La casta?uela sorda
Desde hace unos treinta a?os la recuperaci¨®n del pasado de la danza y de la prehistoria del ballet se hizo una corriente extendida por el mundo. Nunca faltaron estudiosos, pero eran pocos, y a Espa?a llega la escuela con bastante retraso y como siempre, fragmentariamente.En las cr¨ªpticas notas al programa madrile?o que componen al alim¨®n el grupo franc¨¦s Rit et Danceries y el espa?ol Andanzas, aparece la etimolog¨ªa de una palabreja que no existe: "zarandanzas", y este detalle retrata el tono de una oferta de danza larga, aburrida y cuyos ¨²nicos destellos de inter¨¦s aparecen en la primera parte, de la mano maestra de Francine Lancelot, pues su sapiencia con el antiguo ballet franc¨¦s ha sentado c¨¢tedra.
Grupos Andanzas y Rit et Danceries
Zarandanzas: Coreograf¨ªas: Francine Lancelot, Ana Yepes y Serge Ambert. M¨²sicas: Jean Baptiste Lully, Mateo Flecha, Ignacio Yepes y otros. Festival de Oto?o. Teatro de La Zarzuela, Madrid. 9 de octubre.
En danza no existe la arqueolog¨ªa pasiva, y es por ello que Lancelot estructura su material de manera sutil, sin pretender arreglar el mundo o encontrar eslabones perdidos. Su disc¨ªpula Ana Yepes no ha comprendido esta lecci¨®n primera. En Zarandanzas, que es un espect¨¢culo franc¨¦s con seis o siete espa?oles trufando el producto, lo espa?ol es an¨¦cdota, detalle f¨¢cil que quiz¨¢s asegure buenos resultados en el extranjero, pero no en la tierra de origen e inspiraci¨®n. Zapatero a tus zapatos: ni el palillo son¨® bien, ni el zapateado fue apenas musical. La idea de hacer baile did¨¢ctico es err¨®nea de base.
Notaci¨®n arcaica
La exposici¨®n tem¨¢tica resulta aventurada, de catequesis imposible de creer. Los acentos hispanizantes de las danzas son imposiciones en claver actual, como se baila hoy, y sobre unos fragmentos de lectura que acaso pueden tener referencia en alguna notaci¨®n arcaica, pero nada m¨¢s. El resultado final no es bello, no es bueno. Por otra parte, la escena se mantiene en penumbras hasta que se descorre un forillo de flores de lis en oro sobre pabell¨®n azur: ?Los Luises salvan la danza espa?ola, la jerarquizan! Intencional o no, este detallito metaf¨®rico de mal gusto es una falacia historica: un resultado penumbroso en la forma y en el contenido. Si ¨¦ste es el r¨¦dito de dos a?os de investigaci¨®n y ayudas, desolador panorama para la danza antigua espa?ola y su recuperaci¨®n.La recreaci¨®n de las fiestas del Corpus Christi no acude realmente a las subsistencias, escasas pero a¨²n aquinianas en su m¨¦dula, y que van de Tirso a Lope. En Espa?a estas fiestas son de aparici¨®n tard¨ªa y de las' formas de baile queda poqu¨ªsimo. Ciertos flecos de la m¨²sica (Encina, Lucas Fern¨¢ndez) derivan la investigaci¨®n moderna hacia los textos ante la carencia de fuentes sonoras. Yepes y Ambert fabrican un baile que m¨¢s suena a desorden callejero que a naciente c¨®digo. Ni siquiera hubo emoci¨®n en la zarabanda, con lo que se falta a su esencia po¨¦tica, a su raz¨®n de ser. Ana Yepes tiene su gracia al mover las manos y hacer vueltas con su espalda levemente inclinada a la antigua, pero esta vez el volumen del patinazo formal la oculta. La plantilla rezuma preparaci¨®n para lo que sabe hacer: la danza antigua franco-italiana.
El vestuario es poco imaginativo, lujoso pero pobre al mismo tiempo, y no hay color ni comparaci¨®n posible con los anteriores espect¨¢culos de Rit et Danceries; con los que han conseguido su merecida fama.
La segunda parte desprovecha una hermosa m¨²sica llena de figurados exergos, citas del pasado sonoro para una danza que como baile contempor¨¢neo carece de valores propios y de din¨¢mica. La coreograf¨ªa es una modernez in¨²til que quiz¨¢s justifica una subvenci¨®n, un proyecto llevado a puerto equivocado, pero poco m¨¢s. Es como un fin de curso apanadillo, con voz en off que cuenta lo que pasa y graciosas falditas que m¨¢s parecen pantallas de l¨¢mparas de mesa que evocaciones del tonelette.
S¨®lo media entrada en el coliseo de la calle Jovellanos, enfado en parte del p¨²blico por la m¨²sica grabada (que no se anuncia por ning¨²n lado y utiliza el gancho de Narciso Yepes con un solo de guitarra) y la primera decepci¨®n de un festival de oto?o que ha relegado la danza a su m¨ªnima expresi¨®n.
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