Espa?a sin personalidad atacante en Belfast
ENVIADO EPECIAL Javier Clemente sigue sin conocer la victoria en un partido oficial como seleccionador. El discutido t¨¦cnico vasco todav¨ªa no ha encontrado la f¨®rmula m¨¢gica para dotar al equipo espa?ol de un estilo de juego propio y esa faceta se puso de manifiesto una vez m¨¢s anoche, frente a Irlanda del Norte, en Belfast. El empate, a pesar de la endeblez del rival, es bueno para las aspiraciones de obtener el billete para Estados Unidos, pero Espa?a sigue sin hacer vibrar a sus seguidores. Parece como si toda su fuerza se escapara por la boca de su m¨¢ximo responsable, que se queja -no est¨¢ exento de raz¨®n- de la falta de hombres capaces de definir en los metros finales, el gran tal¨®n de Aquiles de este conjunto en el que Butrague?o no parece tener un hueco.
Los hombres de Clemente jugaron durante los primeros 45 minutos con miedo a coger la gripe. Quiz¨¢ salieron asustados por las inclemencias del tiempo -la lluvia y el viento adverso-, pero lo cierto es que en ning¨²n momento dieron muestras de sacar sobre el cuidado terreno de juego del Windsor Park la raza que desea el seleccionador nacional.
Clemente adopt¨® una actitud conservadora, posiblemente por temor al juego a¨¦reo norirland¨¦s. Incrust¨® a Hierro por delante de la defensa y retras¨® a Manolo para que efectuara labores de media punta dejando al debutante, Claudio, solo ante el peligro.
Sus ¨®rdenes eran claras y concisas: rasear el bal¨®n y abrir el el juego por las bandas. Se intent¨® lo primero, pero se fracas¨® en lo segundo porque nadie fue capaz de tomar la manija. Mart¨ªn V¨¢zquez quiso, pero no pudo, y Michel se aburri¨® en la banda derecha hasta que opt¨® por situarse en el centro del campo para procurar propiciar las incursiones de Ferrer.
Como los norirlandeses son una banda de amigos que se re¨²nen alg¨²n mi¨¦rcoles, la meta de Zubizarreta no se vio inquietada durante todo el primer periodo, salvo en un cabezazo de Quinn, que gan¨® la acci¨®n a L¨®pez. Pero Espa?a tampoco hizo nada del otro mundo, a excepci¨®n de un semifallo de Manolo que culmin¨® Claudio con un inocente cabezazo.
Los detractores de Clemente se frotaban las manos durante el descanso. Y es que el seleccionador despierta pasiones contradictorias y muchas veces pierde su fuerza por la boca aunque en esta ocasi¨®n no se atreviera a decir como en Letonia que una derrota ser¨ªa sin¨®nimo de fracaso. En vista del panorama, el t¨¦cnico vasco opt¨® por la opci¨®n ol¨ªmpica poco despu¨¦s del cuarto de hora inicial del segundo periodo, en el que Espa?a goz¨® de tres claras oportunidades en un tiro de Hierro; otro de Amor, que escupi¨® el larguero, y uno posterior de Michel que envi¨® a c¨®rner Wrigth en una ¨¢gil estirada.
El cambio de Manolo por Alfonso lo ten¨ªa previsto Clemente en el supuesto de que la situaci¨®n se tornara peligrosa. Con la inclusi¨®n del Alfonso esperaba romper a una defensa tosca, pero s¨®lida, a base de t¨¦cnica y habilidad. Pero todav¨ªa hizo m¨¢s Clemente. Al comprobar que nadie mov¨ªa el bal¨®n con soltura, se acord¨® de Guardiola y le hizo debutar.
Guardiola, uno de los cerebrines del Barcelona de Johan Cruyff, no tard¨® ni un minuto en despojarse del ch¨¢ndal. Apenas se salud¨® con el voluntarioso Claudio, que se fue a la ducha con m¨¢s pena que gloria, y comenz¨® a dar ¨®rdenes mientras Clemente adelantaba la posici¨®n de Mart¨ªn V¨¢zquez y situaba a Amor en la izquierda.
El invento, a la desesperada, no dio resultado. Espa?a sigui¨® controlando el encuentro y acorral¨® a los norirlandeses en su ¨¢rea, pero careci¨® de ideas en los metros finales. Nadie fue capaz de buscar los espacios abiertos y, una vez m¨¢s, se puso de manifiesto la carencia de rematadores en el f¨²tbol espa?ol.
Los hombres de Clemente estaban tan mentalizados con la victoria que se encelaron y descuidaron su l¨ªnea m¨¢s fuerte, la defensa, en la que Ferrer estuvo atent¨ªsimo en todo momento. Un est¨²pido descuido acab¨® con las esperanzas de victoria a siete minutos del final. Hughes aprovech¨® un bal¨®n largo y casi desde el medio campo le gan¨® la acci¨®n a Toni, que no tuvo m¨¢s remedio que frenarle de una forma mucho m¨¢s ortodoxa que su compa?ero L¨®pez. Al alem¨¢n Krug no le qued¨® m¨¢s remedio que expulsarle y la inferioridad num¨¦rica espa?ola envalenton¨® a los norirlandeses, que volvieron a colgar balones a la olla de Zubizarreta entre el griter¨ªo de un p¨²blico que se hab¨ªa quedado aterido por el fr¨ªo y el escaso juego presenciado.
Al final, todo qued¨® en tablas. Fue el mal menor para la selecci¨®n espa?ola, que sigue adoleciendo de muchos defectos y que todav¨ªa es incapaz de gozar de una personalidad propia a pesar de los intentos de Clemente.
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