Pintura, poes¨ªa y ambig¨¹edad
El texto de Molina Foix es interesante, bello; la pl¨¢stica de Bob Wilson es impresionante, y la calidad de los actores. Sin embargo, nada de esto parece posible de contener en la palabra teatro, siendo ¨¦sta tan amplia y generosa, y tan acogedora. El espect¨¢culo es moroso, inm¨®vil. No habr¨ªa que rehuir la palabra tost¨®n tabarra, lata - y probablemente por ello protestaron bastantes espectadores al final- cuando aparecieron en escena los dos creadores. Todos hab¨ªan aplaudido momentos antes a la compa?¨ªa. Lo merece. Don Juan: un caso de hijo de mam¨¢, de se?orito alimentado con dulces, educado con caricias, tocado por criadas. M¨¢s bien suelen salir estos hijos un poco ajenos a las mujeres, o, en ¨²ltimo caso, sometidos a su dominio, s¨²bditos predestinados de la matriarca en todas sus edades y aspectos.
Don Juan ¨²ltimo
De Vicente Molina Foix.Int¨¦rpretes: Julieta Serrano, Charo Amador, Ana Gracia, Nathalie Sese?a, Nuria Gallardo, Debora Izaguirre, Mar Diez, Francisco Maestre, Toni Cant¨®, Rafael Rojas, F¨¦lix Pardo, Juan Rico, Alejandro Naranco, Adri¨¢n Daumas, Carmelo Blanco. M¨²sica: Mariano D¨ªaz. Vestuario: Frieda Parmeggiani. Dise?o y direcci¨®n: Robert Wilson. Teatro Mar¨ªa Guerrero, 27 de septiembre.
Muchos Don Juan
Mara?¨®n ven¨ªa a defender la idea del Don Juan incapaz de satisfacerse con una sola mujer y, a su juicio, con un fondo homosexual o falto de virilidad. Yo tengo ideas distintas de la relaci¨®n hombre-mujer que las que muestran aqu¨ª Molina Foix y Bob Wilson, y muy distintas tambi¨¦n a las de Mara?¨®n. Si se ve el tema m¨¢s desde arriba, o desde lejos, llev¨¢ndolo al caso de la atracci¨®n sexual gen¨¦rica y sus relaciones, mezclada con el tema psicol¨®gico del coleccionista, podr¨ªa ser aceptable. Molina viene a decir que Don Juan no es uno, sino muchos; uno diferente con cada mujer. Y en ello puede haber -dice el escritor- una memoria vindicativa voluptuosa, culpable, de las mujeres. La presencia en escena de los dobles de Don Juan viene a ilustrar que ¨¦l es muchos, que tiene -sigo el texto- precedentes y continuadores. Excelentes ideas de teatro si se hubieran vertido en cualquiera de sus formas posibles, o en una nueva inventada; en las del poema l¨ªrico y filos¨®fico, por bien que suene -a m¨ª, al menos-, no resultan satisfechas.Toda la insatisfacci¨®n de Don Juan -arquetipo-, toda la de las mujeres que nunca consiguen sujetarle, es tambi¨¦n la insatisfacci¨®n del oyente y espectador ante una idea que no llega a cuajar en teatro, y que se deja ir a la facilidad de lo abierto, a la no-respuesta final.,
Menos con estas maravillosas ilustraciones. Bob Wilson estar¨¢ en derecho de creer que el espect¨¢culo es suyo y el texto es secundario, pero la realidad es que s¨®lo lo ilustra, y a?ade ambig¨¹edad a lo que ya tiene mucha. No importa la gracia y la armon¨ªa de las figuras de cuadro viviente, los colores y las luces, los objetos fetichistas, la proyecci¨®n innecesaria; pinturas y esculturas tienen su arte propio, y no es ¨¦ste, aunque, se complazca en ¨¦l la vista.
Importa mucho, s¨ª, la calidad de la interpretaci¨®n, el terminado del espect¨¢culo. La forma de decir de Julieta Serrano, penetrada del poema y convirtiendo a la madre en protagonista; el rostro pat¨¦tico de Francisco Maestre; la belleza corporal de Nuria Gallardo, Toni Cant¨®, Debora Izaguirre o Ana Gracia, unidas a su buen oficio teatral -como lo tienen todos los de este reparto-, son factores excelentes. Gusta verles, pero no in¨²tilmente.
Estoy seguro de que disfrutar¨¦ otra vez, y mejor, con el texto de Vicente Molina Foix cuando se publique, y con las ilustraciones de las escenas de la obra. El teatro, en cambio, est¨¢ lejos de eso, que se aprecia menos en dos horas de butaca. Y pueda pasar esta cosa rara de que con un buen escritor, un excelente director y dise?ador y una compa?¨ªa muy buena, se quede sin funcionar.
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