Un tunecino, acusado de apu?alar a un chileno en un solar de la zona
Mario Roberto Palma Silva asegura, desde el hospital donde se recupera de una pu?alada muy grave en un costado, que el tunecino Tahar, Khamij Abdeselam, de 29 a?os, le acuchill¨® por unas monedas cuando ¨¦l se tomaba un vaso de leche a las cinco de la madrugada. El escenario era su hogar, un confortable solar en la calle de Marqu¨¦s de Santa Ana, 22, barrio de Maravillas, coraz¨®n de la ciudad, el d¨ªa 16 de septiembre.
El chileno dijo que un tunecino, habitual del barrio, le pidi¨® un cigarro. Un tipo de unos 30 anos, con una cicatriz en el lado izquierdo de la cara, un lunar en el derecho y un tatuaje en el brazo. Al mirarle, se dio cuenta de que llevaba un gran cuchillo.
El norteafricano volvi¨® al rato y le pregunt¨® por unas monedas que se le hab¨ªan ca¨ªdo, seg¨²n dijo. Palma Silva le contest¨® que no sab¨ªa nada y entonces, el otro le apu?al¨® en el costado. Esta particular versi¨®n contin¨²a con la huida del herido saltando la valla, del solar y escondi¨¦ndose bajo un coche, hasta que se march¨® el agresor. Entonces, camin¨® hasta la calle de San Vicente Ferrer. All¨ª se desplom¨®. Minutos antes otro hombre agonizaba, acuchillado, en la cercana calle del Barco. El tunecino, con 12 antecedentes -atracos, drogas entre ellos- fue detenido el domingo. Usa tres identidades.
En Marqu¨¦s de Santa Ana, 22, iban a construir d¨²plex y apartamentos, pero hace tres meses, el cartel de la promotora, amarillo intenso, se cay¨® y se perdi¨® entre la basura, los colchones pegajosos y las ratas, de m¨¢s de un palmo de tama?o.
Edelmiro y Beatriz comparten piso, estudios y vistas al solar, que nunca pierde su inter¨¦s. Ella dice que antes se reun¨ªan los yonquis a picarse, sobre todo por la noche. "Quiz¨¢ guardaban all¨ª la droga, pero desde enero, algunos viven aqu¨ª. Se han construido chabolas, aunque a veces las desmantela la polic¨ªa".
Ayer por la ma?ana, un joven africano cabeceaba sobre un colch¨®n. A su lado, los restos de una chabola que desapareci¨® tras el apu?alamiento. Otro chaval dorm¨ªa en una casa de cart¨®n, bajo el ¨¢rbol. Les interrumpieron unos polic¨ªas de paisano, que no parec¨ªan tener muy clara la historia que les cont¨® el chileno. Algo buscaban. Se llevaron la hoja oxidada de un hacha. Los dos chavales se largaron.
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