Brasil ejemplar
HASTA EL ¨²ltimo momento, los partidarios de Collor pensaban contar con 200 diputados para impedir la destituci¨®n del presidente brasile?o: s¨®lo 38 han votado a su favor, mientras 441 optaron por, su ca¨ªda. Estas cifras dan idea de la poderosa ola de condena popular que, sacudiendo a todo el pa¨ªs, ha logrado cambiar radicalmente la correlaci¨®n de fuerzas en un Congreso en. el que, hasta ahora, Collor hab¨ªa tenido un apoyo mayoritario.Sin duda, un factor esencial ha sido la votaci¨®n p¨²blica, y adem¨¢s en v¨ªsperas de unas elecciones locales en las que no pocos diputados son candidatos para cargos municipales. La amplitud de la protesta contra las corrupciones en las que se ha visto ? envuelto Collor ha afectado a todas las esferas de la vida nacional. La eventualidad de que el presidente no fuese destituido era analizada por una de las principales instituciones financieras en estos t¨¦rminos: "La inestabilidad econ¨®mica aumentar¨¢, no habr¨¢ reforma fiscal, el d¨¦ficit p¨²blico estallar¨¢ y la inflaci¨®n subir¨¢ a¨²n m¨¢s velozrnente". El voto del Congreso ha evitado lo peor, una seria agravaci¨®n de la crisis.
El rasgo m¨¢s significativo de este proceso pol¨ªtico es que se ha desarrollado dentro del orden constitucional. Cada poder ha desempe?ado su funci¨®n: el judicial, el legislativo, incluso el ejecutivo, ya que los ministros decidieron asegurar la gobernabilidad del pa¨ªs (y el de Econom¨ªa, proseguir la negociaci¨®n de la deuda.externa), pero distanci¨¢ndose de un presidente cuya conducta, a la luz de las investigaciones, aparec¨ªa cada vez m¨¢s culpable. Adem¨¢s, y por primera vez desde hace un siglo, el Ej¨¦rcito, pese a la grave crisis nacional, no ha mostrado ninguna veleidad intervencionista: ha permanecido callado, obedeciendo a la legalidad. Es sin duda una mutaci¨®n hist¨®rica.
Todo ello ha sido posible gracias al funcionamiento de la Constituci¨®n de 1988, que permiti¨® que una prensa libre denunciara los hechos ante la opini¨®n p¨²blica. Si en el agitado movimiento popular que se ha levantado contra el presidente se dan algunos rasgos de un populismo que tanto ha pesado en la historia de Brasil, esta vez -y es una novedad decisiva- el movimiento ciudadano se ha enmarcado en el sistema constitucional. Ello confirma el juicio del senador Henrique Cardoso en el sentido de que asistimos a "la expresi¨®n de la vitalidad de la democracia brasile?a".
Con todo, la decisi¨®n del Congreso no va a operar ning¨²n milagro. De momento, Collor queda destituido para 180 d¨ªas, en espera de que el Senado decida su eliminaci¨®n definitiva. As¨ª ocurrir¨¢ con toda probabilidad, sobre todo a la vista de los resultados de la votaci¨®n de los diputados. Ello anuncia una etapa en la que el vicepresidente Itamar Franco, personalidad de escaso relieve, asumir¨¢ la jefatura del Estado en una situaci¨®n econ¨®mica y social dificil¨ªsima y con un sistema pol¨ªtico cuyos muchos defectos han salido a la luz en la presente crisis. Collor fue elegido gracias, sobre todo, a la televisi¨®n; su partido pol¨ªtico no era sino una agrupaci¨®n de amigos. Esta experiencia ha enfriado el entusiasmo que hubo anteriormente por la elecci¨®n directa del jefe de Estado. En todo caso, el pueblo brasile?o deber¨¢ decidir en 1993 sobre la forma de elegir a su presidente.
La reacci¨®n de la sociedad brasile?a contra la posible corrupci¨®n presidencial ha sido ejemplar. Indica que una pr¨¢ctica admitida hasta ahora (con m¨¢s o menos discreci¨®n) en numerosos pa¨ªses de Latinoam¨¦rica choca cada vez m¨¢s con la conciencia c¨ªvica de los pueblos. La ciudadan¨ªa, y sus parlamentarios, ha demostrado en Brasil que es la democracia la que elimina la corrupci¨®n, y se fortalece al hacerlo.
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