estupenda ocasi¨®n para jubilar a Mitterrand; Alarmado, Chirac replica: "No confundamos las citas. La voluntad de sancionar a los socialistas es leg¨ªtima, pero el momento de hacerlo no es el 20 de septiembre. El momento llegar¨¢ con las legislativas de marzo".
El "factor Mitterrand", seg¨²n J¨¦rome Jaffr¨¦, del instituto Sofres, no lo explica todo. "Es el propio proceso de construcci¨®n europea", dice, "el que despierta fuertes inquietudes entre los franceses".
El no ha cristalizado muchas angustias. Las de los agricultores; las de empresarios, como Jacques Calvet, presidente de Peugeot-Citr?en, que cree que la Comisi¨®n Europea es "un puente de plata" para los intereses japoneses; las de los cazadores indignados, porque se les proh¨ªba abatir la t¨®rtola; las de los obreros, que temen el cierre de los astilleros y la desindustrializaci¨®n; las de los aduaneros y transitarios de aduanas; las de los industriales queseros; las de los viticultores del Sur, que vuelcan las cisternas de vino espa?ol; las de los que creen que hay demasiados extranjeros; las de los que desconf¨ªan de Alemania... Un mont¨®n de miedos expresados por una nebulosa pol¨ªtica.
Mitterrand ha apostado a una sola carta su, paso a la historia como el constructor o el enterrador de Europa. Si pierde este combate, dif¨ªcilmente podr¨¢ quedarse en el El¨ªseo. Tendr¨¢ que retirarse con la amargura de haber arruinado en una sola jugada su larga carrera pol¨ªtica y la construcci¨®n europea. Pero, ?y si gana el s¨ª? Si gana el s¨ª, ¨¦l no podr¨¢ capitalizarlo. Los socialistas se preparar¨¢n para perder las legislativas de marzo y Mitterrand pasar¨¢ los dos ¨²ltimos a?os de su presidencia cohabitando con un Gobierno de derechas.
Fin de etapa
Le acuciar¨¢n entonces los que,como Rocard, dir¨¢n que Mitterrand, "el europeo", ya ha cumplido su misi¨®n hist¨®rica y debe irse. Pero es dificil que lo haga antes de 1995, la fecha de expiraci¨®n de su mandato. "Mitterrand" dice uno de sus pr¨®ximos colaboradores, "sufrir¨ªa enormemente escribiendo sus memorias en su granja de Latch¨¦ mientras en Par¨ªs siguen pasando cosas".
La sucesi¨®n, no obstante, estar¨¢ abierta. Rocard, de hecho, ya la ha declarado abierta cuando, defendiendo el s¨ª, ha querido sintonizar con los sentimientos de los franceses al subrayar el "desgaste" de la presidencia de Mitterrand. Rocard est¨¢ impaciente por utilizar el capital de su condici¨®n de presidenciable socialista adquirido en el ¨²ltimo congreso del partido, Jacques Delors transparenta menos sus ambiciones que su correligionario. Tan s¨®lo ha dicho que, en caso de rechazo franc¨¦s de Maastricht, abandonar¨¢ la presidencia de la Comisi¨®n Europea. Pero su porvenir ser¨¢ entonces tan negro en Bruselas como en Par¨ªs. En caso de triunfo del no, se desvanecer¨¢n todas las posibilidades de que Delors sea alg¨²n d¨ªa jefe del Estado franc¨¦s.
La mitad de los electores de las dos grandes formaciones burguesas la Asamblea para la Rep¨²blica (RPR), de Chirac, y la Uni¨®n para la Democracia Francesa (UDF), de Giscard- se aprestan a votar no el d¨ªa 20, En los pr¨®ximos d¨ªas, Chirac y Giscard tienen que convencerles para que cambien de actitud y terminen apoyando el tratado de Maastricht. Si no lo consiguen, habr¨¢n demostrado que ni tan siquiera controlan a sus propias tropas.
Para Giscard y Chirac, que aspiran a gobernar Francia dentro de unos meses, el no ser¨¢ una cat¨¢strofe. Estar¨¢n acabados. Sobre todo Chirac, que se encontrar¨¢ en posici¨®n minoritaria en su partido frente a los paladines del no, Pasqua y Philippe S¨¦guin. El RPR se dividir¨¢, su alianza con la UDF saltar¨¢ en pedazos, Francia se quedar¨¢ sin una oposici¨®n coherente.
Pero aun en caso de victoria el s¨ª, a Giscard y Chirac les que dar¨¢ un rudo combate por librar: su vieja lucha fratricida por el liderazgo de la oposici¨®n. Y lo ha r¨¢n sobre un electorado y unos partidos sangrando por las heridas abiertas por la crisis de Maastricht. ?C¨®mo podr¨¢ volver a trabajar junta la gente del RPR y la UDF que est¨¢ combatiendo en trincheras opuestas ante el refer¨¦ndum? "No hay ning¨²n pro blema", responde Giscard- "Si gana el s¨ª, la voluntad de desalojar a los socialistas del poder, cicatrizar¨¢ todas las heridas a partir de la ma?ana del 21 de septiembre".
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