'Monstruograf¨ªas' de Antonio Saura o el arte de ilustrar

El Centro Cultural del Circulo de Lectores, que ya sorprendi¨® gratamente a comienzos del pasado verano con una muestra de los dibujos originales que Eduardo Arroyo hab¨ªa hecho para la edici¨®n del Ulises, de Joyce, ahora vuelve a hacerlo con otra excelente exposici¨®n, que contiene no s¨®lo nueve libros ilustrados por Antonio Saura (Huesca, 1930), figura capital del arte contempor¨¢neo espa?ol, sino los centenares de originales dibujados por ¨¦l al respecto.En este sentido, bastar¨ªa decir que est¨¢ abierta al p¨²blico una exhibici¨®n tan cuantiosa e interesante de dibujos de Saura para reclamar la atenci¨®n inmediata del buen aficionado, pero es que, adem¨¢s, para quien conozca el talento perverso-pervertidor (que va al trav¨¦s o que atraviesa la realidad y, por tanto, los lenguajes) de Antonio Saura, o, todav¨ªa m¨¢s, para quien sepa los fondos literarios en donde ha recalado su imaginaci¨®n gr¨¢fica -Cervantes, san Juan de la Cruz, Graci¨¢n, Collodi, Ram¨®n G¨®mez de la Serna, Kafka, Orwell, Cela, R¨ªos-, esta cita se ha de convertir en imprescindible.

En esta admirable empresa el perverso Saura lo pervierte todo menos su identidad como pintor, que ilustra con el gesto de su caracter¨ªstica monstruograf¨ªa: su escritura afilada en pos de los puntos oscuros y, por tanto, irrepresentables de los textos literarios.

En esto consiste la belleza de esta conjunci¨®n literariogr¨¢fica: que no hay supeditaci¨®n entre las partes, sino una misma insistencia en la excavaci¨®n de los agujeros negros que hacen a un estilo literario y pict¨®rico converger sobre honduras semejantes, pero por procedimientos insospechadamente distintos.

Formidable

El resultado es, sin duda, formidable, y, como tal, pleno de apasionantes incidencias: las que van, por ejemplo, de la sobriedad cristalina y desnuda con que la graf¨ªa de Saura evoca el frenes¨ª po¨¦tico de san Juan a las interjecciones espasm¨®dicas con que Pascual Duarte se hace una silueta er¨¦ctil en el acto de levantar el cuchillo, que es el acto de Abraham sacrificando a Isaac, pero tambi¨¦n el acto con que el pintor se descarga sobre la tela. Por lo dem¨¢s, ni siquiera hay que elogiar por obvio ese otro gesto del C¨ªrculo de Lectores que, rompiendo toda rutina, ha querido convocar un acto de creaci¨®n, con lo que, adem¨¢s de difundir la literatura de los cl¨¢sicos, se ha involucrado en la producci¨®n de una obra de arte.