El Madrile?o, por la puerta grande
Ver¨®nica y media dio El Madrile?o en su quite al primer toro y fue la sensaci¨®n. Ver¨®nica y media, instrumentadas con gusto y hondura, no son tore¨® balad¨ª, y la afici¨®n lo celebr¨® con las resonacias admirativas de las grandes solemnidades. Alguien por el tendido aventur¨®: "Si contin¨²a toreando as¨ª, este joven sale por la puerta grande". Y aquel joven, que continu¨® toreando as¨ª, sali¨® a hombros en loor de multitud.Interpret¨® un toreo exquisito El Madrile?o y la afici¨®n (se incluyen p¨²blico en general, militares sin graduaci¨®n y 3.474 japoneses con sus respectivas gu¨ªas) lo jale¨® con entusi¨¢sticos ol¨¦s mientras se produc¨ªa, lo palade¨® despu¨¦s de que se hubiera producido, y quien profetiz¨® la salida a hombros por la puerta grande exig¨ªa a los vecinos de localidad que reconocieran su participaci¨®n en el triunfo. "?Lo dije o no lo dije?", insist¨ªa, sin que nadie se aviniera a reconocerlo. Menuda es la gente, para reconocer nada. Un pretensi¨®n excesiva, la del profeta, porque quien dibuj¨® aquella ver¨®nica y media ligada de bell¨ªsimo remate, quien desgran¨® una amplia muestra de las exquisiteces toreras, fue El Madrile?o, ¨¦l solito, tomando al bravo novillo a mucha distancia; recibi¨¦ndolo valiente, templado y mand¨®n; ligando los pases, primero en tandas dse redondos, luego de naturales, donde imprimi¨® cuanta torer¨ªa le retemblaba en los pulsos, que era mucha. Un mar de ol¨¦s y de ovaciones herv¨ªa ya en la plaza cuando se trajo el toro al tercio mediante ayudados rodilla en tierra, cambio de mano y pase de pecho, dej¨¢ndolo cuadrado para marcar los tiempos del volapi¨¦ y tocar con las dos manos la gloria.
Buenavista / Lima, Madrile?o, Gon?alves
Cuatro novillos de Buenavista (dos fueron rechazados en el reconocimiento), con trap¨ª¨®, de excepcional casta y nobleza. 5? y 6? de Rom¨¢n Sorando, con cuajo, broncos. Jos¨¦ Carlos Lima, de Estepona (M¨¢laga), nuevo en esta plaza: aviso y palmas; aviso y algunas palmas. El Madrile?o: dos orejas; aplausos y saludos; sali¨® a hombros por la puerta grande. Jos¨¦ Luis Gon?alves: aplausos y salida al tercio en los dos. Presenci¨® el festejo Coraz¨®n Aquino y los espadas le brindaron sus toros. Plaza de Las, Ventas, 13 de septiembre. Poco m¨¢s de media entrada.
Toc¨® con las dos manos la gloria, en efecto, pero el volapi¨¦ result¨® r¨¢pido, el acero qued¨® trasero y bajo, intervino, feroz, la rueda de peones. La segunda oreja, que le otorg¨® el presidente a El Madrile?o constituy¨® un regalito, y no es que a la afici¨®n le sentara mal -el toreo visto le hab¨ªa llegado al alma y disimul¨®- pero la prodigalidad del presidente ha metido de nuevo a la plaza de Las Ventas en el turno de los agravios comparativos.
El quinto novillo ten¨ªa distinto hierro y peor casta, a la que se enfrent¨® El Madrile?o con valent¨ªa, de nuevo dando distancia, intentando ligar los pases. Dej¨® patente su torer¨ªa y no devolvi¨® las orejas, ni mucho menos.
La novillada transcurri¨® interesant¨ªsima por la entrega de los espadas y tambi¨¦n por la calidad de los novillos de Buenavista, que sacaron casta excepcional. Brusco el tercero, Jos¨¦ Luis Gonsalves le dio pases de buen corte, pero se alejaba tras cada tanda, demoraba el retorno por contonearse pinturero, y el novillo le esperaba tan entero como cuando inici¨® la faena. Quiz¨¢ se equivocaba, pero no pasa nada: es de novilleros errar. Y es de buen novillero plantarle cara al ganado bronco, aunque no consiga dominarlo y le cueste una voltereta, como le ocurri¨® a Gon?alves en el sexto.
Jos¨¦ Carlos Lima recibi¨® a sus novillos con siete largas cambiadas en total y un farol, veronique¨® sin estilo, mulete¨® decidido, y todo fue muy de agradecer, si bien la boyant¨ªa del lote que le correspondi¨®, ped¨ªa m¨¢s arte. Cuando los toros son tan buenos, s¨®lo el arte conmueve a los aficionados (y a la colonia japonesa), y eso fue lo que provoc¨® un joven torero llamado El Madrile?o, en su tarde de gloria.
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