Martinazzoli dirigir¨¢ la DC italiana tras pactar con los viejos l¨ªderes
Mino Martinazzoli, abogado de Brescia, de 61 a?os, hombre de larga trayectoria en la Democristiana Cristiana (DC), siempre discreto y ajeno a los esc¨¢ndalos que han sacudido al partido, fue aclamado ayer, "por unanirnidad", secretario general del principal partido italiano. As¨ª lo anunci¨® el presidente, Ciriaco de Mita, que present¨® su dimisi¨®n inmediatamente ante el Consejo Nacional convocado para refrendar una designaci¨®n que, en realidad, hab¨ªa sido acordada hace dos semanas por la vieja guardia del partido.
Con su imagen de hombre honesto de un norte sacudido por la corrupci¨®n que desv¨ªa el voto hacia el secesionismo y el bagaje de sus experiencias previas de ministro de Justicia, en el Gobierno del socialista Bettino Craxi, o de presidente del grupo parlamentario democristiano, Martinazzoli da un salto al primer plano de la pol¨ªtica italiana que tiene mucho de parad¨®jico. Tendr¨¢ la oportunidad de representar la renovaci¨®n de un partido en crisis electoral y profundamente dividido, gracias a un compromiso entre los pol¨ªticos que la opini¨®n p¨²blica considera responsables del hundimiento democristiano.Ese compromiso no ha sido f¨¢cil. El propio Martinazzoli lleg¨® a anunciar que se retiraba de la pol¨ªtica hace pocos meses cuando ni Antonio Gava ni Glullo Andreotti ni Arnaldo Forlani aceptaban su candidatura a secretario general promovida por De Mita como l¨ªder de la izquierda del partido. El nuevo l¨ªder se ha movido dentro de esa corriente, pero con la suficiente independencia como para ser considerado ajeno al juego tradicional de repartos de influencias y equilibrios interesados.
El efecto de una derrota
Para que esos hombres que han dominado la vida reciente de la DC llegaran al acuerdo, hubo de producirse la grave derrota electoral de Mantua y otros acontecimientos que indican que el tiempo s¨®lo parece traer nuevas complicaciones. Por ejemplo, la detenci¨®n de Edoardo Longarini, un importante constructor implicado en una estafa multimillonaria contra el Estado, que ten¨ªa una estrecha amistad con Forlani e incluso con De Mita.Este hecho pesa sobre la salida de escena de Forlani, el secretario que cogi¨® a la DC con una cuota electoral superior al 37% y que la deja por debajo del 29%, pese a lo cual se ha resistido a abandonar el cargo todo lo posible. otras investigaciones judiciales afectan igualmente a Giuseppe Ciarrapico, presidente del club de f¨²tbol Roma y empresario siempre pr¨®ximo a Andreotti.
Liquidar los modos pol¨ªticos y la influencia de esa vieja guardia democristiana es la condici¨®n que el reformista Mario Segni ha puesto a Martinazzoli para mantener dentro de la DC a sus huestes, que empiezan a ser lo suficientemente importantes como para condicionar el futuro del partido. As¨ª se demostr¨® en el primer m¨ªtin de ese movimiento, conocido como Populares por la Reforma, celebrado en Roma el pasado s¨¢bado."Martinazzoli sabe que buena parte de la clase dirigente democristiana est¨¢ condenada", afirm¨® Segni ante unos 115.000 seguidores. Sardo, como Francesco Cossiga, hijo de otro presidente de la Rep¨²blica, Antonio Segni, que hubo de dimitir en circunstancias dudosas para su fidelidad democr¨¢tica, promotor del refer¨¦ndum que, en junio de 1991, marc¨® la primera gran derrota para el sistema de partidos en Italia, Mario Segni pertenece a la generaci¨®n m¨¢s joven de pol¨ªticos que, como el , socialista Claudio Martelli o el republicano Giorgio La Malfa, pretende significar la ruptura con el sistema sin romper unilateralmente con los partidos que lo han creado.
Segni ha rechazado la vicepresidencia de la Democracia Cristiana que, al parecer, le fue ofrecida por el propio Martinazzoli; y ¨¦ste, que se muestra abierto a rebautizar al principal grupo pol¨ªtico italiano como Partido Popular, centr¨® ayer su discurso de investidura en la lucha contra la corrupci¨®n y en favor del mantenimiento de la unidad del Estado.
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