Caballero Bonald publica la novela 'Campo de Agramante'
El escritor no quiere ser "un profesional"
Esta vez no fue tan dif¨ªcil elegir un tema como en las cuatro ocasiones anteriores. Empez¨® a escuchar ruidos, rumores, murmullos... ruidos, incluso, que a¨²n no se hab¨ªan producido, y comprendi¨® dos cosas: que deb¨ªa ir al m¨¦dico y que ah¨ª hab¨ªa una novela. La hubo: Campo de Agramante (Anagrama) es la quinta de este poeta taca?o, la que corresponde a esta d¨¦cada, y que coincide con un- buen momento de la Generaci¨®n del Medio Siglo, la suya, que, para su asombro, se ha convertido en la de los mayores. "De literatura s¨¦ a¨²n poco" dice. "No quiero ser considerado un profesional".
Para alguien que jam¨¢s ha podido entrar en una discoteca y cuya casa de Sanl¨²car de Barrameda est¨¢ aislada para no tener que escuchar motos, los s¨ªntomas eran espeluznantes: confusi¨®n de la realidad, murmullos, zumbidos, ta?idos, suspiros, incluso antes de que ocurrieran, y "pesadillas que no eran de terror sino de desesperaci¨®n". Son los s¨ªntomas de lo que los m¨¦dicos llaman fen¨®meno acufeno (o ac¨²feno, como precisa verbalmente y por escrito), un mal riego sangu¨ªneo de la cabeza, y que en adelante podr¨ªa ser llamado s¨ªndrome de Agramante, pues de eso trata el libro. Se cura con el paciente colgando boca abajo y tambi¨¦n con rayos, y el desenlace es distinto en la vida y en la literatura, como sabr¨¢ quien lea el libro. Y para los lectores de Caballero Bonald, de nuevo el producto de una tensi¨®n entre orden y desorden, otra variante de lo que sugiere su verso "el orden es un caos en reposo".Es dif¨ªcil creer que ese pulcro capit¨¢n de barco que se sienta con la barba recortada en una mecedora sea un miembro de aquel grupo de Los abajo firmantes, tambi¨¦n llamada Generaci¨®n Alcoh¨®lica o Del medio siglo, que en la Espa?a de los casposos a?os cincuenta y sesenta hac¨ªan ademanes revolucionarios y alardeaban de su modo de beber, y ahora se han convertido en los mayores. Cuesta cuadrar esa suave y culta voz vagamente andaluza con el mismo personaje que se march¨® a Colombia despu¨¦s de terminar la carrera y tres a?os despu¨¦s regres¨® con la piel de un g¨¹io, la versi¨®n americana de la boa, que ahora cuelga del dintel de su sal¨®n para forzarse a espantar el mal fario de algo que sin embargo no se atreve a nombrar, y que en cierta ocasi¨®n paraliz¨® al cantaor Antonio Mairena en una fiesta. Hubo que bajar al g¨¹io de la pared.
En esta historia llena de s¨ªmbolos no hubo ninguna intenci¨®n de alegor¨ªa de situaci¨®n social. "No quise que fuera el trasunto de ninguna situaci¨®n actual. 'Me afecta profundamente que est¨¦ en la calle uno de los asesinos de Atocha o que sea condecorado un oficial golpista, pero no quer¨ªa que mi novela estuviera en la vida espa?ola".
Es la historia por la historia, dice este poeta que se remueve con inquietud cuando se le dice que su libro sin met¨¢foras est¨¢ evidentemente escrito por un poeta o como m¨ªnimo por un profesional; por lo menos cuando escribe "me examin¨® con una mirada de contratista" y otros muchos s¨ªmiles de precisi¨®n. "De literatura s¨¦ a¨²n poco", dice. "La practico de forma intermitente. De lo que s¨¦ es de la teor¨ªa de la literatura. No quiero ser considerado un profesional".
Sin premio
Campo de Agramante es la primera de las cinco novelas de Caballero Bonald (que ahora ser¨¢n reeditadas por Anagrama) cuyo lanzamiento no ha sido apoyado con un premio. Porque Caballero Bonald, precisamente porque ha recibido varios en Espa?a, no cree en los premios. S¨®lo se siente orgulloso de los dos de la cr¨ªtica que ha recibido por su obra po¨¦tica, y un tercero por narrativa.
Escribe an¨¢rquica y morosamente; y ello "si tengo ganas y salud, que es lo m¨¢s importante". De modo que un tropiezo con la salud o con un adjetivo puede suspender una novela durante semanas, pero en el fondo debe de haber tambi¨¦n una concepci¨®n de la escritura distinta de la industria literaria actual, con novelistas escribiendo a destajo, por el temor de que les olviden.
Le da igual ser considerado poeta o novelista. Supone que el paso en masa de los poetas a la novela se debe, quiz¨¢, a "un deseo de darse a conocer".
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