Barcelona dice definitivamente adi¨®s a su verano ol¨ªmpico del 92
Se acab¨®. El fuego procedente del templo consagrado en Olimpia a la diosa Hera, hermana y esposa de Zeus en el pante¨®n mitol¨®gico griego, se extingui¨® anoche en el estadio de Montju?c. Los Juegos Paral¨ªmpicos, segundo y ¨²ltimo acontecimiento celebrado en Barcelona al calor de la lumbre ol¨ªmpica, acabaron ayer con una apoteosis rumbera que hizo bailar a las 40.000 personas y atletas que abarrotaban el estadio ol¨ªmpico. Fue el preludio del fin del prodigioso verano del 92. O el comienzo de lo que el alcalde de Barcelona, Pasqual Maragall, defini¨® ayer mismo como "la olimpiada de verdad: la de cada d¨ªa".
Como intentando desandar el certero camino de la flecha con la que el arquero Antonio Rebollo encendi¨® 11 d¨ªas atr¨¢s el pebetero, segundos despu¨¦s de que la llama ol¨ªmpica muriese, a las 20.50, partiendo de las proximidades del c¨¢liz desde el que el fuego hab¨ªa presidido los Juegos Ol¨ªmpicos y los Paral¨ªmpicos una gigantesca flecha en llamas cruz¨® el estadio de punta a punta desliz¨¢ndose por un cable hasta el escenario.Los 35.000 espectadores y 3.000 deportistas que abarrotaban el estadio (las gradas de un extremo hab¨ªan quedado anuladas a causa de la instalaci¨®n del escenario) dieron su adi¨®s definitivo al fuego de Barcelona 92 con un aplauso atronador. El fuego de Olimpia se hab¨ªa apagado, pero el estadio no se quedar¨ªa a oscuras: en la grada y en la pista ard¨ªan a¨²n casi 40.000 chispas de fuego; esas chispas a las que aludi¨® aleg¨®ricamente hace 11 d¨ªas el cient¨ªfico Stephen Hawking con ocasi¨®n de la inauguraci¨®n de los JJ PP: "Cada uno de nosotros lleva dentro una chispa de fuego, una fuerza creadora".
Silbidos
La ceremonia de clausura empez¨® a las ocho de la tarde, cuando los deportistas de los 82 pa¨ªses participantes ya se encontraban en la pista del estadio. Los Reyes entraron en el palco presidencial a los compases de Els segadors. Al himno de Catalu?a le sigui¨® el de Espa?a. Este ¨²ltimo cosech¨® una raci¨®n de pitos entre el p¨²blico, aunque los aplausos acabaron por sepultar las protestas.Con todos los atletas y sus abanderados en la pista, el alcalde de Barcelona, Pasqual Maragall, elogi¨® el entusiasmo demostrado por los barceloneses hacia el deporte paral¨ªmpico, asegur¨® que la ciudad ha vibrado "tanto o m¨¢s" que con los Ol¨ªmpicos e hizo un llamamiento a las empresas para que patrocinen el deporte de disminuidos.
El presidente de la Fundaci¨®n ONCE, Jos¨¦ Mar¨ªa Arroyo, ciego, afirm¨®: "Hoy veo m¨¢s que hace 11 d¨ªas". "Hoy veo", prosigui¨®, "una sociedad justa y solidaria; un mundo mucho m¨¢s normal y m¨¢s feliz". Arroyo coincidi¨® con el presidente de la Organizaci¨®n Internacional del Deporte Paral¨ªmpico, Guillermo Cabezas, en reclamar una unidad definitiva entre los Juegos Ol¨ªmpicos y los Paral¨ªmpicos. En su discurso, Cabezas sentenci¨®: "Estos juegos han sido los m¨¢s enteros y m¨¢s validos de la historia".
Tras los parlamentos, la entrega de la bandera paral¨ªmpica a los, organizadores de Atlanta 96 y la extinci¨®n de la llama, la clausura de los JJ PP de Barcelona se convirti¨® en un ecl¨¦ctico recital, en el que hizo una incursi¨®n morotizada Petra, la mascota paral¨ªmpica, que desapareci¨® y apareci¨® encaramada al reloj del estadio con la ayuda del mago Andreu.
El jazz de Tete Montoliu, la m¨²sica a caballo entre el jazz y el flamenco de Toti Soler, el flamenco de El Farruco y el sonido vanguardista. de La Baus fueron el preludio musical de un concierto, que fue subiendo de tono con la aparici¨®n de la banda de rock Sau y de V¨ªctor Manuel y Ana Bel¨¦n. El delirio, con todo, lleg¨® de nuevo de la mano de la rumba. Cuando Los Manolos, Los Amaya y Peret se apoderaron del escenario, lleg¨® el delirio: las gradas, el c¨¦sped y el tart¨¢n se convirtieron en una improvisada pista de discoteca en la que todos bailaron incluso los atletas paral¨ªticos, que hac¨ªan cabriolas con sus sillas de ruedas, y los ministros de Educaci¨®n, Alfredo P¨¦rez Rubalcaba; de Trabajo, Luis Mart¨ªnez Noval; de Cultura, Jordi Sol¨¦ Tura; y de Sanidad, Juan Antonio Gri?¨¢n. Al final, un gigantesco castillo de fuegos -probablemente el mayor que se haya quemado en Barcelona- dio el definitivo adi¨®s al verano ol¨ªmpico barcelon¨¦s.
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